Se incluyó a 29.330 pacientes a los que se realizó CABG aislada y que no habían sido intervenidos previamente. Se determinó la función renal basal (Cr, MDRD), considerándose el deterioro agudo de la función renal tras la CABG según los tres grados de la clasificación AKIN (Acute Kidney Injury Network). Se excluyó a los pacientes con MDRD<15 o historia de diálisis.
Se comparó a los pacientes que deterioraban la función renal tras la CABG, con los que no la deterioraban de forma significativa (incluyendo incrementos de Cr<0,3mg/dL o <50%). El objetivo primario fue el desarrollo de ERCA (considerada como ERC que requiere el inicio de diálisis o trasplante), y el objetivo secundario muerte por cualquier causa o ERCA.
Se objetivó un deterioro de la función renal en el 13% de los pacientes (11% estadio 1), siendo predictores de dicho deterioro: edad avanzada, MDRD basal disminuido, FEVI disminuida, ictus, insuficiencia cardiaca, IAM previo y DM.
La mediana de seguimiento fue de 4,3 años, desarrollando ERCA el 0,4% de los pacientes, siendo predictores del mismo el MDRD bajo previo a la cirugía, la DM y la FEVI baja prequirúrgica. Asimismo, se vio una mayor incidencia de ERCA en aquellos pacientes con un deterioro de la función renal AKI 1 tras la CABG (HR 2,92; IC 95% 1,87-4,55), así como en aquellos con una deterioro AKI 2 y 3 (HR 3,81; IC 95% 2,14-6,79).
Durante el seguimiento falleció el 15% de los pacientes. La tasa de muerte o aparición de ERCA fue 4 veces mayor en pacientes con AKI 2 y 3 con respecto a los AKI 1.
Comentario
El deterioro de la función renal tras una CABG es una complicación frecuente que se ha relacionado con una mayor mortalidad e incidencia de nefropatía crónica, sobre todo cuando este deterioro es significativo. Sin embargo, existen pocos datos sobre la influencia de esta situación en el desarrollo de ERCA.
El análisis de resultados de este registro sueco, muestra una mayor incidencia de ERCA y muerte en los pacientes que presentaban comorbilidades importantes previamente a la CABG (FEVI baja, DM, deterioro de la función renal), algo que también se objetivó en aquellos pacientes que deterioraron la función renal tras la cirugía (y a mayor deterioro, peor pronóstico y mayor incidencia de ERCA).
Estos resultados, concuerdan con los observados en otras situaciones habituales de la práctica clínica, como el ICP, donde el deterioro significativo de la función renal supone un mayor riesgo de ERC y de eventos a largo plazo. Sin embargo, probablemente porque aún sabemos poco de la fisiopatología del síndrome cardiorrenal, existen situaciones, como el deterioro transitorio de la función renal en pacientes ingresados por IC descompensada, que no empeoran el pronóstico, más allá del peor pronóstico que supone la existencia de ERC en sí misma.
Este estudio evidencia una vez más la importante interrelación que existe entre corazón y riñón, y la importancia del manejo conjunto de ambos órganos. Asimismo, alerta sobre la necesidad de indicar correctamente intervenciones y técnicas, así como la necesidad de realizar un buen manejo periprocedimiento. Son necesarios más estudios encaminados a conocer mejor la fisiopatología de estos procesos para mejorar así su prevención y tratamiento.
Referencia
- Linda Rydén; Ulrik Sartipy; Marie Evans; Martin J. Holzmann.
- Circulation 2014; 130: 2005-2011.