Resumen del trabajo
Barostim es un dispositivo implantable que reduce la presión sanguínea mediante la estimulación eléctrica de los barorreceptores carotídeos y que estaría indicado como tratamiento de segunda línea en pacientes con hipertensión refractaria. Este problema se define como el fracaso del tratamiento médico convencional para controlar la tensión arterial a pesar del uso de tres fármacos distintos incluyendo un diurético y se estima que afecta en España aproximadamente al 0,3% de los pacientes con HTA, es decir, a aproximadamente 29.000 personas.
Los autores realizaron un análisis de coste-efectividad adaptado a la epidemiología de la población española con un modelo de Makov que simuló la historia natural de un grupo de pacientes con hipertensión arterial refractaria a lo largo de su vida y analizó los costes del tratamiento y los beneficios esperables. En este modelo, Barostim redujo los eventos clínicos asociados a la hipertensión y aumentó en 0,78 el número de años de vida ajustados por calidad con un coste calculado de 68.726 euros por año de vida ajustado por calidad. Uno de los principales factores que encarece esta tecnología es el coste del recambio de la batería. Con estos resultados, los autores sugieren que de momento Barostim no es una estrategia coste-efectiva para el tratamiento de la hipertensión refractaria en España.
Para saber más
Los datos completos del estudio están disponibles en Revista Española de Cardiología siguiendo el enlace InnovaSEC en acción: coste-efectividad de Barostim para el tratamiento de la hipertensión arterial refractaria en España.
Encuentro con el autor
Dr. Marcelo Soto (en representación de todo el grupo de trabajo).
REC ¿Cómo se os ocurrió la idea de este trabajo de investigación?
La SEC publicó recientemente a través del proyecto InnovaSEC una serie de criterios que buscan servir de guía para evaluar tecnologías candidatas a ser introducidas en el sistema sanitario español en el campo de la cardiología. Como una prueba piloto de la aplicación de estos criterios, en el Hospital Clínic de Barcelona se decidió llevar a cabo la evaluación de Barostim, por considerarse que era un dispositivo innovador para regular la hipertensión en pacientes refractarios al tratamiento con fármacos. Como parte de esta evaluación, hicimos también un análisis económico.
El objetivo del estudio es básicamente comparar los beneficios en salud con los costes (o beneficios) económicos asociados a la introducción de Barostim. Es un ejercicio que podríamos calificar al menos de “delicado”. Sin embargo, es un procedimiento estándar en el área de la economía de la salud y cabe esperar que, dadas las inevitables restricciones financieras que enfrentamos todos, la evaluación económica sea una condición que se irá solicitando con frecuencia creciente por parte de las agencias de evaluación antes de la introducción de nuevas tecnologías.
REC ¿Cuál es su principal resultado?
Encontramos que, en España, la introducción de Barostim no produciría beneficios en salud lo suficientemente importantes como para justificar su coste. Incluso cuando consideramos costes indirectos (es decir, el hecho que la menor morbilidad y mortalidad asociada a la introducción de la tecnología permita que haya más gente trabajando y que por lo tanto aumenten los recursos en el país), Barostim no resultó ser coste-efectivo.
Quiero resaltar un aspecto que puede parecer evidente, pero que también puede conducir a interpretaciones incorrectas. Cuando decimos que Barostim no es coste-efectivo no queremos decir que no genere efectos positivos en salud. Lo que nuestros resultados sugieren es que un euro produciría, en promedio, mayores efectos en salud si se gastara en otras tecnologías (en aquellas que sí coste-efectivas). Esto tiene implicaciones éticas evidentes, pero éstas no son parte del ámbito del análisis económico.
REC ¿Cuál es su principal repercusión clínica?
El estudio sirvió para mostrar que los criterios establecidos por InnovaSEC son útiles para la toma de decisiones sobre la introducción de nuevas tecnologías. En el caso concreto de este artículo, encontramos que la introducción de Barostim para tratar la hipertensión refractaria en España no estaría respaldada por criterios de coste-efectividad.
REC ¿Qué fue lo más difícil?
Cuando comenzamos el estudio ya existía una publicación que hacía una evaluación similar para la población alemana. Dicho estudio encontró que Barostim era coste-efectivo. Nosotros esperábamos obtener resultados similares en España y no fue así. La mayor dificultad fue entenderlo y aceptarlo, ya que los resultados no iban en el sentido de lo que creíamos que encontraríamos.
REC ¿Hubo algún resultado inesperado?
De acuerdo a los estudios REGICOR y FRESCO un español tiene una probabilidad de sufrir un evento cardiaco considerablemente inferior que la probabilidad que enfrenta un alemán o un estadounidense con idénticas condiciones basales (es decir, misma edad, presión arterial, nivel de colesterol, etc.). Esto significa que la introducción de una nueva tecnología para reducir la presión arterial en España probablemente tendrá menos impacto en salud que en esos otros países. Por lo tanto, para que esta tecnología sea coste efectiva en el sistema sanitario español, su coste debería ser menor que en países más ricos.
Nótese que en este argumento ni siquiera he mencionado el hecho que los costes de tratamiento (hospitalización, personal sanitario, etc.) son en general inferiores que los costes de países con mayor PIB per cápita. El hecho que los costes de tratamiento sean relativamente bajos en España refuerza aún más la condición de que tecnologías como Barostim deban tener un precio inferior para que sean coste-efectivas en nuestro sistema sanitario.
REC ¿Os hubiera gustado hacer algo de forma distinta?
Para estimar el riesgo de IAM o ACV utilizamos los estudios REGICOR y FRESCO, respectivamente, los que han sido realizados específicamente con población española. En las estimaciones de riesgo de insuficiencia cardiaca utilizamos las ecuaciones de Framingham –válidas para la población norteamericana– ya que no teníamos ecuaciones para España. Desconocemos el tamaño del error que estamos cometiendo, pero ciertamente éste existe.
Quizás aún más importante es que, en el momento de hacer el estudio, carecíamos de información sobre los efectos de Barostim sobre la presión arterial en períodos superiores a los tres años después del implante. Naturalmente, nos habría gustado disponer de esta información para poder evaluar con más precisión los efectos a largo plazo de la tecnología.
REC ¿Cuál sería el siguiente trabajo que os gustaría hacer tras haber visto los resultados?
Existe evidencia sobre los efectos positivos de Barostim en pacientes con insuficiencia cardiaca. Una continuación natural de nuestro estudio sería analizar su coste efectividad en este grupo de pacientes. Sin embargo, esto es sólo una reflexión. La unidad de evaluación de nuestro hospital es pequeña y tenemos una serie de solicitudes por parte de distintos institutos para evaluar tecnologías muy dispares.
REC Recomiéndanos algún trabajo científico reciente que te haya parecido interesante.
Como economista que soy, no me atrevo a hacer una recomendación concreta para los lectores de la Revista.
REC Para acabar, ¿nos sugieres alguna forma de desconectar y relajarse?
Aparte del consabido deporte, leer un buen libro por la noche con algo de jazz de fondo es sin duda uno de los mejores momentos de la jornada.
Referencia
- Soto M, Sampietro-Colom L, Sagarra J, Brugada-Terradellas J.
- Rev Esp Cardiol. 2016;69:563-71.