Valga la cacofonía para llamar la atención sobre un detalle (irrelevante como casi todos los que se tratan en esta gacetilla, pero polémico que es lo que se pretende.) Es curioso que en esta época dominada por la "medicina basada en la evidencia" sigamos en muchos casos actuando y decidiendo a base de mitos.
Entendiendo como mito la persona o cosa a la que se le atribuye una cualidad o realidad de la que carece. Hay bastantes y bastante extendidos en nuestra práctica. A continuación van algunos relacionados con la pérdida de peso, inspirados en Chhabra y cols. Si alguien quiere contribuir relatando otros de los muchos mitos que manejamos, la puerta del blog de la SEC está siempre abierta y toda contribución es bienvenida con agrado.
Los pacientes que atendemos en las consultas de cardiología tienen con altísima frecuencia sobrepeso u obesidad (70% y 40%, respectivamente, por lo menos). Muchos colegas se desentienden siquiera de intentar tratar este disturbio metabólico. Y los que lo hacemos nos movemos con frecuencia a base de mitos, probablemente por desconocimiento del asunto y porque no siempre podemos recurrir a los profesionales adecuados.
Para empezar, y aunque así lo creamos, no se ha demostrado que la pérdida de peso en los obesos alargue la vida. Sí es cierto que mejoran diversas variables indirectas como presión arterial, lípidos o glucemia, pero los pocos estudios aleatorizados emprendidos no han hallado reducciones de la mortalidad en una enfermedad metabólica directamente relacionada con el peso como es la diabetes de tipo 2. Esto tampoco quiere decir nada. Perder peso es bueno para muchas cosas y los estudios tienen muchas e importantes limitaciones en este campo. Pero la hipótesis de la mejora del riesgo es cierta sólo en parte y no es necesario recurrir a este tipo de argumentos para convencer a los pacientes de que deben perder peso si les sobra.
Además está la llamada "paradoja de la obesidad", que ha hecho tambalearse el mito de que la obesidad es perjudicial para todo. Sí lo es claramente para la fibrilación auricular (véase
entrada del Dr. Vidal en el blog del 6 de mayo de 2015). Pero parece que no lo es tanto en la insuficiencia cardiaca crónica: los pacientes que desarrollan insuficiencia cardiaca viven más si son obesos que si son delgados. Debe ser una cuestión de desgaste, de "reservas" como decían antes.
Un mito habitual es que la actividad sexual es una agradable modalidad de ejercicio físico que hace quemar muchas calorías. Y por eso adelgaza. Muchos pacientes (especialmente varones) así lo creen. Los médicos -¿para qué?- no les desengañamos. Dicha actividad tiene muchos aspectos positivos aunque no haga perder peso. Tampoco importa mucho en el fondo. Pero lo cierto es que un intercambio sexual medio (10 minutos, tirando muuuuy por alto) apenas llega a consumir 40 calorías. Las que tiene una simple galleta.
Otro mito que creemos a pies juntillas es que perder peso de golpe es peligroso y que debemos aconsejar a los pacientes que lo hagan gradualmente (se dice que 1-2 kg/semana). Lo cual no está soportado por los estudios científicos modernos; incluso parece que frenar el ímpetu inicial de los pacientes para perder peso puede hacer que el resultado conseguido sea peor. Este mito seguramente arranca de los estudios iniciales en los que se usaban dietas muy restrictivas en calorías (incluso menos de 800 diarias) para perder peso rápidamente. Hoy se ha visto que es una barbaridad, pues los pobres pacientes apenas podían practicar ejercicio porque perdían mucha masa muscular, con lo que el problema empeoraba en lugar de mejorar. Los programas de pérdida de peso actuales permiten pérdidas de peso rápidas y sostenidas, que no son peores que las pérdidas lentas que acaban aburriendo a los pacientes.
Tampoco es verdad que señalarles objetivos modestos -aparentemente más factibles- anime más a los pacientes a perder peso que ponerles metas muy ambiciosas. Hay estudios que apuntan a que el estímulo positivo de los objetivos ambiciosos es mayor que el negativo de la decepción por no lograrlos al completo.
Para terminar, un mito escuchadísimo: "cuando la obesidad es hereditaria no hay nada que hacer; mejor ni te molestes en plantear un programa de pérdida de peso". Ciertamente es más difícil perder peso en estos casos, pero los factores ambientales influyen en la expresión de los genes y controlándolos pueden conseguirse resultados aceptables.
Hay que empeñarse, como en todo. E informarse para no hacer una medicina mitológica, sino moderna. Además de personalizada.
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