¿Por qué la llegada de una herramienta tan útil como la ecocardiografía portátil tiene que plantearse como sustitución de algo consustancial a nuestra profesión de médicos? ¿Por qué la exploración física debe quedar desplazada? Yo lo planteo como una suma.
La exploración física tiene limitaciones, la ecocardiografía portátil tiene limitaciones. Si unimos ambas herramientas obtendremos más información que nos ayudará en la toma de decisiones con nuestros pacientes, como otros autores han sugerido (Cardim N. J Am Soc Echocardiogr 2013; 26: 597-9; Martin LD et al. Am J Cardiol 2009; 122: 35-41).
Evidentemente, el objetivo de la exploración no es distinguir si un soplo telediastólico es debido a una estenosis mitral o a una insuficiencia aórtica. Pero, el ecocardiograma portátil ¿nos dice si el paciente está en insuficiencia cardiaca? ¿Qué nos dice sobre la existencia de crepitantes, sibilancias, edemas y otros hallazgos clave para llegar al diagnóstico de insuficiencia cardiaca? Quizá podemos añadir el BNP al eco portátil y así podemos definitivamente no tener que tocar al paciente, dirán algunos. ¿Y el tercer tono, otro signo que ayuda al diagnóstico de insuficiencia cardiaca? La presión venosa sigue siendo un signo clave de sobrecarga de volumen para el diagnóstico de insuficiencia cardiaca y para el adecuado tratamiento de nuestros pacientes ¿Puede ese estudiante que ha aprendido en 16 horas darnos esa información? Y si sospechamos que el paciente tiene una pericarditis aguda, ¿nos dice el ecocardiograma si el paciente tiene roce pericárdico, un signo esencial en el diagnóstico? ¿No sería mejor buscar el roce con la auscultación y el derrame pericárdico con el eco? ¿No suman los hallazgos de la exploración y el ecocardiograma?
Finalmente, hay otro aspecto que me parece esencial sobre la exploración y que seguramente entenderán perfectamente todos aquellos que ven pacientes a diario: la exploración física, tocar al paciente, es un acto esencial en la relación médico-paciente. La forma de acercarse al paciente, con respeto, incluso con cariño, la forma de buscarle los pulsos, de palpar la región apical, el cuello, de auscultar, todo ello establece un vínculo especial. Este es un beneficio intangible, pero en esta época en la que nos invade un mundo en lo que interesa lo práctico, lo expresaré de otra manera. La realización del ecocardiograma en vez de la exploración física incurre en un coste de oportunidad, que no es más que la pérdida del valor de la acción no realizada, en este caso la exploración física ¿Confiará el paciente en el médico que no le explora y le hace un ecocardiograma de la misma manera que en el médico que le explora (con o sin ecocardiograma acompañante)? ¿Seguirá sus indicaciones de la misma manera?
Seguramente me estoy haciendo viejo y esto no son más que batallitas. Pero, mientras tenga una mínima responsabilidad sobre estudiantes y residentes, tendrán que aprender esas batallitas. Sé que en muchos otros centros la exploración cardiaca también sigue viva.