Nuestra sociedad está actualmente envejeciendo a una velocidad muy acelerada, lo que hace que cada vez haya más pacientes ancianos en las unidades coronarias, muchos de ellos octogenarios y nonagenarios. La mayor parte de los cerca de 70.000 infartos agudos de miocardio que se producen al año en España, son sufridos por pacientes mayores de 75 años.
Por su alta tasa de efectividad, la angioplastia primaria se considera el tratamiento más adecuado para tratar el infarto agudo de miocardio en la mayoría de los pacientes. En la población anciana, sin embargo, había escasas evidencias acerca de la mejor estrategia para su tratamiento, ya que existen pocos estudios comparando las dos principales procedimientos, la angioplastia primaria (ACTP1ª) y la fibrinólisis.
Tras realizar una encuesta en hospitales españoles con capacidad para realizar angioplastias primarias, se descubrió que el 42% de los mayores de 75 años ingresados por infarto agudo de miocardio no recibían tratamiento alguno de reperfusión, y de los que lo recibían, la mayoría eran tratados con fibrinólisis en vez de con angioplastia primaria.
Por todas estas razones, las secciones de Cardiopatía Isquémica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología, impulsaron el estudio TRIANA (TRatamiento del Infarto Agudo de miocardio eN Ancianos) con el objetivo de comparar ambas estrategias y descubrir cuál resulta más efectiva en este subgrupo de pacientes, cada vez más amplio.
El estudio, publicado en la última edición del European Heart Journal, se realizó en 23 hospitales españoles entre marzo de 2005 y diciembre de 2007. Se analizaron pacientes mayores de 75 años que acudieron a las unidades coronarias con infartos agudos de miocardio con elevación del segmento ST de menos de seis horas de evolución, y que eran candidatos óptimos para la fibrinólisis, es decir, que no presentaban contraindicaciones como cifras de tensión arterial superiores a 180 – 110 mmHg, que no padecían ningún accidente cerebrovascular o accidente isquémico transitorio y no estaban en shock cardiogénico.
Estos 266 pacientes fueron aleatorizados con ACTP1ª y fibrinólisis, y se les realizó un seguimiento de doce meses descubriendo así que, en este caso, la angioplastia primaria lograba un 6,5% menos de muertes, reinfartos o accidentes cerebrovasculares incapacitantes en ancianos. Concretamente, el tratamiento de la angioplastia primaria logró un 18,9% de aparición de estos eventos en los 30 días siguientes a la intervención, mientras que con la fibrinólisis se produjeron un 25,4% de estos episodios.
Tras combinar los resultados de este estudio con los dos ensayos anteriores de reperfusión en pacientes ancianos, se comprobó definitivamente una superioridad de la ACTP1ª frente a la fibrinólisis en reducir resultados desfavorables como la muerte, nuevo infarto o ictus.
El resultado a favor de la aplicación de la angioplastia primaria se debe a la gran capacidad de ésta de abrir la arteria coronaria, con aproximadamente un 90% de éxito. En contraposición, la fibrinólisis sólo logra abrirla en un 70% de los casos y, además, en un 10- 20% de las ocasiones vuelve a cerrarse posteriormente.
"Podría decirse que la fibrinólisis es un tratamiento ciego, mientras que la angioplastia primaria es una intervención dirigida y muy precisa", aclara el Dr. Héctor Bueno, miembro de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), coordinador de cardiología clínica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y primer autor del estudio.
La angioplastia primaria (ACTP1ª) trata la oclusión de la arteria coronaria mediante la destrucción mecánica del coágulo para, a continuación, implantar un stent (una especie de malla metálica) que resuelva la estrechez subyacente.
La fibrinólisis consiste en la administración de fármacos que disuelven el coágulo, desobstruyendo el vaso tapado.