Una sesión conjunta de la SEC y la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), celebrada en el Congreso SEC21 de la Salud Cardiovascular, ha permitido debatir sobre un tema nuevo, atractivo y con gran futuro, abordándose el aspecto diagnóstico, quirúrgico y percutáneo de una patología tan relevante como la insuficiencia tricúspide (IT), una enfermedad muy prevalente, infratratada, con mal pronóstico y que impacta negativamente en la calidad de vida de los pacientes y en su supervivencia.
La sesión, como indica el Dr. José Luis Zamorano Gómez, que ha participado como ponente, “era necesaria, sobre todo porque durante muchos años no se le prestó la atención que requería a esta enfermedad, que es muy peculiar, limita mucho la vida del enfermo y cuyo abordaje terapéutico no es sencillo”. Y, para subsanar este déficit, se ha recalcado en este simposio no solo la importancia de llevar a cabo un adecuado diagnóstico y tratamiento de esta patología, sino que también se han aportado algunas claves indispensables para hacerlo.
Un reto y muchos avances
En su charla, el experto del Hospital Universitario Ramón y Cajal (Madrid) ha presentado por primera vez una nueva clasificación etiológica de la IT, que tiene prevista próximamente su publicación. Y, además, ha ahondado en los aspectos pronósticos de la IT, poniendo el foco en una nueva forma de evaluarla, “que ya publicamos de forma pionera hace 2 años”, apunta.
La visualización de la válvula tricúspide no es fácil, lo que plantea superar muchos retos y, sobre todo, precisa experiencia y pericia. En cualquier caso, como admite el Dr. Zamorano, “hoy en día contamos con herramientas tecnológicas suficientes para hacer un correcto diagnóstico de trastornos tales como la regurgitación tricúspide”.
Entre estos recursos, “es de especial utilidad la ecocardiografía que, sin duda, es la piedra angular del diagnóstico de la enfermedad tricúspidea”. Sin embargo, como matiza este experto, “antes de hacer un tratamiento percutáneo, no olvidemos que el TAC también nos aporta información muy relevante”. Se trata de recursos ampliamente generalizados y disponibles en la mayoría de los centros hospitalarios de nuestro país, “aunque hay todavía cosas que mejorar en este ámbito”, exige el Dr. José Luis Zamorano.
En cualquier caso, lo más trascendental en estos momentos ya no pasa por disponer de las herramientas diagnósticas adecuadas para hacer frente a trastornos como la regurgitación tricúspide ni de cuantificarla, si no que se debe dar un paso más. A juicio José Luis Zamorano, “poder cuantificar siempre es bueno, porque ofrece medidas objetivas; sin embargo, realmente nosotros no deberíamos centrarnos en la obtención de los datos, sino que debemos hacer la interpretación de los mismos”; de hecho, asegura, “ese va a ser el futuro de las técnicas de imagen: tendremos datos objetivos muy exactos, con poca variabilidad inter e intraobservador, y nosotros como expertos los deberemos interpretar de forma correcta”.
Partiendo de esta premisa, el jefe de cardiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal reconoce que nos espera un “futuro apasionante, con nuevos enfoques e hitos que crecen sobre los hombros de muchos otros que antes nos abrieron el camino”. Y es que, según opina, “el abordaje tricúspide es ya una realidad que va a motivar a muchos cardiólogos jóvenes, que seguro van a seguir aportando avances que, en definitiva, van a permitir mejorar la vida de nuestros enfermos: para eso estudiamos y nos ponemos la bata, así que sintamos el privilegio que tenemos de poder ayudarlos”.
Intervencionismo transcatéter tricúspide
De los aspectos más novedosos y prometedores que se han abordado en este simposio, destacan los avances alcanzados en el ámbito del intervencionismo transcatéter tricúspide que, como indica el Dr. Rodrigo Estévez Loureiro, del Hospital Universitario Álvaro Cunqueiro (Vigo), “ha generado gran interés en los últimos años, con el desarrollo de varios dispositivos que permiten abordar esta válvula de forma muy poco invasiva; es evidente que el tratamiento transcatéter tricúspide ha supuesto una revolución en este campo”.
Y es que hasta hace pocos años prácticamente el 90% de los pacientes eran manejados conservadoramente, puesto que el tratamiento quirúrgico convencional se asocia a una alta mortalidad, sobre todo cuando la situación clínica es avanzada; es por ello que se llamaba “la válvula olvidada”. Sin embargo, “la irrupción de la tecnología transcatéter y los resultados iniciales han cambiado el panorama, y el intervencionismo tricúspide ha aparecido para llenar ese gran vacío”, afirma este experto, que cuenta con datos y experiencias propias que “muestran cómo el tratamiento transcatéter tricúspide, con los dispositivos de reparación y sustitución, es seguro y se asocia a una mejoría clínica significativa”. De ahí la importancia de este simposio conjunto SEC-ESC, que ha servido sobre todo para que los cardiólogos clínicos puedan familiarizarse con estas nuevas terapias que pueden mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Actualmente, se cuenta con varios dispositivos que pueden actuar a nivel de velos, del anillo o que pueden reemplazar la válvula o su función. En cuanto a la reparación, tal y como informa el Dr. Estévez, “disponemos de dos dispositivos que actúan en los velos, generando la denominada reparación borde a borde, que es la más utilizada en la práctica clínica y la que ha sentado las bases de este tratamiento”; consiste en unir los velos dos a dos con un dispositivo a modo de ‘pinza’, de tal forma que se incrementa la superficie de coaptación y disminuye así la fuga valvular. Respecto a los dispositivos de anuloplastia, como explica este experto, “el más utilizado coloca diversas anclas a lo largo del anillo valvular para posteriormente traccionar de ellas, generando así una disminución del tamaño de dicho anillo y, con ello, se aumenta la superficie de contacto de los velos y disminuye, por lo tanto, la insuficiencia”.
Ahora, la duda es si estos nuevos dispositivos han alcanzado suficiente desarrollo y acumulado la evidencia necesaria como para aplicarlos en la práctica clínica diaria. El Dr. Rodrigo Estévez destaca “la escasa invasividad, la rápida recuperación y los bajos eventos adversos observados con el intervencionismo transcatéter tricúspide. Esto, junto con una reducción de la insuficiencia valvular a niveles tolerables por parte del paciente en un gran porcentaje de los casos, hace que sea una técnica enormemente atractiva”. La principal limitación, admite, “es que requiere una adecuada selección anatómica y clínica para obtener adecuados resultados”.