Los factores de riesgo cardiovascular incrementan las posibilidades de padecer una infección por SARS-CoV-2 sintomática grave. Marta Farrero, Sergio García Blas y Javier de Juan analizan la epidemiología de esta infección en los pacientes con cardiopatías.
Publicaciones recientes sugieren una interrelación muy estrecha entre la manifestación clínica del virus y la enfermedad cardiaca. En esta línea, desde la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la SEC se ha investigado la importancia de los biomarcadores para distinguir qué proporción de la gravedad deriva de la cardiopatía o de la adaptación del miocardio al estrés pulmonar durante la infección.
Sergio García Blas (Hospital Clínico Universitario de Valencia) comenta el valor de las troponinas en el contexto de la pandemia. La elevación de este biomarcador básico para detectar el daño miocárdico ha sido muy frecuente en los pacientes infectados, especialmente en los más graves, y su interacción con la enfermedad cardiovascular eleva el riesgo de mortalidad a casi el 70%. ¿Por qué se produce esta elevación de troponina? “Puede haber un daño miocárdico no isquémico directamente relacionado con el virus o mediado por mecanismos inflamatorios inmunológicos, o daño isquémico, bien por infarto tipo 1, una rotura de placa o por un desequilibrio entre el aporte de oxígeno y las necesidades en esta situación de estrés”.
La insuficiencia cardiaca (IC) es una manifestación prevalente, sobre todo en los pacientes más graves. Como explica Javier de Juan (Hospital Universitario 12 de Octubre, Madrid), la correlación observada entre la elevación de niveles de péptidos natriuréticos (NT-proBNP) y de troponinas los convierte en predictores eficaces de ingreso en UCI, necesidad de ventilación mecánica o mortalidad. También se interpretan como señales tempranas de una peor evolución cuando los pacientes manifiestan una respuesta inflamatoria inapropiada tras la primera fase viral.
¿Cómo aplicar en la práctica diaria la información que arrojan ambos biomarcadores? El Dr. García Blas apunta que son un apoyo que se debe poner en el contexto clínico del paciente para anticiparse al deterioro clínico: “es importante tener una primera determinación en los pacientes hospitalizados, y según la evolución ir haciendo determinaciones seriadas”.
En el documento de consenso impulsado por la Asociación de Insuficiencia Cardiaca de la SEC se expone la utilidad del NT-proBNP en el diagnóstico diferencial aplicado en el escenario de SARS-CoV-2: “con escaso contacto, estos biomarcadores nos dan un valor que puede orientarnos hacia un perfil de insuficiencia cardiaca, mixto o de COVID-19”, explica el Dr. de Juan, coautor del trabajo.
Ambos especialistas opinan que los dos biomarcadores son complementarios, aunque tal vez el perfil de cada paciente determine cuál de los dos resulta más interesante valorar en cada caso.