La disfunción eréctil se considera un factor de riesgo cardiovascular, siendo un importante predictor de enfermedad coronaria, sobre todo en menores de 60 años. Además, hay un alto porcentaje de pacientes con enfermedad coronaria que sufren de disfunción eréctil.
El primero es un hombre joven, sin otros factores de riesgo cardiovascular que la propia DE.
Al atender un paciente con disfunción eréctil (DE), sin enfermedad coronaria conocida, los autores recomiendan una cuidadosa valoración del riesgo cardiovascular, teniendo los anteriores datos en mente, e incluso llegando a sugerir que la DE será considerada en un futuro cercano como un equivalente de enfermedad coronaria (como la diabetes mellitus). También recomiendan la medición en sangre de los niveles de testosterona. El síndrome ocasionado por el déficit de dicha hormona, se ha relacionado con un aumento de la mortalidad de todas las causas, cardiovascular, y la aparición de DM tipo 2, síndrome metabólico, dislipemia y otros factores de riesgo cardiovascular. No obstante, existe cierta controversia en relación a la conveniencia del tratamiento sustitutivo.
Como punto a destacar, este artículo presenta una interesantísima Clasificación de riesgo para actividad sexual (Segundo Consenso de Princeton), que divide a los pacientes en 3 estratos de riesgo (bajo, medio y alto), en función de sus comorbilidades. El grupo de bajo riesgo puede mantener relaciones libremente (mas allá de 6 semanas tras un infarto no complicado), mientras que el de alto necesitaría estabilización previa (MHO, estenosis aórtica severa, insuficiencia cardiaca NYHA III o IV, angina inestable...) y los de riesgo intermedio una evaluación cardiovascular (como por ejemplo DE sin síntomas cardiovasculares, pero 3 o más factores de riesgo –excluyendo género).
Además, los autores esbozan unas sucintas pinceladas sobre el tratamiento farmacológico.
Así, en los pacientes con DE y enfermedad coronaria, los inhibidores de la fosfodiesterasa 5 (como el sildenafilo), son eficaces y no aumentan el riesgo de infarto de miocardio o mortalidad cardiovascular, según se señala en un reciente metaanálisis. Si, en cambio, están contraindicados en aquellos que toman nitratos, y se recomienda en dosis menores en los que además toman alfabloqueantes o fármacos que actúan sobre el CIT P450 3A4 (ketoconazol, eritromicina, inhibidores de la proteasa VIH). Destaca, dentro del manuscrito, una excelente tabla resumiendo posología, farmacocinética y precauciones a considerar con los diferentes inhibidores de la PD5 disponibles en el mercado.
En el segundo caso que discuten. Un paciente más veterano, con múltiples factores de riesgo cardiovascular se describe de forma breve como manejar la situación en presencia de fármacos que aumentan las probabilidades de DE y qué hacer si ésta se produce (ej cambiar a betabloqueantes que producen menos DE, como el nebivolol...).
Comentario
La salud sexual de nuestros pacientes es un aspecto crucial dejado en muchas ocasiones de lado por vergüenza o convenciones sociales mal entendidas. Desde luego, a la luz de los datos facilitados por el presente artículo, (y en otros muchos trabajos previamente), parece fundamental preguntar siempre a nuestros pacientes sobre la existencia de DE. Queda claro que esta no es una pregunta baladí ni morbosa que solo afecta a la esfera anímica del sujeto de manera aislada, sino que tiene una importancia física tan grande como otros factores de riesgo cardiovascular clásicos y que todos los médicos sí valoramos en nuestros pacientes. El conocimiento de las situaciones o fármacos (betabloqueantes, diuréticos, calcioantagonistas...) desencadenantes de la DE, así como de su adecuado manejo, además, aportará otros beneficios al sujeto que permitirán mejorar su calidad de vida, aumentando la autoestima, así como disminuir las probabilidades de eventos adversos ulteriores y, en última instancia, probablemente, la supervivencia.
Referencia
Physician Update: Erectile Dysfunction and Cardiovascular Disease
- Schwartz BG y Kloner RA.
- Circulation. 2011;123:98-101.