Tener obesidad en la infancia supone acumular deudas con el sistema arterial, compromisos que cada vez resultan más difíciles de pagar y que terminan hipotecando de por vida la salud de esa persona. Aunque en adultos es clara la asociación entre obesidad y el desarrollo de numerosas patologías, en población pediátrica habitualmente esta vinculación se ha minimizado o ha pasado desapercibida. Una comunicación oral que se presenta en este congreso pone de manifiesto que la obesidad en niños determina un aumento en las tasas de cambio en la rigidez aórtica, el grosor íntima-media carotídeo y la presión aórtica central, es decir, deja una honda huella en el sistema arterial... que suele terminar por cobrarse lo adeudado.
El aumento a nivel global de la prevalencia de obesidad en niños es un hecho indiscutible, vinculado fundamentalmente a la presencia de malos hábitos nutricionales y sedentarismo. El problema, lejos de circunscribirse a un periodo de tiempo determinado, suele transcender con los años, con consecuencias que alcanzan a la propia estructura del sistema cardiovascular. Un trabajo firmado por un grupo multidisciplinario de profesionales uruguayos, y que presenta a modo de comunicación oral el Dr. Santiago Curcio, del Centro Universitario de Investigación, Innovación y Diagnóstico Arterial CUIIDARTE (Montevideo), revela la asociación de la obesidad con el desarrollo de alteraciones a nivel estructural y/o funcional del sistema arterial.
Un problema que crece con la edad
Con los datos recabados por este grupo en casi dos años de trabajo, se han podido corroborar algunas hipótesis de interés. Como manifiesta el Dr. Santiago Curcio, "hemos encontrado que los niños obesos, respecto de los normopeso, presentan mayores niveles de presión aórtica central, menores niveles de reactividad vascular/función endotelial (evaluada mediante test de vasodilatación mediada por flujo), mayores espesores parietales en arterias carótidas (grosor íntima-media carotideo) y mayores niveles de rigidez arterial local y regional (velocidad de onda de pulso carótido-femoral)". Estas diferencias se acentúan con la edad, “sugiriendo que el tiempo de exposición a la obesidad juega un rol importante en estos procesos”, resalta. Además, han analizado la relación entre la presencia de sobrepeso con estas alteraciones, encontrando que, a pesar de existir, las diferencias son menores en comparación con lo documentado en el caso de la obesidad establecida. Esto sugiere, a juicio del Dr. Curcio, que "esta condición antropométrica podría suponer un estadio intermedio en el desarrollo de alteraciones en las propiedades de las arterias". Más aún, añade, "recientemente hemos encontrado que independientemente de la condición antropométrica, una mala calidad alimenticia se asocia a alteraciones en algunos de los parámetros mencionados en niños". Importantes consecuencias Estas alteraciones observadas tienen importantes consecuencias presentes, y sobre todo futuras, en la salud del niño obeso. Al igual que sucede con la mayoría de las
consecuencias de la exposición a factores de riesgo cardiovascular y/o enfermedades crónicas no transmisibles, "el daño causado por la alteración en la estructura y funcionalidad del sistema arterial progresa lentamente", apunta el experto uruguayo, quien asume que "es difícil determinar consecuencias tempranas del desarrollo de alteraciones arteriales, aunque es posible comprender que el sistema cardiovascular de los niños obesos parece encontrarse sometido a condiciones que están lejos de ser las óptimas". Ahora se están planteando realizar trabajos prospectivos que determinen el curso temporal del desarrollo/progresión de estas alteraciones en niños y adolescentes obesos cuando alcanzan la madurez. Sin embargo, señala el Dr. Curcio, "ya sabemos que los niños obesos y expuestos a factores de riesgo cardiovascular tradicionales suelen persistir con esta exposición en edades adultas". Por lo tanto, sabiendo las consecuencias de la obesidad en la edad adulta, "no es errado hipotetizar que los niños obesos que presentan alteraciones arteriales serán adultos con un mayor riesgo cardiovascular". ¿Y cómo prevenir y revertir esta situación? En esta situación, la primera intervención a realizar para prevenir el desarrollo de estas alteraciones pasa por un cambio en los hábitos nutricionales y de actividad física de los niños; de hecho, apunta el Dr. Curcio, "varios autores han reportado buenos resultados de este tipo de intervenciones en niños obesos con una carga de alteraciones arteriales". Además, se sabe que la reversibilidad de las alteraciones existentes es mayor cuanto más precoz sea la intervención, "lo que refuerza la importancia de la detección de estos grupos de niños para diseñar estrategias que se adecúen a sus necesidades", sentencia. Como herramientas de diagnóstico precoz para emplear en estos casos, el experto uruguayo asegura que "la evaluación arterial no invasiva ha demostrado ser útil por su fácil realización, bajo costo y reproducibilidad". Así, técnicas como la ultrasonografía de alta definición y la tonometría de aplanamiento se erigen, a su juicio, "en buenas candidatas para la evaluación sistemática de niños sanos, permitiendo detectar tempranamente alteraciones que, de mediar intervenciones adecuadas, podrían disminuir e incluso revertirse por completo".
CUiiDARTE
El Centro Universitario de Investigación, Innovación y Diagnóstico Arterial (CUiiDARTE) es un núcleo interdisciplinario dedicado a la prevención cardiovascular, diagnóstico precoz e investigación básico-clínica que basa su trabajo en la utilización de técnicas no invasivas para la evaluación de la estructura y función del sistema arterial.
Una recientemente creada subdivisión del grupo, el Centro CUiiDARTE Pediátrico (en asociación con pediatras y cardiólogos pediatras), tiene el objetivo de brindar un servicio gratuito de diagnóstico precoz para niños y adolescentes de Uruguay, permitiendo la generación de conocimiento sobre las alteraciones que pueden existir en el sistema arterial desde la niñez, asociadas por ejemplo a la exposición a factores de riesgo cardiovascular como la obesidad. Desde la creación de este centro, más de 500 niños y adolescentes (con y sin exposición a factores de riesgo) han sido evaluados, derivados por sus médicos de cabecera.