Los doctores José Ramón González-Juanatey y Lluís Masana Marín repasan las novedades más reseñables publicadas en los últimos meses en el campo de la dislipemia.
A lo largo de 2021 han aparecido diversas publicaciones que resaltan los efectos de la pérdida en la continuidad asistencial, con un gran impacto en el ámbito de la atención primaria y en la prevención cardiovascular, como subraya el Dr. González Juanatey (Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela).
La actualización más importante en el manejo de factores de riesgo CV ha sido la publicación de las nuevas guías europeas de prevención. “Lo más importante es la actualización del sistema de cálculo de riesgo, fundamentalmente en prevención primaria”, apunta el Dr. Lluís Masana (Unidad de Medicina Vascular y Metabolismo. Hospital Universitari Sant Joan, Tarragona). La escala SCORE-II, incluida en esta actualización, divide la población en cuatro segmentos de riesgo CV y contempla como endpoint la muerte cardiovascular y además los eventos CV mayores no mortales. Otro aspecto destacable es que las clasificaciones de alto y muy alto riesgo varían según la edad del paciente. El tercer punto que subraya el especialista es el cambio del principal parámetro lipídico que condiciona el riesgo, pasando del colesterol total o LDL al colesterol no HDL.
El uso de la estrategia en dos pasos en el control del colesterol y de la presión arterial ha generado cierta confusión en los casos de riesgo alto y muy alto. Lluís reconoce que echa de menos más claridad e información para el médico que maneja estas situaciones: “este es un aspecto bastante negativo en los mensajes de estas guías”.
Otro gran debate este año se generaba en torno a la lipoproteína (a) y colesterol remanente, relacionados con el colesterol no HDL como marcador de riesgo y el uso de nuevas estrategias selectivas. Si bien existe una relación clara entre concentraciones de Lp(a) y riesgo cardiovascular, y los iPCSK9 se han mostrado capaces de reducir hasta un 30% las cifras de Lp(a), el doctor Masana recuerda que estudios genéticos y observacionales sugieren que “para conseguir el mismo beneficio en reducción de riesgo relativo, la cantidad de Lp(a) a reducir es superior a la que estamos acostumbrados a disminuir para el c-LDL”.
Estudios de imagen con el grupo de fármacos i-PCSK9 (alirocumab, evolocumab) como la tomografía de coherencia óptica han mostrado que una reducción importante de c-LDL se asocia con la estabilidad de placa de ateroma. “Esto está en sintonía con los efectos hipolipemiantes sobre la prevención CV que ya conocemos, pero es interesante que este efecto a nivel fisular se pueda demostrar más allá del uso de estatinas”.
¿Qué datos se conocen en relación al uso del aceite icosapent ethyl? El Dr. Masana cita el estudio REDUCE IT para comentar la evidencia actual: “los resultados son lo suficientemente robustos como para no dudar de su papel en la prevención CV”, aunque recuerda la controversia generada en torno a sus efectos positivos.
Como balance del año en el campo lipídico, ambos doctores subrayan como prioridad la reorganización de la prevención, focalizándola en las enfermedades crónicas. “El impacto más importante ha sido la reducción en el control del perfil lipídico en los pacientes que lo necesitan”, señala el Dr. Masana. Y es que está demostrado que el uso de estatinas es beneficioso en reducir el riesgo de infección por COVID, pero además el perfil lipídico es un indicador claro del proceso inflamatorio durante el virus.