La Sociedad Española de Cardiología (SEC) celebra en Palma de Mallorca este 20 y 21 de septiembre la Reunión Anual de su Sección de Cardiología Geriátrica, a la que se espera que acudan un centenar de asistentes especialistas en este campo, entre cardiólogos, geriatras y médicos de familia.
En esta reunión se va a presentar el estudio PEGASO (Pronóstico de la Estenosis Grave Aórtica Sintomática del Octogenario) que ha consistido en un registro prospectivo de ámbito nacional en el que se ha estudiado a 1.000 personas de más de 80 años a las que se ha seguido durante dos años. Los pacientes estudiados presentaban una grave enfermedad de la válvula de la aorta, que se puede considerar como “la puerta de salida del corazón”, comunicando este órgano con el resto del cuerpo.
Esta enfermedad, denominada técnicamente estenosis aórtica, es la enfermedad más frecuente de las válvulas del corazón, y afecta al 10% de la población mayor de 80 años.
Según el estudio PEGASO, la mitad de los pacientes de más de 80 años con este problema no recibe ningún tipo de tratamiento (cirugía o percutáneo), además del tratamiento médico, de forma que solo una cuarta parte se trata con cirugía y otra cuarta parte con un tratamiento percutáneo, mediante el cual se les implanta una válvula aórtica.
“Tanto los pacientes que se operan como los que reciben el tratamiento percutáneo experimentan una mejoría notable de su calidad de vida. El mensaje de este estudio está claro: pone de manifiesto la necesidad de intervenir a pacientes octogenarios con estenosis de la aorta”, destaca el Dr. Manuel Martínez Sellés, presidente de la Sección de Cardiología Geriátrica de la SEC y miembro de la unidad de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid.
En la reunión también se van a presentar los primeros resultados del estudio 4C, “Caracterización Científica del Corazón del Centenario”, impulsado conjuntamente por la Sección de Cardiología Geriátrica de la SEC y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG). Se trata de otro estudio nacional para el que ya se han reclutado a más de 70 centenarios y cuyo objetivo es llegar a los 100. “Este estudio va a tener un gran valor desde el punto de vista cardiológico, puesto que se va a realizar un análisis geriátrico muy completo de estas personas, registrar dónde viven, si son dependientes o no, su situación cognitiva, efectuarles un electrocardiograma y un ecocardiograma y un estudio genético, realizado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en Santiago de Compostela, para estudiar los genes de la longevidad y descubrir por qué este colectivo de individuos ha llegado a vivir más de cien años”, explica el Dr, Martínez Sellés.
“Actualmente no se sabe nada del corazón de los centenarios. Se han hecho estudios en pacientes nonagenarios, pero no se han realizado electrocardiogramas y ecocardiogramas a un grupo de individuos centenarios. La hipótesis es que deben tener algún tipo de protección, pero no sabemos cuál”, informa el Dr. Martínez Sellés.
Anciano polimedicado
Otra sesión de sumo interés es la dedicada al anciano polimedicado. Actualmente, el anciano que ha sufrido un infarto agudo de miocardio (IAM) recibe el alta del hospital con una prescripción media de entre 8 y 12 pastillas solo para controlar su riesgo cardiovascular, a las que, a menudo, se deben sumar otras píldoras para tratar las otras patologías que padece, como la diabetes, el deterioro cognitivo, la osteoporosis o enfermedades osteomusculares para las que debe tomar numerosos analgésicos y antiinflamatorios. Esta situación no solo hace extremamente difícil el cumplimiento terapéutico, sino que propicia que se produzcan interacciones medicamentosas y sus efectos indeseables.
“Cada vez más, los cardiólogos nos planteamos que una disminución del número de comprimidos podría mejorar el cumplimiento terapéutico por parte del anciano polimedicado y, en vez de apostar por el tratamiento óptimo o ideal (imposible de cumplir), apostamos por el factible. Por esta razón, en la actualidad, ya se están juntando dos pastillas en una, para controlar el riesgo cardiovascular, como dos antiagregantes o dos antihipertensivos en un mismo comprimido. Pero, lamentablemente, el número de pastillas que deben tomar sigue siendo alto”, informa el Dr. Martínez Sellés.
De hecho, otra de las sesiones se dedicará a las opciones terapéuticas más allá de los fármacos, ya que los tratamientos farmacológicos son tan importantes como los no farmacológicos en los pacientes ancianos. “Una parte muy importante del control del riesgo cardiovascular depende del control de los factores de riesgo con medidas no farmacológicas, como dejar de fumar o comer sin sal, aunque se tomen fármacos. Hemos visto que el abandono del tabaquismo es útil incluso en edades avanzadas y se debe recomendar a los pacientes. No debemos tirar nunca la toalla con los pacientes ancianos”, comenta el Dr. Martínez Sellés.
Nuevos antitrombóticos en dosis bajas en ancianos
Los nuevos antitrombóticos, que han supuesto una mejora en los pacientes que necesitan anticoagulación, se deben administrar con cautela en personas de más de 75 años, a las que se deben dar estos fármacos en dosis más bajas. En el caso de dabigatrán la dosis recomendada, de forma general, es de 150 mg dos veces al día, ya que, como ocurre con otros fármacos, si se administra en dosis más altas, aumenta el riesgo de sangrado. Pero en ancianos, aún debe ser más baja. “Mi experiencia personal es que en ancianos debe administrarse en una dosis de 110 mg dos veces al día, mientras que en pacientes jóvenes la dosis necesaria es de 150 mg”, precisa el Dr. Martínez Sellés.
Lo mismo ocurre con prasugrel, un nuevo antiagregante que solo se puede administrar en pacientes de menos de 75 años. Las dosis en este caso son en general de 10 mg y en los pacientes más ancianos, de 5 mg.