Durante el e-CongresoSEC 2020 de la Salud Cardiovascular se ha organizado un curso bajo el título ‘Claves para el manejo actual de diferentes escenarios en el paciente agudo cardiológico’. En él, el Dr. Iago Sousa Casasnovas ha repasado cuándo hay que usar fibrinólisis en tromboembolismo pulmonar de riesgo intermedio-alto.
La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) considera tromboembolismo pulmonar (TEP) de riesgo intermedio-alto aquel que, si bien no presenta inestabilidad hemodinámica, se asocia a disfunción de ventrículo derecho y elevación de troponina en la analítica.
“Lo cierto es que dentro de este grupo parecen existir pacientes con mayor riesgo de eventos que podrían beneficiarse de tratamientos de reperfusión. La detección de estos casos de mayor riesgo es todavía un tema en desarrollo”, dice el especialista.
La fibrinólisis es un tratamiento que degrada las redes de fibrina que se forman durante el proceso de coagulación y su principal aplicación se centra en el infarto agudo de miocardio y en tromboembolismo pulmonar. Como explica el cardiólogo, “los fibrinolíticos permiten disolver de esta forma trombos formados recientemente en los vasos sanguíneos y así recuperar la circulación sanguínea en estas zonas”.
Sin embargo, aunque desde un punto de vista fisiopatológico este tratamiento parece el más adecuado en cualquier tromboembolismo pulmonar, es una terapia no exenta de efectos adversos, principalmente hemorrágicos. Es por esto que, en la actualidad, no se recomienda fibrinólisis sistemática en los casos de tromboembolismo pulmonar de riesgo intermedio-alto.
“La indicación se reserva para aquellos casos de mayor riesgo”, aclara el Dr. Sousa, quien añade que “en el grupo de alto riesgo el beneficio supera de forma importante a los riesgos de la terapia y, por el contrario, en el grupo de bajo riesgo el riesgo supera claramente al beneficio clínico”.
Tampoco en el grupo de riesgo intermedio la fibrinólisis se indica de manera rutinaria, porque ha mostrado resultados discrepantes en este tipo de pacientes. “En este campo se está intentando mejorar la estratificación del riesgo para detectar aquellos casos con mejor perfil riesgo/beneficio”, asegura el especialista, quien subraya que la tendencia actual en muchos grupos consiste en realizar un tratamiento individualizado en función de las características del paciente.
“Por un lado, se deben valorar parámetros que nos orienten hacia un riesgo aumentado de mala evolución, para lo que se han propuesto diferentes indicadores como la presión arterial, frecuencia cardiaca, hipoxia, afectación de ventrículo derecho o lactato; y en el otro lado de la balanza se debe colocar el riesgo hemorrágico del paciente”, puntualiza el Dr. Sousa.
Debido a la complejidad de la estratificación en cada paciente y las alternativas de tratamiento posibles se ha propuesto la organización en grupos de manejo del tromboembolismo pulmonar.
Objetivos del curso
Este curso tenía entre algunos de sus objetivos revisar el manejo de situaciones que se pueden encontrar en una Unidad de Cuidados Críticos Cardiológicos, describir los parámetros en que hay que basarse para realizar un buen diagnóstico y guiar el manejo terapéutico, y actualizar los conocimientos, describir y analizar de forma crítica las evidencias disponibles en el tratamiento de patologías críticas.
Los doctores Javier Moreno Planas y Mª Dolores García-Cosío Carmena también han participado como ponentes, e Ignasi Anguera Camós y Roberto Martín Asenjo, como moderadores.