Los resultados del estudio se han presentado en el Congreso ACC 2017. El tratamiento con evolocumab ya demostraba en el OLSER y GLAGOV su efectividad con el C-LDL y la placa de ateroma.
Los doctores Vicente Arrarte (Presidente electo de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca) y Rosa Fernández Olmo (Complejo Hospitalario Universitario de Jaén) repasan junto a la Dra. Almudena Castro los detalles de este estudio, muy esperado por los cardiólogos clínicos con pacientes afectados con cardiopatía isquémica.
La población se componía de 27.564 pacientes estables con enfermedad cardiovascular previa o enfermedad arterial periférica, y C-LDL superior a 70 mg/dL o bien colesterol no C-LDL por encima de 100 mg/dL. Se crearon dos grupos terapéuticos, el primero tratado con evolovumab y el grupo tratado con placebo. El objetivo primario del estudio era la muerte cardiovascular, infarto de miocardio, infarto cerebral, hospitalización por angina inestable o revascularización coronaria.
Para Castro, el primer punto a tener en cuenta del estudio es que en la rama placebo, tratada con estatinas, el nivel medio de C-LDL era bastante bueno (menos de 100 mg/dL), algo que se aleja bastante de la realidad clínica. “¿Por qué, teniendo armas para reducir el C-LDL y tener al paciente con un nivel de media de 90, no llegamos a eso?”, reflexiona la cardióloga del Hospital Universitario La Paz (Madrid).
En cuanto a los resultados, lo primero que llama la atención es una reducción del 15% en el seguimiento con evolocumab en el caso de infarto no fatal, hospitalización por angina inestable y revascularización cardiovascular realizada, superando el 20% en el caso de la muerte cardiovascular con infarto de miocardio e infarto cerebral, cifra que mejora a largo plazo.
Analizando la mortalidad, los tres doctores resaltan que el beneficio se observa mejor en casos de C-LDL más bajos. Rosa Fernández encuentra en lo heterogéneo de la muestra y el período de seguimiento las razones por las que no se ha obtenido la reducción esperada: “hace falta más tiempo de seguimiento para poder ver resultados en mortalidad”.
Uno de los puntos más importantes del estudio fue la seguridad: se pretendía comprobar qué podía ir mal con evolocumab, con especial atención a los eventos a nivel musculoesquelético, eventos diabéticos o la afectación neurocognitiva. El subestudio EBBINGHAUS arroja datos positivos: “no hay ninguna tendencia que nos haga pensar que en un futuro pueda haber una afectación neurocognitiva”, concluye Vicente Arrarte.