A partir de ahora, tras conocer los resultados del estudio SPRINT, podemos asistir a un cambio notable, pues en este ensayo clínico se han abordado aspectos no resueltos hasta la fecha, y es importante que la información obtenida sea trasladada a la práctica clínica.
En los últimos años, concretamente desde 2003 hemos asistido a una situación muy curiosa en relación a las recomendaciones de las principales sociedades científicas en cuanto al tratamiento de la HTA. En ese año, tanto la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) con la Sociedad Europea de HTA (ESH) como el Joint National Committee (JNC) on Prevention, Detection, Evaluation, and Treatment of High Blood Pressure publicaron sus respectivas guías de práctica clínica. En esa fecha también la Sociedad Española de Cardiología publicó sus últimas guías propias, pues a partir de entonces se adoptan y adaptan las de la ESC a nuestro país. Desde entonces, la ESC junto con la ESH ha publicado nuevas ediciones, en 2007 y 2013, además de una actualización (Reappraisal) de 2009 redactada únicamente por la ESH. En cambio, los responsables de JNC consideraban que en estos años no había nuevos elementos que justificaran otra versión, y el esperado VIII informe no vio la luz hasta finales de 2013, además firmado por los autores encargados de su elaboración, pero no avalado por ninguna institución oficial. Simultáneamente, otras sociedades científicas estadounidenses (AHA, ACC, CDC...) publicaron sus propios documentos de tratamiento de la HTA.
Lo realmente llamativo es que, basándose todas en la misma evidencia científica, en ocasiones sus recomendaciones difieren: tanto en los objetivos de presión arterial a alcanzar como en la selección de los fármacos antihipertensivos, o en algo tan básico como el punto de corte de edad para considerar a los pacientes "ancianos". Es cierto que algunas de estas cuestiones no se han analizado directamente en los ensayos clínicos en los que se basan y, con frecuencia, se recurre a las opiniones de expertos: nivel de evidencia C en las guías europeas o grado E en el informe firmado por los autores del JNC VIII.
A partir de ahora, tras conocer los resultados del estudio SPRINT, podemos asistir a un cambio notable, pues en este ensayo clínico se han abordado aspectos no resueltos hasta la fecha, y es importante que la información obtenida sea trasladada a la práctica clínica. Los resultados, ampliamente divulgados, confirman que en una población de alto riesgo cardiovascular, tratar la HTA con un objetivo de presión arterial sistólica <120 mmHg (grupo intensivo) comparado con <140 mmHg (grupo estándar), tuvo como resultado menos tasas de eventos cardiovasculares mayores fatales y no fatales y muertes por cualquier causa. Hubo una reducción estadísticamente significativa de un 25% de un combinado de eventos y muerte cardiovascular y una reducción del 27% de la mortalidad total; la presión arterial al año fue 121,4/68,7 mmHg y 136,2/76,3 mmHg en los grupos respectivos, mientras que el número medio de antihipertensivos fue de 2,8 en el grupo intensivo frente a 1,8 en el estándar. Es interesante resaltar que este estudio, realizado en Estados Unidos (incluido Puerto Rico) fue patrocinado por el National Heart, Lung, and Blood Institute (NHLBI) y que el comité de seguridad aconsejó suspenderlo prematuramente por la diferencia de eventos entre los grupos; así, la mediana de seguimiento fue 3,2 años de los 5 previstos.
Es cierto que no se incluyeron pacientes diabéticos ni que hubieran tenido un ictus, pero el perfil de los estudiados abarca una amplia población de los hipertensos atendidos a diario en consulta: mayores de 50 años, con presión arterial sistólica entre 130 y 180 mmHg y alto riesgo cardiovascular, entendido como enfermedad cardiovascular (clínica o subclínica), insuficiencia renal crónica con FGE 20-60 ml/min/1,73m2, riesgo cardiovascular según escala de Framingham >15% o edad ≥75 años. Así, los resultados son aplicables a la mayoría de nuestros pacientes.
Teniendo en cuenta los datos epidemiológicos desde el estudio Framingham que han demostrado, de forma contundente, el peso de la HTA en la morbimortalidad cardiovascular, con relación directa entre las cifras de presión arterial, incluso desde niveles considerados de presión arterial normal-alta (130-139/ 85-89 mmHg) y la aparición de eventos, los hallazgos del estudio SPRINT refuerzan la idea de que no debemos conformarnos con los objetivos menos ambiciosos propuestos en los últimos años por todas las sociedades científicas, pues estamos privando a muchos de nuestros pacientes de un innegable beneficio.
Por tanto, debemos esperar que en las próximas guías se incorpore, con nivel de evidencia B, la indicación de alcanzar objetivos de presión arterial más estrictos al menos en la población incluida en este estudio.
Referencia
A Randomized Trial of Intensive versus Standard Blood-Pressure Control
- The SPRINT Research Group.
- N Engl J Med 2015; 373:2103-2116.
Sigue la sesión en streaming el 20 de enero, a las 20:00 h, a través de http://hta16.secardiologia.es
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Actividad acreditada con 1,5 créditos por el Comité de Acreditación de la Sociedad Española de Cardiología