La insuficiencia cardiaca (IC) tiene una prevalencia, en Estados Unidos, de 5.800.000 (2% de la población) y una incidencia anual de 550.000. Aunque la IC se trata de una patología crónica habitualmente, virtualmente todos los pacientes acaban presentando síntomas, que de forma aguda, desencadenan su paso por urgencias.
Con motivo de esclarecer puntos claves y de discutir ciertos aspectos de una patología epidémica, como es la IC, la Asociación Americana del Corazón (AHA) publica en su revista asociada Circulation, un documento al respecto (o síndromes de insuficiencia cardiaca aguda) que incorpora reflexiones interesantes. En el artículo destacan, de forma resumida, los siguientes puntos:
Lo que "sucede" en el departamento de urgencias
- Diagnóstico: Resumen en pocas frases en qué debe consistir una evaluación adecuada de un paciente con IC en urgencias. Destaca el dato de que aunque la radiografía de tórax es una pieza angular del diagnóstico, en el 15% de los enfermos no se observan signos congestivos en ella. Posteriormente revisa las capacidades del BNP y derivados para diagnosticar y para excluir patología cardiaca, una de las principales utilidades de estos biomarcadores. El BNP presenta una mayor especificidad (91%) que el Nt-proBNP (76%). Aunque los niveles de dichos biomarcadores son importantes a la hora de considerar los diagnósticos, no hay que olvidar otras situaciones, aparte del apropia IC que los elevan, como la sepsis, hipertensión pulmonar, edad avanzada, fibrilación auricular, y embolismo pulmonar. Curiosamente, la obesidad disminuye los niveles de de BNP. Además la variabilidad biológica de este marcador contribuye a complicar ligeramente su valoración en ciertos casos.
- Terapias actuales: Se repasan los objetivos principales del tratamiento, como aliviar la congestión, lograr un adecuado balance hemodinámico, conseguir la euvolemia, y evitar dañar. Los pacientes de manera sucinta, en urgencias, se pueden dividir principalmente, en función de sus niveles tensionales en su momento de presentación, entre aquellos con TAS> 140 y los normotensos. Las situación de hipotensión o shock cardiogénico es menos frecuente, comprendiendo tan sólo un 5% de los casos. Aquellos con TA alta, tras tratar agresivamente la TA suelen conllevar un pronóstico mejor.
- Toma de decisiones: La mayoría de los pacientes con IC suelen ingresar en el hospital. Para decidir cuál es su mejor ubicación: planta, unidad coronaria, observación o domicilio, se emplean diversos criterios predictores de eventos adversos: elevación sanguínea de urea o creatinina, hiponatremia, cambios electrocardiográficos, elevación de troponinas y TAS baja. Los autores establecen unas breves directrices al respecto.
Curso post urgencias
Uno de los puntos claves, tras el paso del paciente por urgencias es la adecuación del tratamiento. Se recomienda ajustarse a las guías de práctica clínica. Las americanas fueros actualizadas en 2009.
- Tratamiento intrahospitalario: El tratamiento de la congestión pulmonar y sus síntomas derivados constituye la piedra angular. A pesar de la tecnología actual (exploración, ecocardiograma, cateterización pulmonar, etc...), el clínico carece de medios fiables que identifiquen, con exactitud, cuándo empezar con el tratamiento diurético y cuando finalizarlo antes de los signos clínicos obvios (hipotensión, disfunción renal).
- Morbilidad y mortalidad de pacientes con IC hospitalizados: El riesgo medio de fallecimiento por IC durante la hospitalización ronda el 4% ( estudios ADHERE y OPTIMIZE-HF). Aquellos que necesitan soporte vasoactivo pueden alcanzar un 12 a 13%. El uso de vasodilatadores intravenosos se ha asociado con un riesgo de fallecer del 4,7% para la nitroglicerina y del 7,1% para el nesiritide. Factores que se asocian a una mayor mortalidad son edad creciente, frecuencia cardiaca elevada, hiponatremia, hipotensión, disfunción sistólica, elevación de creatinina sérica, BUN, BNP, y el diagnóstico de síndrome de insuficiencia cardiaca aguda como causa principal del ingreso.
- Criterios de alta: La morbimortalidad tras el alta, entre los 60 a 90 días, es elevada. En el estudio OPTIMIZE-HF, la mortandad alcanzó el 8,6%, con una tasa de 29,6% de rehospitalización. Se discute la necesidad de un tratamiento al alta adecuado y riguroso.
- Postalta: Los pacientes con IC crónica continúan presentando un riesgo alto de mortalidad y morbilidad a pesar del rango de tratamientos disponibles actualmente. Estos riesgo pueden ser infraestimados, no sólo por el paciente, sino por el médico responsable. Con este objeto, se han desarrollado diversos modelos pronósticos, como el Heart Failure Survival Score, que incorpora el consumo de oxígeno, o bien el Seattle Heart failure Model, que dispone de un calculador por Internet. Predictores de rehospitalización en ancianos se han descrito los siguientes: ingresos previos por IC el mismo año, la diabetes mellitus, y la creatinina mayor de 2,5 mg/dl. La ganancia ponderal tras el alta también es un factor predisponente.
Cuidados integrales y equipo de insuficiencia cardiaca
En este punto el documento hace hincapié en la necesidad de equipos multidisciplinares que aborden el problema y la importancia de la educación de los enfermos (con instrucciones explícitas en el momento de alta, respecto a dieta, hábitos de vida, seguimiento, peso, etc...).
Áreas de investigación futura
Se centra y discute el desarrollo de nuevas técnicas diagnósticas (biomarcadores, resonancia magnética cardiaca), ante la imposibilidad, dada su relación riesgo-beneficio desfavorable, de emplear el método diagnóstico definitivo (el catéter en la pulmonar).
Posteriormente aborda muy brevemente nuevas terapéuticas, los objetivos del tratamiento, la caracterización adecuada del paciente y la estratificación del riesgo de los pacientes de presentar eventos adversos, algo que podría tener influencia clínica.
Comentario
Interesante documento, principalmente por la relevancia y frecuencia de la patología que aborda. Intenta poner en claro ciertas ideas, pero sin embargo su redacción resulta en ocasiones compleja. Recientemente, tanto la escuela americana como la europea han publicado sus guías de práctica clínica sobre IC respectivas, que, si uno debe elegir por motivos de tiempo, ganan la partida en sobremanera.
No obstante, hay que reconocer que también hay partes muy interesantes, como una breve y certera revisión sobre la utilidad del BNP y derivados, así como la orientación especial a lo que sucede con la IC en los servicios de urgencias, frecuentes olvidados a la hora de realizar los estudios sobre IC. Esto último provoca una sorprendente falta de datos en relación con algunas características de la enfermedad/enfermedades, y que se traduce en que muchas de las recomendaciones de las guías de práctica clínica sean de bajo nivel (nivel de evidencia C).
Referencia
- Weintraub NL, Collins SP, Pang PS, Levy PD, Anderson AS, Arslanian-Engoren C, Gibler WB, McCord JK, Parshall MB, Francis GS, Gheorghiade M; on behalf of the American Heart Association Council on Clinical Cardiology and Council on Cardiopulmonary, Critical Care, Perioperative and Resuscitation.
- Circulation. 2010; 122: 1975-1996