Aunque la angina de pecho estable es una forma común de presentación de la cardiopatía isquémica y un problema muy frecuente en el mundo desarrollado, existe una impresión subjetiva de que se trata de un problema poco relevante.
Con el objetivo de conocer la práctica cardiológica habitual en el paciente con agina estable y, por primera vez en España, estudiar la percepción de médicos y pacientes sobre el impacto de esta enfermedad en la calidad de vida y la eficacia general del tratamiento, además de la percepción de la enfermedad del médico y del paciente, se ha realizado el estudio AVANCE, cuyos resultados han sido publicados en el último número de Revista Española de Cardiología (REC), revista que edita la Sociedad Española de Cardiología (SEC).
El estudio observacional, multicéntrico y transversal, que incluye a 2.024 pacientes y cuenta con la colaboración de 419 cardiólogos de toda España, revela que el 58% de los pacientes con angina de pecho estable nota una limitación física como consecuencia de la enfermedad, y que el 25% sufre una disminución en la calidad de vida desde el diagnóstico.
“Tras contestar el cuestionario sobre calidad de vida, los pacientes declararon que sus limitaciones diarias se encontraban fundamentalmente en el ámbito físico, no en el mental, lo que empeoraba su percepción de la calidad de vida. Prácticamente la mitad de los enfermos también declaró que consideraba su enfermedad como moderadamente grave”, destaca el Dr. Xavier Borrás, miembro de la SEC y del Servicio de Cardiología del Hospital de Santa Creu i Sant Pau de Barcelona.
El estudio también ha incluido un cuestionario sobre percepción de la enfermedad por parte del médico y reveló que este consideraba ligeramente menos grave la enfermedad que su paciente. Así, en una escala de valoración de la gravedad en que 0 es nada grave y 10 muy grave, la puntuación media de los pacientes fue de 4,5 frente al 4,3 de los médicos. Además, el 49,9% de los pacientes valora su enfermedad como moderadamente grave.
El trabajo también muestra que un 52% de los pacientes recibe un tratamiento óptimo (ya que recibe un antiagregante plaquetario, un BB, una estatina y un IECA o ARA–II). El 66% de los pacientes han sido revascularizados (el 48% mediante cateterismo, el 11,4% mediante cirugía y el 6,1% con ambas técnicas). Aún así, existe un alto porcentaje de reincidencia de la enfermedad, ya que a los ocho meses de haber sido revascularizados, el 60% de los pacientes vuelve a notar síntomas de angina de pecho, debido a que que las lesiones de arterias de pequeño calibre no pueden ser revascularizadas.
“El presente estudio pone de manifiesto, además, que aunque la satisfacción con el tratamiento se encuentra en un nivel aceptable, esta disminuye en aquellas personas que padecen más crisis. En todo caso, estos resultados nos deben hacer reflexionar sobre no subestimar la percepción que tiene el paciente sobre su enfermedad”, concluye el Dr. Borrás.
Sobre la angina de pecho estable
La angina de pecho estable es un síndrome clínico frecuente, en ocasiones incapacitante, caracterizado por malestar en el pecho, las mandíbulas, los hombros, la espalda o los brazos, que aparece con el ejercicio o el estrés emocional y remite con el descanso o la administración de fármacos o mediante la revascularización (intervención quirúrgica que utiliza venas de la pierna, o arterias de otra parte del cuerpo, para desviar la sangre tras la obstrucción de las arterias coronarias, que son las que suministran sangre oxigenada al corazón).
La angina de pecho se produce cuando las demandas de oxígeno del músculo cardíaco, superan al aporte, lo que conlleva una deficiencia de sangre y oxígeno en el miocardio provocando un estrechamiento de las arterias, lo que puede favorecer la presencia futura de algún evento cardiovascular fatal. La prevalencia es de entre el 2% y el 4% y la mortalidad se incrementa con riesgos del 1,2 al 1,4 según la población estudiada.