Para poder valorar la posibilidad de que un paciente tenga enfermedad coronaria obstructiva, y en tal caso, valorar el riesgo de que registre eventos graves y decidir si necesita un cateterismo para revascularización, la práctica clínica habitual hasta ahora ha sido obtener información con el electrocardiograma, el ecocardiograma y una prueba de detección de isquemia, habitualmente una ergometría.