En la cardiología actual, inmersa en un proceso de superespecialización, es necesario fijar el rol del cardiólogo clínico. El cardiólogo está constantemente evaluando y tratando a pacientes con insuficiencia cardiaca (IC) o en riesgo de tenerla.
En los últimos años se han desarrollado las unidades de IC de carácter multidisciplinar con resultados indudables. Recientemente se ha establecido una definición de la tipología y estándares de calidad de las unidades de IC en España. Se definen tres tipos por su nivel de complejidad (Unidades Comunitarias, Especializadas y Avanzadas)1. El papel del cardiólogo clínico no especializado en IC quedaría restringido a las unidades comunitarias. La IC es un problema sin embargo de una magnitud muy relevante en nuestro país2. Esto la hace inabarcable para las unidades de IC tal como se estructuran actualmente. Por tanto, el papel del cardiólogo clínico como bisagra y eje fundamental entre las unidades especializadas de IC y atención primaria u otras especialidades es básica.
Nuestro papel es indudable en el diagnóstico sindrómico, en el diagnóstico etiológico y de los factores desencadenantes, así como en el manejo terapéutico y su seguimiento. Asimismo, se debe hacer una clasificación funcional del paciente (grados NYHA) y también de la función ventricular.
El diagnóstico etiológico de la IC se debe basar en una anamnesis y exploración detallada junto con la realización de las pruebas complementarias que esta nos sugiera. En nuestro medio, la cardiopatía isquémica es la causa más frecuente de IC, aunque la HTA es la causa directa o el factor de riesgo en numerosos casos, otras etiologías son valvulopatías, arritmias, consumo de tóxicos, post-QT, diabetes, etc. Entre los factores desencadenantes destacan el incumplimiento de las medidas higiénico-dietéticas recomendadas, la no adherencia al tratamiento, la ingesta de fármacos descompensadores y las infecciones o arritmias. Es también importante valorar las comorbilidades asociadas.
La definición actual de la IC se limita a las fases de la enfermedad en que los síntomas clínicos son evidentes pero el cardiólogo clínico también debe actuar antes. Previo a la manifestación de los síntomas, los pacientes pueden presentar anomalías cardiacas estructurales o funcionales asintomáticas (disfunción sistólica o diastólica del ventrículo izquierdo), que son precursoras de la IC. La identificación de estas anomalías es importante porque se relacionan con peores resultados, y la instauración de tratamiento en esta fase podría reducir la mortalidad de los pacientes. El papel del cardiólogo clínico es también necesario en los pacientes que están en situación estable tras un evento y que tras quizás ser valorados en una unidad de IC avanzada deben retornar al seguimiento por su cardiólogo.
En resumen, el cardiólogo clínico sigue teniendo un papel relevante en el diagnóstico, seguimiento y tratamiento del paciente con IC en estrecha colaboración con las unidades de IC donde estas existan, y con atención primaria u otras especialidades.
Referencias
- Anguita M et al. Rev Esp Cardiol. 2016;69:940-50.
- Anguita M et al. Rev Esp Cardiol. 2008;61:1041-9.
- Ponikowski et al. Rev Esp Cardiol. 2016;69:1167.e1-e85.
- Simpson, J et al. Journal of the American College of Cardiology Mar 2017, 69 (11 Supplement) 919; DoI: 10.1016/S0735- 1097(17)34308-5.