Esta publicación está dedicada a las novedades más destacadas en dislipemias. A lo largo de cuatro excelentes artículos se revisan los aspectos prácticos relevantes del tratamiento hipolipemiante.
El doctor Leopoldo Pérez de Isla resume los puntos más destacados de las guías ESC/EAS sobre dislipemias publicadas en 2016. Destaca los aspectos que, en su opinión, son más interesantes para el cardiólogo clínico. Así, revisa los principales mensajes sobre prevención, resaltando el valor de las intervenciones poblacionales y comenta los nuevos objetivos de control de c-LDL propuestos. Se reconoce el valor de la dieta recordando el impacto del estudio español PREDIMED. Respecto a los fármacos, las estatinas siguen siendo la piedra angular de la farmacoterapia hipolipemiante. Sin embargo, conviene recordar que la aparición de efectos adversos como el posible desarrollo de diabetes puede afectar su utilidad clínica. En este punto, se ha demostrado que definitivamente no todas las estatinas son iguales. En casos de intolerancia a estatinas o de la incapacidad para alcanzar los objetivos de c-LDL con estatinas, ezetimibe e inhibidores de PCSK9 tienen un papel destacado. Por último, recuerda la importancia de considerar a los ancianos a efectos de objetivos de c-LDL de igual manera que a la población de menor edad.
El siguiente artículo está dedicado a analizar si los efectos beneficiosos de las estatinas son exclusivamente debidos a la reducción de c-LDL o hay “algo más...”. El doctor José Tuñón Fernández revisa las evidencias que justifican los posibles efectos pleiotrópicos, es decir, aquellos sin relacióndirecta con el efecto hipolipemiante. Se describen los efectos sobre la placa aterosclerótica que favorecen la estabilidad de las lesiones, como la mejoría de la función endotelial, la disminución de la proliferación celular, la actividad antiinflamatoria o la acción antitrombótica. En ese sentido, a pesar de que estudios básicos parecen demostrar los efectos independientes del descenso de colesterol, en la clínica no se ha podido demostrar de forma inequívoca estos efectos pleitrópicos. De hecho, un reciente metaanálisis refuerza la llamada “teoría lipídica” que establece que el beneficio clínico se sustenta en la reducción de c-LDL. Por tanto, actualmente se considera que el objetivo que debe presidir el tratamiento hipolipemiante para mejorar el pronóstico cardiovascular debe ser reducir el c-LDL.
Las estatinas y su potencial efecto diabetogénico es el tema que desarrolla el doctor Jesús Millán Núñez-Cortés. En los últimos años, este aspecto ha generado numerosos trabajos y la confirmación de este efecto nocivo ha producido gran alarma. De hecho, las agencias reguladoras tanto la FDA como la EMA, han destacado la asociación del uso de estatinas con un aumento en el riesgo de desarrollar diabetes. Una revisión detallada permite asegurar que no todas las estatinas ni las dosis utilizadas son iguales en cuanto a su poder diabetogénico. Así, se ha demostrado que pitavastatina no sólo no aumenta del riesgo de desarrollar diabetes, sino que incluso podría prevenir el riesgo de evolución a diabetes en una población con intolerancia a la glucosa. Estos hallazgos han llevado a que la Agencia Española de Medicamentos reconozca que no hay datos que sugieran que pitavastatina aumente el riesgo de aparición de nuevos casos de diabetes, lo que ha sido reflejado en su ficha técnica. El doctor Millán revisa cuáles serían las poblaciones más susceptibles de presentar esta complicación y los posibles mecanismos implicados en este efecto adverso.
Esta newsletter cierra con un artículo del doctor Carlos Escobar Cervantes que destaca los aspectos fundamentales de las aportaciones de pitavastatina. La eficacia del fármaco en su capacidad de reducir c-LDL en el rango de las estatinas de moderadaalta potencia se acompaña de un aumento significativo de c-HDL, mayor que el observado en otras estatinas. De esta forma, pitavastatina puede mejorar de forma global el perfil lipídico. Por otra parte, la ausencia de efecto diabetogénico hace que pitavastatina pueda ser la estatina de preferencia en población diabética o en riesgo de desarrollo de diabetes. En cuanto a la función renal, las guías reconocen que en casos de insuficiencia renal son aconsejables las estatinas que tienen eliminación hepática, como pitavastatina. Existen datos que demuestran que pitavastatina puede incluso mejorar la función renal en pacientes con insuficiencia renal, por tanto, el paciente renal puede ser un buen candidato al uso de este fármaco. Por último, el autor destaca las escasas interacciones de esta estatina con otros medicamentos, al no metabolizarse por la vía CYP3A4, lo que la hace útil en pacientes polimedicados.
Mi agradecimiento a los autores por su capacidad de síntesis y por la calidad científica de sus artículos, con mensajes concisos y claros aportan su conocimiento experto sobre situaciones clínicas de gran interés en el manejo de las dislipemias.