El patrón electrocardiográfico de repolarización precoz se caracteriza por una elevación del punto J, que identifica la unión entre el complejo QRS y el segmento ST, y cuya manifestación electrocardiográficoa puede ser en forma de muesca o empastamiento de la porción terminal del QRS. Dicho patrón representa un hallazgo en la práctica clínica diaria relativamente común, habiéndose estimado una prevalencia en la población general de hasta el 13%, siendo especialmente prevalerte en varones jóvenes y descendentes de sujetos de origen africano.
Aunque clásicamente dicho patrón se ha considerado benigno, en los últimos años se ha relacionado su presencia con un mayor riesgo de arritmias ventriculares fatales y muerte súbita cardiaca por tales arritmias. La presencia de un patrón electrocardiográfico típico de repolarización precoz en ausencia de cardiopatía estructural y habiendo excluido otras canalopatías como el síndrome de Brugada, QT largo o corto, o la taquicardia ventricular polimorfa catecolaminérgica, asociado a la existencia de un episodio de muerte súbita recuperada con documentación de fibrilación ventricular, identifica a los pacientes que presentan un síndrome de repolarización precoz. Sin embargo, y a pesar de diversos estudios poblacionales que apuntan a tal aumento de riesgo, es importante reseñar que la prevalencia de muerte súbita entre los sujetos que presentan un patrón de repolarización precoz es muy baja, y lo que realmente es crucial es poder identificar entre el total de sujetos con tales patrones, el subgrupo que realmente puede estar en riesgo de presentar tales arritmias ventriculares malignas. A lo largo de los últimos 5-6 años, se han identificado diversos patrones electrocardiográficos de repolarización precoz que podrían aumentar el riesgo de presentar un mal pronóstico en estos pacientes, pero sin embargo, la gran mayoría de estas características electrocardiográficas o patrones se asocian sólo a un aumento moderado en el riesgo absoluto de presentar arritmias ventriculares malignas lo que hace que su utilidad clínica de forma aislada sea muy limitada. Esto resalta la importancia de continuar en la búsqueda de herramientas de estratificación de riesgo más precisas para estos pacientes.
En el trabajo de Mahida y colaboradores, los autores analizan el papel en la estratificación de riesgo de pacientes con este síndrome, de la estimulación eléctrica programada. Para ello presentan datos de un estudio multicéntrico realizado en 43 centros terciarios sobre la base de pacientes del Registro Internacional de Fibrilación Ventricular Idiopática. En el estudio incluyen a aquellos pacientes incluidos en tal registro, con criterios diagnósticos de síndrome de repolarización precoz, en los que además se realizó un estudio electrofisiológico diagnóstico con estimulación eléctrica programada entre los años 2007 y 2014. Dicho estudio se realizó a discreción de cada médico responsable, pero no hubo diferencias significativas en las características clínicas ni electrocardiográfcas entre los sujetos en los que se realizó estimulación programada y en los que no. Se realizó un protocolo de estimulación desde dos puntos del ventrículo derecho con introducción de hasta 3 extraestímulos y un acoplamiento mínimo de 180-200 ms. En los años citados se incluyeron en el Registro Internacional 367 pacientes, de los cuales 138 tenían criterios diagnósticos de síndrome de repolarización precoz, y de los cuales en 81 se realizó en estudio electrofisiológico invasivo diagnóstico. En este grupo de 81 pacientes, la edad media de presentación de la arritmia índice fue 36 años, siendo 60 de ellos varones, un 22% tenían historia familiar de muerte súbita y un 26% historia de síncope previo. En la mitad de ellos la elevación del punto J estuvo limitada a derivaciones inferiores del plano frontal, y en el 36% tanto en tales derivaciones como en derivaciones laterales. De los 81 pacientes, sólo en 18 (22%) se indujo fibrilación ventricular con la estimulación eléctrica programada, y de éstos 18, en 15 se indujo con la introducción de tres extraestímulos. No se observaron diferencias en la amplitud de la onda J entre los sujetos inducibles y no inducibles ni en la distribución electrocardiográfica por derivaciones de tales ondas. Se implantó un desfibrilador en todos los sujetos y tras un seguimiento medio de 7 años, en 27 de los 81 sujetos (33%) hubo recurrencia de fibrilación ventricular. Sin embargo, no hubo diferencias estadísticamente significativas en la tasa de eventos entre los sujetos con fibrilación ventricular inducible en el estudio electrofisiológico respecto a los no inducibles. La sensibilidad y especificidad de la inducibilidad de fibrilación ventricular con estimulación programada para predecir eventos ulteriores fue del 22 y 78% respectivamente, con un valor predictivo positivo del 33%.
En conclusión, los datos del presente trabajo ponen de manifiesto que la estimulación programada al menos usando los protocolos de estimulación habituales, carecen de utilidad en la estratificación de riesgo de pacientes con síndrome de repolarización precoz, y por extrapolación evidente, en los sujetos asintomáticos con un patrón electrocardiográfico aislado de repolarización precoz.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25593056
Role of Electrophysiological Studies in Predicting Risk of Ventricular Arrhythmia in Early Repolarization Syndrome
Mahida S et al. J Am Coll Cardiol 2015;65:151-159.