La implantación de válvulas aórticas a través de la vía percutánea, uno de los avances más significativos de la cardiología intervencionista en los últimos años
Actualmente, se ha convertido para muchos pacientes con cardiopatía terminal en la última solución
En menos de tres años ha pasado de ser un recurso experimental a ampliar su implantación clínica y su tasa de éxito
Reduce en prácticamente un tercio la mortalidad de los pacientes (del 30% al 10%)
Se prevé que la evolución de las técnicas y recursos permitirá multiplicar en 2-3 años sus indicaciones
La mayor parte de las intervenciones por problemas valvulares cardiacos se llevan a cabo en personas con edades avanzadas. En muchos casos, la gravedad de sus lesiones y las comorbilidades que presentan son causa más que justificada para no recomendar su intervención por medio de los abordajes quirúrgicos clásicos. En pacientes con estenosis aórticas severas, la implantación percutánea de válvulas aórticas se ha erigido en la mejor alternativa, aunque la complejidad de la intervención y la constante evolución de los recursos empleados están limitando su utilización.
Con todo, en España se ha acrecentado significativamente su utilización y cada vez son más los hospitales que han empezado a desarrollar esta técnica. Actualmente, una decena de centros hospitalarios españoles implantan prótesis aórticas percutáneas, siendo medio centenar de pacientes los que se han beneficiado ya de este recurso, siendo uno de los países punteros en este ámbito.
Aunque la técnica de implantación de estas prótesis es compleja y se requiere una gran pericia, los resultados que se están alcanzando son cada día mejores y muy prometedores. Según reconoce el Dr. Carlos Macaya, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico de San Carlos de Madrid, “en tan sólo dos o tres años se podrán ampliar sus indicaciones, pudiendo ser de utilidad no sólo en pacientes terminales de edad muy avanzada, en lo que se desaconseja la intervención quirúrgica tradicional”.
Para el Dr. Macaya, “no cabe duda que se trata de una técnica que está en pleno desarrollo, en constante evolución y que está perfeccionando; por lo tanto, no hemos llegado al máximo desarrollo tecnológico que permita un más sencillo manejo de estos dispositivos”.
Pero la complejidad que conlleva actualmente el implante de prótesis aórticas percutáneas radica también en las peculiares características de los pacientes que en estos momentos son candidatos a someterse a esta innovadora intervención. “Son enfermos graves de edad muy avanzada, con una estenosis aórtica muy severa y que suelen presentar comorbilidades asociadas (aproximadamente la mitad tienen enfermedad coronaria y habitualmente refieren alteraciones en las arterias periféricas, que dificultan el paso de las prótesis); en definitiva, son personas que tienen un alto riesgo de fallecer aunque no se les someta a esta intervención y, por lógica, su riesgo de padecer complicaciones o de morir durante el implante es alto”.
Mayor uso y más éxito
El riesgo de complicaciones graves o de fallecimientos con esta técnica se ha reducido sustancialmente con el tiempo. En estos momentos, el riesgo de mortalidad al mes es inferior al 10%, mientras que la tasa de mortalidad esperada en estos mismos pacientes cuando son sometidos a cirugía es superior al 30%.
El implante aórtico percutáneo se inició tímidamente hace 6 años, siendo su precursor el francés Alain Cribié. Inicialmente, este recurso era la última opción para pacientes en los que se había descartado la cirugía, por plantear más riesgo que beneficios; de hecho, como recuerda el Dr. Macaya, “los pacientes candidatos debían haber sido rechazados por al menos 2-3 centros quirúrgicos, mientras que ahora con un único rechazo se considera de elección este abordaje”.
Fruto de esta creciente expansión de la técnica, a finales del año 2007 se habían realizado ya casi un millar de implantes de prótesis aórticas percutáneas en todo el mundo; en estos momentos, la cifra ya se ha duplicado, con una tasa de éxito que se acerca al 90%.
Las prótesis aórticas percutáneas que se suelen utilizar son, fundamentalmente, de dos tipos: la de Edwards Sapiens, que se implanta por medio del inflado de un balón, y la Core-Valve, un stent que se autoexpande. En ambos casos, se utiliza tejido animal. Ya, en situaciones en las que se documenta una importante patología arterial periférica (lo que impide un correcto acceso aórtico), se apuesta por una intervención híbrida, en la que participan los cirujanos y los cardiólogos intervencionistas, efectuando una pequeña incisión torácica (transapical) a través de la cual se implanta esta prótesis de manera mínimamente invasiva.
“La fase de investigación clínica en estos casos es realmente un reto, puesto que utilizamos una tecnología compleja en un paciente en situación muy grave”, confirma el Dr. Macaya. Tal y como añade, “si conseguimos resolver algunos aspectos todavía en estudio, pronto puede ser una técnica alternativa a la cirugía y no sólo como último recurso en pacientes en los que se rechaza la intervención quirúrgica”.
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http://www.fundaciondelcorazon.com/corazon-facil/videos/metodos-diagnosticos.html