La aparición de derrame pericárdico importante es una complicación bien conocida del infarto de miocardio con elevación del ST, con frecuencia variable en las diversas series (al menos 6,6% con los últimos tratamientos). Los motivos pueden ser variados, rotura cardiaca, insuficiencia cardiaca, secundaria a hemorragia debida al tratamiento anticoagulante y antiagregante intensivo, disección aórtica con afectación de la coronaria derecha, etc.
A pesar de todo lo anterior, su pronóstico hospitalario no ha sido bien caracterizado.
Con la intención de completar esta laguna en el conocimiento, un grupo de investigadores de un gran hospital barcelonés llevan a cabo un trabajo seleccionando, en los últimos años, de manera prospectiva, aquellos pacientes con derrame pericárdico más que leve (≥10 mm, DP) de entre los más de 4.400 infartos con elevación del ST atendidos en su unidad de cuidados críticos cardiológicos, entre 1990 y 2008.
De esta forma incluyen en el análisis, 446 enfermos, de los cuales 228 tienen DP (88 taponamiento y disociación electromecánica, 44 taponamiento, 96 sin taponamiento inicialmente) y 218 con derrame leve (entre 5 y 9 mm).
El artículo, que supone la serie más larga de pacientes en relación con este tema concreto y publicado recientemente en Circulation, describe de manera detallada los criterios diagnósticos y el tratamiento habitual empleados para este tipo de enfermos en su institución, así como la evolución intrahospitalaria de esta serie de pacientes (a los 30 días). En los resultados, destaca -razonablemente- la enorme mortalidad del grupo con DP y disociación electromecánica (85% no operados, 89% operados), comparados con los taponados no disociados (11-22%), aquellos sin taponamiento inicialmente (17%) y la observada entre los que tuvieron un derrame leve (10%); mientras que aquellos sin derrame mostraron una mortalidad del 6%. El fallecimiento fue atribuible a rotura cardiaca en el 83% de los pacientes con disociación electromecánica, para los pacientes sin ella pero con taponamiento un 7%, y en el 8% en los que inicialmente no estaban taponados. Además, aparte de una completa descripción epidemiológica, se incluyen datos sobre el hematocrito obtenido del líquido en diversos pacientes y su utilidad para llevar a un diagnóstico sobre la causa cierta del derrame, a través de una punción dirigida especialmente a una mínima extracción de líquido (5-10 ml). Obviamente, el hallazgo de hematocritos altos supuso la confirmación de la rotura cardiaca.
Por tanto, los autores concluyen que el DP supone una mortalidad mayor, que es más alta en el subgrupo con taponamiento y disociación electromecánica. En los enfermos con taponamiento pero no disociados, sin embargo, la mortalidad es considerablemente menor tras la pericardiocentesis.
Comentario
Interesante estudio observacional unicéntrico llevado a cabo en nuestro medio, y que viene a aportar datos sobre un aspecto particularmente huérfano: la importancia de la presencia y la cuantía del derrame pericárdico en el seno del infarto con elevación del ST. Actualmente, en la época de los megatrials y las guías de práctica clínica, donde la investigación sobre cardiopatía isquémica se ha disparado exponencialmente, el presente artículo demuestra que aún hay lugar para investigar en temas muy relevantes y que permanecen prácticamente en el anonimato, haciendo que el manejo de algunos pacientes –no necesariamente pocos- permanezca en el más absoluto empirismo. Otra prueba de ello, es el editorial que la revista dedica al artículo de Figueras et al., abundando sobre la pregunta del millón de dólares, y que todavía desgraciadamente estamos lejos de poder contestar con rotundidad: Derrame pericárdico e infarto ¿rotura o no rotura?
Referencia
- Jaume Figueras, José A. Barrabés, Vicens Serra, Josefa Cortadellas, Rosa-Maria Lidón, Álvaro Carrizo y David García-Dorado.
- Circulation. 2010;122:1902-1909.