En los últimos años, las principales compañías de dispositivos electrónicos cardiacos implantables han desarrollado sistemas que permiten el seguimiento no presencial de los pacientes. Estos sistemas han supuesto una revolución en este campo, habiendo cambiado radicalmente la forma de acceso y relación del paciente con el sistema sanitario. Por otra parte, un aspecto muy relevante en los pacientes con desfibrilador automático, es el elevado número de visitas que de forma global tienen en los servicios de urgencias y de visitas no programadas en las unidades de arritmias, relacionadas fundamentalmente con síntomas, pero también con la activación de alertas sonoras, bien relacionadas con variables clínicas o bien con la integridad del sistema (integridad de cables, estado de batería etc).
Dichas visitas acarrean un coste sanitario significativo y además suponen una carga de trabajo adicional en las unidades de seguimiento clínico, ya de por sí con una carga de trabajo muy considerable.
Landolina y colaboradores publican en Circulation los resultados de un estudio multicéntrico aleatorizado realizado en 6 centros italianos, en el que comparan el uso de un sistema de monitorización remota (CareLink de Medtronic) respecto al seguimiento convencional, en cuanto al uso de recursos sanitarios urgentes en pacientes con insuficiencia cardiaca portadores de un desfibrilador automático con o sin terapia de resincronización cardiaca. El seguimiento convencional consistió en visitas programadas de los pacientes a los 4, 8, 12 y 16 meses desde el implante. En este grupo, las alertas sonoras del dispositivo referentes a arritmias auriculares, choques, e impedancia intratorácica indicadora de acúmulo de líquidos, fueron activadas, así como las alertas de integridad del sistema. En el grupo de monitorización remota, sólo las visitas de los 8 y 16 meses fueron presenciales, y las alertas clínicas fueron activadas sólo para notificación telemática pero no sonoramente, y las de integridad del sistema se activaron en ambos modos. El grupo de monitorización remota incluyó a 99 pacientes (94 con terapia de resincronización cardiaca) y el de seguimiento convencional a 101 (87 con terapia de resincronización cardiaca), resultando ambos grupos comparables en sus variables clínicas y demográficas. En el grupo de monitorización remota, cada día se comprobó vía web la presencia de alertas de los pacientes. El objetivo primario del estudio fue determinar si la monitorización remota de pacientes con desfibrilador automático, se asocia a una diferente tasa de visitas a los servicios de urgencias y visitas no programadas a las unidades de seguimiento clínico de estos pacientes ocasionadas por insuficiencia cardiaca, arritmias o eventos relacionados con los dispositivos. Tras un seguimiento de 16 meses desde el implante, las visitas urgentes (servicios de urgencias y unidades de seguimiento clínico) fueron un 35% menos frecuentes en el grupo de pacientes con monitorización remota (75 visitas en el grupo de monitorización remota versus 117 en el grupo de seguimiento convencional, p=0,005). Además, al analizar la causa de tales visitas, se observó como la monitorización remota se asoció a una menor tasa (21% menor) de visitas por empeoramiento de insuficiencia cardiaca (48 versus 92), con similar tasa de visitas relacionadas con arritmias o integridad del sistema (27 versus 25). Por otra parte, el tiempo desde que se activó una alerta en el dispositivo hasta que se revisaron los datos del mismo fue significativamente inferior en el grupo de monitorización remota (1,4 días versus 24,8 días, p<0,001). No se observaron diferencias en mortalidad en ambos grupos. Los autores concluyen que la monitorización remota de pacientes portadores de desfibrilador implantable con insuficiencia cardiaca disminuye la tasa de visitas urgentes y en general reduce el consumo de recursos sanitarios.
Sin perder de vista la dudosa relevancia clínica de activar o no muchas de las alertas sonoras de los pacientes con desfibrilador, así como la reducida especificidad de algunos de los indicadores de descompensación de insuficiencia cardiaca, el trabajo aporta información relevante, apoyada por su diseño prospectivo y multicéntrico. Pese a que en el trabajo no se aportan cifras reales de costes económicos, parece razonable pensar que la afirmación de los autores de “mejor eficiencia” con la monitorización remota no debe distar de ser real.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22626743
Remote Monitoring Reduces Healthcare Use and Improves Quality of Care in Heart Failure Patients With Implantable Defibrillators: The Evolution of Management Strategies of Heart Failure Patients With Implantable Defibrillators (EVOLVO) Study
Landolina M et al. Circulation 2012;125:2985-2992