El electrodo Sprint Fidelis de Medtronic, con sus cuatro modelos comercializados, se ha implantado en más de un cuarto de millón de pacientes en el mundo, desde su aprobación para uso comercial en 2004 y hasta la suspensión de su distribución en el año 2007 por la preocupación creciente debido a los casos informados de fracturas precoces de los electrodos, ocasionando descargas inapropiadas repetidas como forma de presentación clínica predominante, pero con casos incluso de final fatal.
Con posterioridad, Medtronic hizo públicas unas recomendaciones de reprogramación en cuanto a los intervalos de detección en la zona de fibrilación ventricular y los límites para las alarmas de impedancias, para intentar anticipar la detección del problema en una fase preclínica, algo que se informó poco después como poco efectivo (Kallinen LM et al. Heart Rhythm 2008;5:775-779). En un intento posterior de detectar problemas en la integridad de los electrodos, y teniendo en cuenta que se ha estimado que los riesgos de las revisiones quirúrgicas generalizadas en estos pacientes para retirar/anular los electrodos, superarían los riesgos de poder presentar una disfunción del electrodo y sus consecuencias, se está instalando en los dispositivos ya implantados, un software (que también portan ya los nuevos modelos de desfibriladores de esta empresa) que engloba un sistema especial de alertas y reprogramación, en relación con un algoritmo de detección en el que se integran datos de intervalos V-V cortos, taquicardias ventriculares no sostenidas detectadas y cambios de impedancias, y que es aplicable también a otros modelos de electrodos.
En el trabajo de Farwell y colaboradores, los autores nos presentan en detalle las características de 17 casos de fracturas de electrodos Sprint Fidelis sobre un total de 480 electrodos de este tipo implantados en su centro, y con un seguimiento medio cercano a los 20 meses. En este trabajo se indica que la probabilidad de fracturarse un electrodo aumenta de forma exponencial con el tiempo desde su implantación, algo no informado hasta la fecha. En su serie, el circuito de sensado-estimulación fue el afectado en todos menos un caso, y la detección de intervalos V-V cortos precedió a la presentación clínica. También en esta serie se corrobora que las alertas de impedancia de forma aislada no permiten una detección preclínica del problema en la mayor parte de los casos. Por último, los autores observan en su serie de pacientes afectados, que el acceso vascular diferente a la disección de vena cefálica, y la buena función sistolica ventricular, supusieron variables predictoras independientes de fractura del electrodo durante el seguimiento.
En meses venideros, continuaremos conociendo nuevos datos sobre la historia natural de estos modelos de electrodos de desfibrilación, que nos ayuden a la toma de decisiones clínicas con nuestros “pacientes Fidelis”, algo que aún no conocemos con certeza.
Accelerating Risk of Fidelis Lead Fracture
Farwell D et al. Heart Rhythm 2008;5:1375-1379