Participan
Madrid Salud, Ayuntamiento de Madrid
Amelia Carro Hevia, Alberto García Lledó y Esther Redondo Margüello comentan la epidemiología de la gripe y las diferentes vacunas disponibles para prevenir esta afectación multisistémica que puede provocar complicaciones respiratorias, diabéticas, neurológicas, renales y cardiovasculares.
Como apunta la Dra. Amelia Carro (Instituto Corvilud, Asturias), el proceso gripal puede multiplicar por diez el riesgo de infarto agudo de miocardio y por ocho el riesgo de sufrir un ictus, y se ha demostrado la implicación directa de la infección por gripe en el desarrollo de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca y fibrilación auricular.
Los tres especialistas coinciden en que muchas de estas complicaciones resultarían prevenibles con la vacunación. ¿Se contempla en la actualidad la vacuna de la gripe como método de prevención de riesgo cardiovascular? El Dr. Alberto García Lledó (Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Madrid) explica los datos obtenidos en un registro de pacientes que han sufrido un infarto de tipo 1 a los que se ha administrado vacunación antigripal, llevado a cabo por el grupo de trabajo de su hospital con la Universidad de Alcalá y la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) a través de la base de datos BIFAP (Base de datos para la Investigación Farmacoepidemiológica en el Ámbito Público): “Las personas vacunadas mayores de 60 años tenían un menor riesgo de infarto que las personas que no habían recibido la vacuna”. Además, se observa que con una sola dosis los pacientes pueden estar protegidos durante períodos prolongados. La conclusión de este análisis con datos españoles es que la vacuna antigripal reduce el riesgo de ictus y de infarto de miocardio, independientemente de género, edad y comorbilidad, y lo consigue durante períodos prolongados.
A este respecto, Esther Redondo Margüello (Centro de Salud y Vacunación Internacional, Madrid Salud) incide en el efecto cardioprotector de la vacuna antigripal en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida o con riesgo alto, en prevención primaria y secundaria, y explica la diferencia entre las vacunas de dosis estándar y las de alta dosis. “Tiene cuatro veces más carga antigénica de hemaglutinina (HA) por cepa, 60 microgramos con respecto a los 15 de una vacuna antigripal de dosis estándar. Esto permite una respuesta inmune más potente”, apunta la doctora entre otras características. Esther repasa la evidencia más relevante que muestra la eficacia de este tipo de vacuna, y comparte sus impresiones principales: “El paciente con riesgo cardiovascular se va a beneficiar de la vacunación en cualquier momento, incluso en fase aguda. En el paciente mayor con patología cardiovascular el riesgo es mayor, por ello debemos ser muy proactivos, y existen vacunas antigripales con mayor eficacia y efectividad contrastada en este tipo de pacientes”.