En España se producen cada año unos 30.000 casos de parada cardiaca con unas posibilidades de supervivencia que oscilan tan solo entre el 5 y el 11% si se producen fuera del entorno hospitalario. La formación de la población en Soporte Vital Básico (SVB) resulta crucial para mejorar el pronóstico en estos casos y en los últimos años se ha incrementado el número de métodos de formación existentes. Aunque la fórmula más eficaz no está definida, una revisión sistemática de la literatura publicada este mes en Revista Española de Cardiología (REC), la principal publicación científica de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), concluye que los programas formativos guiados presencialmente por un instructor resultan más eficaces que las estrategias de autoaprendizaje basadas en vídeos o plataformas virtuales.
La Dra. Violeta González-Salvado, una de las autoras de la investigación, explica que “también se ha observado cierta ventaja de los métodos que incluyen la práctica de habilidades respecto a los que imparten solo teoría, y del uso de dispositivos que ofrecen feedback en tiempo real de calidad de la RCP durante el entrenamiento”.
El reentrenamiento breve y frecuente también se presenta como decisivo para evitar el deterioro de las habilidades adquiridas. En este sentido, “los métodos de autoaprendizaje sí podrían tener un papel para llegar a un mayor número de ciudadanos, aumentar la concienciación y favorecer el recuerdo de las habilidades adquiridas”, detalla la experta.
Situación en España
Siguiendo la tendencia del resto de países europeos, el número de iniciativas formativas en Soporte Vital Básico va en aumento en España. “Existe un interés y una consciencia de importancia crecientes. Aunque a diferencia de otros países europeos, como Noruega o Dinamarca, estos programas formativos están poco implantados en la sociedad; se necesitan estrategias que faciliten el acceso de la población a la formación eficaz en soporte vital básico y un mayor compromiso por parte de las instituciones para garantizar su implantación”, reflexiona la Dra. González-Salvado. No existe, por ejemplo, una inclusión formal de estos contenidos en el currículum escolar, como sí ocurre en otros países.
Falta de homogeneidad en la formación
El término Soporte Vital Básico se refiere “al soporte ventilatorio y circulatorio de la víctima de parada cardiaca sin contar con material específico”. La secuencia de SVB comprende el conjunto de acciones que componen la primera atención a la víctima de una posible parada cardiaca (reconocimiento de la parada mediante la comprobación del estado de respuesta y respiración, alerta a servicios de emergencia e inicio de la reanimación cardiopulmonar), que se sigue del uso del desfibrilador semiautomático.
Una de las principales dificultades encontradas en esta revisión apunta a una falta de homogeneidad entre los estudios, existiendo gran variabilidad en la definición del término SVB y por tanto de los contenidos impartidos en la formación. “Este aspecto, junto a la heterogeneidad de instrumentos de evaluación y de criterios para considerar eficaz la intervención educativa, limita la comparabilidad de los estudios y hace difícil extraer conclusiones definitivas”, asegura la experta.
Necesidad de formar a grupos de riesgo
Además, se destaca un aspecto relevante respecto al perfil de los ciudadanos que participan más habitualmente en la formación en SVB, siendo el más habitual el de una mujer joven, con estudios universitarios del ámbito de la salud o de la educación. “Este perfil difiere del de los testigos más probables de una parada cardiaca según los estudios epidemiológicos: generalmente mujeres de mayor edad, familiares directos de la víctima”, apunta la autora. Como se recomienda tanto en las guías europeas de reanimación como en las guías para la prevención de la muerte súbita cardiaca, “coincidimos en que es necesario buscar estrategias para facilitar esta formación a grupos de riesgo, como familiares de pacientes en riesgo de sufrir parada cardiaca”.