Los cambios en el estilo de vida y el tratamiento médico son dos pilares de la prevención cardiovascular, ya que son eficaces para reducir la incidencia de las patologías cardiovasculares (CV) y para mejorar del pronóstico de los pacientes cuando la enfermedad CV se presenta.
La prevención CV necesita que el paciente siga un estilo de vida saludable y la medicación recomendada. Pero también es muy importante que los profesionales sanitarios se adhieran a las recomendaciones de las guías de práctica clínica, que se prescriban los fármacos que se asocian a un beneficio pronóstico reconocido a las dosis recomendadas y que la organización sanitaria se adapte para poder llevar a cabo una estrategia de rehabilitación tras un problema CV agudo. Solo de esta forma podremos obtener el retorno de la inversión en términos de salud que se deriva de dichas intervenciones.
Por poner un ejemplo, la eficacia de la warfarina en la prevención del riesgo de ictus en pacientes con fibrilación auricular no valvular es alrededor del 62%. En el mundo real podría estimarse que sobre un 50% de los pacientes con indicación de anticoagulación la reciben y la cumplimentación por parte de los pacientes ronda el 41%. Pues con estos datos solo obtendríamos un retorno de la inversión sobre el beneficio estimado del 12%. Por tanto, la cumplimentación por pacientes y profesionales sanitarios son barreras muy importantes para obtener en los pacientes del mundo real los beneficios derivados del progreso de la ciencia.
Para superar estas limitaciones se han desarrollado múltiples estrategias. Estoy convencido de que las aplicaciones informáticas ya juegan, y lo harán aún más, un gran papel. Otra estrategia es el desarrollo y comercialización de policomprimidos que también nos ayudarán a obtener un mayor retorno de la inversión que representa todo el esfuerzo necesario para disponer de nuevas estrategias y alternativas terapéuticas eficaces.
La publicación reciente en la Revista Española de Cardiología del Documento de Consenso Español titulado: 'Un paso más allá en la prevención secundaria del riesgo cardiovascular. Documento de consenso del uso clínico del policomprimido' es un intento de reflexionar sobre los problemas de adherencia terapéutica en la prevención cardiovascular (secundaria de la cardiopatía isquémica pero también en pacientes con ictus de etiología aterotrombótica, enfermedad vascular como la claudicación intermitente y otros grupos de pacientes de alto riesgo CV) intentando identificar oportunidades de mejora así como hacer propuestas sobre los pacientes que de forma prioritaria podrían beneficiarse de esta nueva estrategia terapéutica que en un comprimido incluye atorvastatina, aspirina y ramipril.
Los pacientes en los que se logren los objetivos de control de LDL colesterol con la dosis de atorvastatina del policomprimido, pacientes identificados con problemas de adherencia, los que presenten dificultades de acceso a la medicación e incluso pacientes tras un episodio agudo en los que se identifiquen problemas de adherencia serían los grupos prioritarios para el uso clínico del policomprimido actualmente disponible.
Aunque hasta la actualidad no disponemos de estudios que valoren la eficacia en términos de reducción de mortalidad y morbilidad, la mejora demostrada de la cumplimentación con esta nueva estrategia es previsible que se asocie a beneficios pronósticos. Estudios en marcha en la actualidad, en particular en Estudio SECURE en pacientes mayores de 65 años con un infarto reciente en los que se compara al eficacia de una estrategia terapéutica con el policomprimido frente a los monocomponentes aportará una información de extraordinaria relevancia en un escenario de pacientes con síndrome coronario agudo reciente.
El desarrollo futuro de una formulación con una dosis mayor de atorvastatina (40 mg) permitirá alcanzar en mas pacientes los objetivos lipídicos recomendados por las guías de práctica clínica y, en concreto, de acuerdo a las últimas recomendaciones de la ACC/AHA para el tratamiento de la dislipemia sería la dosis recomendada en pacientes mayores de 75 años en que práctica clínica representan al menos la mitad del universo de pacientes en prevención secundaria CV.
Referencia
- González-Juanatey JR, Mostaza JM, Lobos JM, Abarca B, Listern JL.
- Rev Esp Cardiol. 2016;69:547-50.