La actividad de la suplementación dietética con ácidos grasos omega 3, ha sido postulada en los últimos años, tanto en forma de cápsulas como de alimentos enriquecidos con dichos componentes (margarinas, etc).
Se consideran ácidos grasos omega 3 a un tipo concreto de lípidos conocidos como ácidos grasos esenciales (ya que el organismo humano no los puede fabricar a partir de otras sustancias y es necesarios tomarlos en la dieta), poliinsaturados, que se encuentran en alta proporción en ciertos alimentos, por regla general pescado azul, y en algunos vegetales entre los que destacan las nueces.
En concreto, algunos estudios previos han mostrado una reducción en la aparición de eventos cardiovasculares, incluyendo la aparación de arritmias ventriculares. El propósito del trabajo que presentamos en el blog de hoy fue analizar el efecto de la ingesta de ácidos grasos omega 3 marinos (a. eicosapentaenoico –EPA-, docosahexaenoico –DHA-) y el de origen vegetal (a. alfalinolenico –ALA-) a través de margarinas enriquecidas con ellos, en pacientes que han padecido un infarto de miocardio en los años previos.
Con ese propósito los investigadores diseñan un elegante estudio prospectivo, multicéntrico, doble ciego, aleatorizando a 4.837 pacientes, de los cuales el 78% fueron varones, con una edad media de 69 años, a recibir distintos tipos de margarinas suplementadas con varias combinaciones de omega 3 o simplemente placebo. El reclutamiento se llevó a cabo en los Países Bajos, en más de 30 centros, entre 2002 y 2006, una media de 3,7 años tras su infarto de miocardio previo, siguiéndose los enfermos hasta 40 meses.
Las variables resultado consideradas fueron los habituales eventos adversos cardiovasculares (infarto, insuficiencia cardiaca, fallecimiento, revascularización, etc…).
Se obtuvo una ingesta media de 18,8 g de margarina diaria (unos 226 mg de EPA, 150 mg de DHA y 1,9 g de ALA), durante el periodo de seguimiento. Se registraron eventos cardiovasculares en el 14% de los pacientes, sin diferencias según los grupos de tratamiento. Sin embargo, se señala una cierta diferencia no significativa en el subgrupo femenino, favoreciendo al ALA en relación a los otros omega 3 o al placebo (HR 0,73; IC 95% 0,51-1,03). No hubo diferencias en cuanto a los efectos adversos y tampoco se registraron pérdidas de seguimiento.
Tras llevar a cabo el análisis estadístico completo, los autores concluyeron que la suplementación con dosis bajas de EPA-DHA o ALA no redujo significativamente la aparición de eventos adversos cardiovasculares.
Comentario
Se trata de un artículo muy interesante, diseñado y ejecutado de manera muy elegante (su diseño se ofrece con más detalle en una publicación previa del pasado mes de abril para los que les interese (Am Heart J 2010;159:539-546) y que a pesar de ser negativo, ha conseguido – los tiempos están cambiando- una resonancia muy importante al ser publicado en New England Journal of Medicine, incluso adelantado de manera online y ofrecido de manera gratuita en su versión completa. Contamos con datos favorables sobre este tipo de compuestos omega 3 en otras poblaciones, destacando la menor aparición de arritmias ventriculares en algunos estudios, atribuidas a que el enriquecimiento de la membrana de los miocitos isquémicos podrían hacerlos menos vulnerables como sustrato arrítmico. Todo ello contrasta asimismo, con la puesta de moda de este tipo de principios activos, en buena parte en relación con la aparición de numerosos alimentos que los incluyen como suplemento. Sin embargo, parece que tras los datos del presente estudio, ya se puede responder con más claridad a las preguntas en esta dirección que con frecuencia, y lógicamente, formulan los enfermos que han padecido un infarto de miocardio. La razón de esta falta de efecto, aunque es siempre difícil aventurarse en este campo, parece razonable que sea en relación con el hecho del completo tratamiento (antiagregante, antihipertensivo, hipolipemiante, etc) que suelen tomar los pacientes con cardiopatía isquémica crónica y que hace bastante difícil demostrar efectos beneficiosos de nuevas terapéuticas si no son muy evidentes.
Referencia
n–3 Fatty Acids and Cardiovascular Events after Myocardial Infarction
- Daan Kromhout, Erik J. Giltay, y Johanna M. Geleijnse. En nombre del Alpha Omega Trial Group
- DOI: 10.1056/NEJMoa1003603.