La ablación con catéter se ha convertido en un tratamiento de primera línea de la fibrilación auricular (FA) y, de acuerdo a la última edición de las guías de práctica clínica de la European Society of Cardiology (ESC), se debería ofrecer junto a los fármacos antiarrítmicos (FAA), a todos los pacientes en los que se elige una estrategia de control de ritmo, especialmente si presentan una forma paroxística o no tienen factores de riesgo importantes de recurrencia1.
Algunas de sus indicaciones se establecían ya en ediciones previas de las guías y esto, junto con la creciente evidencia científica, ha llevado a que el número de procedimientos haya aumentado casi exponencialmente en los últimos años (ver figura). Así, según los últimos datos del Registro Nacional de Ablación con Catéter, en 2018 se realizaron en España 4.234 ablaciones de FA, lo que representa el 26% de todas las ablaciones realizadas en el país y un incremento del 22,5% frente al año anterior2. Pero, ¿es esto mucho o poco? O dicho de otro modo, ¿este incremento llamativo podría indicar que se está sobreindicando o, por el contrario, que todavía estamos lejos y continuamos infraindicándola? Para responder a esta pregunta podemos hacer estimaciones partiendo del número de habitantes en España que, según el Instituto Nacional de Estadística, era de 47.007.367 para 2018. La prevalencia estimada de FA es del 2% (4% en población adulta, según el estudio OFRECE)3, lo que significa que habría en torno a 940.000 pacientes con FA en España y, por tanto, con los datos del registro nacional solamente el 0,4% habrían sido tratados mediante ablación en ese año. Este número parece extremadamente bajo y, de hecho, España está en el tercer cuartil de los países de la ESC y a la cola de los de la Unión Europea en cuanto a número de ablaciones de FA por millón de habitante4. Sin embargo, se podría argüir que en otros países la cultura médica es más intervencionista y que no todos los pacientes con FA son candidatos a ablación, como aquellos con FA permanente. En este sentido, se estima que los pacientes con FA no permanente representan solo el 34,9% del total (328.060 pacientes en España)3 y de ellos, según el registro RECORD-AF, el 21% están mal controlados a pesar de los FAA5. Es decir, en torno a 68.900 pacientes con FA no permanente presentarían una indicación de ablación clase I en España en 2018 de acuerdo a las guías clínicas del momento pero solo 2.430 (6,1%) la habrían recibido, lo que nuevamente sugiere una fuerte infraindicación. Estas estimaciones presentan diversas limitaciones, pero en cualquier caso reflejan que el número de pacientes sometidos a ablación de FA en nuestro país sigue siendo extremadamente bajo y que con toda probabilidad la demanda por este procedimiento se seguirá incrementando.
Pero, ¿está preparado nuestro sistema sanitario para absorber este previsible aumento de indicaciones? De seguir con la progresión actual (ver figura figura), para el año 2025 se realizarán en España entre 6.000 y 8.000 ablaciones de FA, es decir, apenas se duplicará el número de procedimientos actual lo que, si no cambia el número de habitantes ni la prevalencia de la FA en una población cada vez más envejecida, representará que solo el 0,8% del total de pacientes con FA y el 12% con FA no permanente y fracaso de FAA serán tratados con ablación. Según estas estimaciones, no se podrá dar respuesta a la demanda asistencial en todos los pacientes y será necesario acelerar el número y la capacidad de las unidades electrofisiología cardiaca, simplificar la técnica con nuevas herramientas, como los sistemas single shot (crioablación, electroporación, etc.) que permitan tratar a más pacientes, y, finalmente, conocer y afinar las indicaciones para que al menos los pacientes que más se puedan beneficiar de esta técnica no se vean privados de ella, como veremos en los siguientes artículos.
Referencias
- 2020 ESC Guidelines for the diagnosis and management of atrial fibrillation. Eur Heart J 2020. (in press).
- Ibañez Criado JL, et al. Rev Esp Cardiol. 2019; 72(12):1031-1042. 3. Gómez-Doblas JJ, et al. Rev Esp Cardiol. 2014;67:259-269.
- Raatikainen MJP, et al. Europace (2017) 19, ii1–ii90.
- Camm J, et al. J Am Coll Cardiol. 2011 Jul 26;58(5):493-501.