La imagen cardíaca se ha convertido en un pilar fundamental de la medicina cardiovascular. De entre las técnicas de diagnóstico por imagen que engloba, la ecocardiografía es la técnica de imagen de primera elección para la mayoría de las enfermedades cardiovasculares por su disponibilidad y accesibilidad. Además, es la técnica mayoritariamente utilizada para el seguimiento y monitorización de los problemas cardiovasculares.
La ecocardiografía está reconocida actualmente como una competencia de la Especialidad de Cardiología. Su realización mayoritaria se lleva a cabo en laboratorios o unidades de imagen cardíaca adscritos a los Servicios de Cardiología. Las unidades de imagen cardíaca están compuestas tradicionalmente por personal médico (facultativos especialistas en cardiología con formación específica en imagen cardíaca) y por personal no médico (enfermería, auxiliar de enfermería, celadores, y personal administrativo) en una proporción variable entre los centros y no ligado a tareas diagnósticas.
El aumento en la demanda de ecocardiografías ha seguido un crecimiento exponencial en los últimos años que dificulta la gestión de las Unidad es de Imagen cardíaca precisándose soluciones creativas y prácticas para poder atender las solicitudes de estudios
En el informe RECALCAR (Recursos y Calidad en Cardiología) del año 2022, la imagen cardíaca estaba constituida como una unidad organizativa en el 70% de los centros que contestaron la encuesta, estando compuestas dichas unidades por cardiólogos con formación avanzada en imagen en un 90%. La tasa de realización de ecocardiografía es de 26/1000 habitantes, estimándose un promedio de 2043 estudios ecocardiográficos por profesional/año, que representa 10 ecocardiografías por profesional y día laborable. Por su parte, en el tercer informe del registro español de imagen cardíaca, publicado en 2022, se refleja como más del 90% de los centros con más de 500 camas de hospitalización en nuestro país tienen una unidad de imagen cardíaca establecida, estando compuesta en promedio por al menos 4 cardiólogos especialistas en imagen (15% de la plantilla facultativa de cardiología), dos enfermeras y una auxiliar de enfermería. El volumen de estudios ecocardiográficos por profesional en este tipo centros se situaría alrededor de los 2340 estudios/año, representando 11,5 estudios por profesional y día laborable.
Retos organizativos
La realidad asistencial de las Unidades de Imagen Cardíaca en los últimos años conlleva una serie de retos organizativos entre los que destaca:
- a) Aumento constante de la demanda de estudios ecocardiográficos en todo tipo de pacientes de cardiología (urgencias, agudos, hospitalizados, consultas monográficas...) y de otros servicios (cirugía cardíaca, anestesiología, unidades de cuidados intensivos, medicina interna, neurología, neumología, reumatología, hematología, oncología, geriatría,...). La ecocardiografía ha pasado de ser una herramienta diagnostica del ámbito meramente cardiológico, a ser una técnica indicada en multitud de escenarios clínicos esencial en el diagnóstico, monitorización terapéutica y estratificación pronóstica de un gran número de pacientes en nuestro medio. Por todo ello las unidades de imagen ejercen la función de un servicio central hospitalario, dando prestaciones a diferentes especialidades implicadas de forma directa o indirecta en el manejo de pacientes con enfermedades cardiovasculares.
- b) Incremento en la complejidad de los estudios. La mayor complejidad se expresa tanto en las unidades de imagen cardíaca (ecocardiografía tridimensional, análisis de deformación, cardiopatías complejas, seguimiento soporte mecánico...), como fuera de las mismas dando soporte en escenarios tales como salas de cardiología intervencionista y hemodinámica, electrofisiología o quirófanos de cirugía cardiaca, entre otras especialidades. Este tipo de estudios consumen un elevado número de recursos (tiempo de profesional y máquina), así como un nivel de especialización elevado.
- c) Diversificación de las técnicas de imagen dentro de las unidades. Otras técnicas de imagen de alto valor añadido, tales como la resonancia magnética cardíaca, tomografía computarizada cardíaca y la cardiología nuclear se han incorporado de pleno a la práctica clínica de la mayor parte de los centros de nuestro país. Su realización conlleva la participación activa de los facultativos especialistas en cardiología con formación en imagen cardíaca, suponiendo un coste de oportunidad en términos de recursos humanos, que dificulta afrontar la demanda asistencial de ecocardiografía
Estas circunstancias explican el nivel de sobrecarga asistencial a la que están sometidas las unidades de imagen en gran mayoría de los centros españoles, situación que sin duda afecta de forma directa a la calidad de la atención a nuestros pacientes.
Soluciones
Para hacer frente a estos retos y mejorar la eficiencia y funcionamiento de las unidades de imagen, se plantean tres posibles soluciones:
- a) Reducir el número de exploraciones ecocardiográficas solicitadas: La reducción de solicitudes de ecocardiografía solo es posible consiguiendo una adecuación de las pruebas a lo recomendado por las guías de actuación clínica. La ordenación de las solicitudes se puede realizar, pero el porcentaje de reducción de pruebas que consigue no solventa el exceso de demanda en relación con el número de cardiólogos asignados a imagen cardiaca.
- b) Destinar mayor proporción de cardiólogos a la realización de ecocardiogramas: El asignar un número mayor de cardiólogos a la realización de ecocardiogramas parece difícil de llevar a cabo y entra en conflicto con la demanda asistencial de otras áreas de cardiología, muchas de ellas con listas de espera y sobrecarga asistencial similar al descrito en ecocardiografía. Por otro lado, la situación actual de déficit creciente de profesionales especialistas en cardiología impediría la aplicación de esta vía.
- c) Promover la incorporación en realización de estudios de ecocardiografía de personal no médico: La tercera vía, la promoción para incorporar de forma estable a personal no médico en realización de estudios ecocardiográficos supondría un cambio de paradigma asistencial.