Aun cuando la aterosclerosis se manifiesta en la edad adulta, los primeros cambios empiezan a darse en un periodo precoz: niños, e incluso fetos. Es por ello que las estrategias de prevención iniciadas en la infancia tienen cada vez mayor interés, puesto que el curso de la enfermedad es más reversible en esta fase.
Los autores de un reciente estudio realizado en Finlandia sobre 5.840 pacientes nacidos en 1966, cuyo peso y talla fue valorado al nacimiento, a los 12 meses y a los 14 y 31 años de edad, encuentran asociaciones entre el bajo peso al nacimiento y aumento de peso entre los 14 y 31 años con inflamación en la vida adulta.
Hay una relación entre el bajo peso al nacer, nutrición y enfermedad cardiovascular, de modo que una dieta enriquecida en nutrientes en los recién nacidos de bajo peso, aumenta mas adelante la presión arterial lo que sugiere un efecto adverso del exceso de nutrición.
Hay que resaltar la importancia de la obesidad infantil en el desarrollo de enfermedad cardiovascular en el adulto, ya que actualmente estamos asistiendo a una verdadera pandemia de obesidad en la niñez. En España se ha observado entre 1984 (Estudio Paidós) y 2000 (Estudio Enkid) un aumento de la prevalencia de sobrepeso y obesidad durante la infancia.
Las patologías asociadas con la obesidad, constituyen factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad coronaria en adultos, aunque el proceso aterosclerótico avanza de forma silente durante décadas antes de manifestarse.
Hay que resaltar la importancia de la actividad física en la niñez y la adolescencia como la mejor profilaxis para luchar contra la enfermedad cardiovascular del adulto. En este sentido, dedicar un mínimo de 60 minutos diarios a practicar una actividad física de moderada a intensa, se relaciona con una capacidad cardiovascular mas saludable en los adolescentes.
El beneficio cardiovascular que obtienen los pacientes obesos al incrementar la actividad física es superior al del control de la dieta para reducir el peso. Es por ello que el ejercicio debe considerarse la piedra angular en la que debemos basar las modificaciones del estilo de vida para prevenir la enfermedad coronaria.