Las sociedades americanas ACC y AHA han lanzado hace unos meses sus nuevas guías sobre el control de la hipercolesterolemia con unas recomendaciones diferentes a las establecidas por las guías europeas del año 2012.
Las diferencias más importantes se basan en que los americanos proponen calcular el riesgo cardiovascular mediante una calculadora que, muchas voces expertas han señalado, sobreestima el mismo. Además debemos de tener en cuenta que la población europea, y muy especialmente la española, por su origen mediterráneo, tiene un riesgo teórico inferior de enfermar en relación a los americanos.
Por ello, el empleo de una calculadora americana de riesgo no puede tener sentido en nuestro entorno ya que además elevaría el número de sujetos que precisarían tratamiento, especialmente en personas previamente sanas y sin aún enfermedad cardiovascular clínicamente diagnosticada.
Por otra parte, las guías americanas recomiendan que aquellos sujetos que ya tengan enfermedad cardiovascular establecida, como son aquellos que ya han presentado un ictus o un infarto de miocardio, reciban siempre estatinas a dosis elevadas. Las guías europeas también recomiendan el empleo de estatinas, pero nos van a señalar un colesterol objetivo a alcanzar (colesterol LDL inferior a 70 mg/dl), para lo cual a veces las estatinas no van a ser suficientes y habrá que utilizar otros fármacos en combinación, mientras que en otros casos una dosis más moderada de estatinas podría ser completamente suficiente.
También debemos señalar que otras sociedades científicas americanas, como la de endocrinología, ya han mostrado reticencias a los criterios y fórmulas empleados por las guías de la ACC/AHA, y no han querido apoyarlas.
En relación a esta controversia generada recientemente, el Grupo de Riesgo Cardiovascular de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) se posiciona a favor de seguir empleando las recomendaciones de la Sociedad Europea. La SEC desde hace tiempo ya no elabora guías propias pues considera que debe suscribir las europeas, en cuya redacción está implicada.
De todas formas, existen todavía estudios en marcha que nos podrían ayudar a confirmar cuál de las diferentes opiniones vertidas en las guías sería la correcta.