Estudio prospectivo (más de un millón de personas y 22 años de seguimiento) que analiza la presencia de futura enfermedad coronaria en pacientes que desarrollan trastornos mentales a lo largo de su vida.
Evidencias previas muestran como la presencia de depresión o trastornos psicóticos muestran una mayor incidencia o mortalidad de la enfermedad coronaria (EC). En cambio no existen pruebas sólidas de la interacción que pueden mostrar otros tipos de enfermedades mentales (EM) sobre la aparición y curso de la EC. Los objetivos de los autores fue analizar la incidencia de EC asociada a un amplio abanico de EM en pacientes jóvenes y analizar aquellos factores de riesgo o condiciones socio-económicas que podían modificar esta relación.
Los autores diseñaron una gran cohorte cruzando datos de diferentes registros poblacionales (socio-económicos, altas hospitalarias, causas de defunciones, censales, multi-generacional…) con el objetivo de seleccionar todos aquellos varones suecos nacidos entre 1950 y 1976 cuyos padres biológicos podían ser identificados, que habían acudido al reclutamiento del servicio militar, donde habían pasado una entrevista estructurada con un psicólogo. Aquellos que habían presentado síntomas psiquiátricos fueron valorados por un psiquiatra. Los diagnósticos se realizaron de acuerdo a los enumerados en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-8,9 o 10 según el año). En el reclutamiento militar, se recogieron variables sobre factores de riesgo y uso de sustancias, incluidas alcohol y tabaco. Se realizó una clasificación socio-económica basada en la ocupación de sus padres en aquel momento y en su propia ocupación durante el seguimiento; cultural, según nivel de estudios; y de coeficiente intelectual. Los diagnósticos emitidos durante el seguimiento se extrajeron del registro de altas hospitalarias y del de causas de defunción. Tras excluir aquellos con diagnósticos previos de EC o EM, el tamaño muestral fue 1.099.304 personas.
En el momento del reclutamiento militar un 5,7% (62.868 personas) fueron diagnosticadas de algún tipo de EM. Durante un seguimiento de 22,6 años experimentaron 12.357 casos de EC, 1.440 de ellos fatales. El hazard ratio (HR) para el conjunto de todas las enfermedades mentales, ajustado por aquellas covariables relevantes, nivel socioeconómico y educacional, fue de 1,28 (1,21-1,35), variando desde 1,16 de la esquizofrenia y trastorno bipolar, hasta 1,37 en aquellos trastornos relacionados con el consumo de alcohol. Al analizar los ingresos psiquiátricos en el seguimiento (5% de la muestra, correlación con el reclutamiento 0,12; p<0,0001), el HR global fue 2,04 (1,92-2,15).
Los autores concluyen que existe un riesgo incrementado de EC en todos los tipos de EM y que este es apreciable incluso cuando el diagnóstico de EM se realiza en la juventud.
Comentario
El presente trabajo realiza un exhaustivo trabajo epidemiológico en una muestra de gran tamaño para demostrar la existencia de una relación fehaciente entre ambas enfermedades, mental y coronaria. La lectura se torna en algunos momentos complicada debido a lo complejo del diseño de la cohorte o por los múltiples ajustes realizados, sin embargo, la conclusión se muestra clara en todo momento.
Tanto los propios autores como el editorial acompañante a este trabajo revelan una serie de limitaciones a la hora de extrapolar los datos de esta serie. Caben destacar: 1) Al ser únicamente hombres resulta imposible inferenciar al sexo femenino, más aún cuando ciertos trabajos han mostrado mayor importancia de la depresión en la génesis de EC ligado a mujeres. 2) Todos los integrantes eran suecos, país que presenta una mayor prevalencia de EC que España, y como se señala en el editorial tiene un sistema público de salud, distinto al de Estados Unidos. 3) La recogida del hábito tabáquico y alcohol se circunscribe a dos años dentro de la cohorte. No se recogieron datos sobre dieta ni ejercicio físico.
Entre las explicaciones para la asociación entre EM y EC, los autores postulan varias teorías. Los pacientes con EM muestran una peor dieta, suelen realizar menos ejercicio físico y tienen un mayor consumo de sustancias adictivas. Por otra parte, suelen presentar un menor nivel socio-económico, educacional y/o de coeficiente intelectual que dificulta su acceso en igualdad de circunstancias a la atención médica, el cumplimiento de las medidas de prevención y la adherencia terapéutica. También hay que tener en cuenta que muchos de los tratamientos psiquiátricos administrados muestran efectos cardiovasculares y metabólicos negativos. Finalmente, existen algunos datos que apuntan como personalidades con altos niveles de estrés favorecen un estado proinflamatorio, y este la aparición de arterioesclerosis. En el editorial acompañante también se incluyen las patologías del sueño frecuentes en estos pacientes como una posible causa.
Como conclusión final, los resultados aquí enumerados deben aumentar nuestra atención a la hora de valorar y tratar a un paciente con algún tipo de EM que acude a nosotros con síntomas sugestivos de EC.
Referencia
- Gale, CR; Batty, GD; Osborn, DPJ; Tynelius, P; Rasmussen, F.
- Circulation. 2014;129:186-193.