Las probabilidades de sobrevivir a una parada cardiorrespiratoria (PCR) se reducen a la mitad tras el sexto minuto e iniciar las maniobras de soporte vital después de que hayan transcurrido los primeros ocho minutos se asocia a un incremento significativo de la mortalidad extrahospitalaria.
Así lo demuestra un reciente estudio publicado en el último número de Revista Española de Cardiologia (REC), que pone de relieve la necesidad de crear estrategias de acción dirigidas a disminuir el tiempo de respuesta de las maniobras de reanimación y el insuficiente conocimiento de la población en materia de reanimación básica, lo que evidencia la necesidad de fomentar programas o cursos de de formación en reanimación cardiopulmonar (RCP).
“Esta investigación se ha realizado con el objetivo de describir cuáles son las características epidemiológicas de las PCR atendidas por las unidades de soporte vital básico del País Vasco y determinar cuáles son los factores asociados al fracaso de las maniobras de reanimación”, señala Sendoa Ballesteros, investigador y docente del Departamento de Salud Pública de la Universidad del País Vasco y exmiembro del Servicio de Ambulancias Municipal (SAMUR) de Bilbao, entidades en las que se ha desarrollado la tesis doctoral a partir de la cual se ha redactado el artículo. Y añade, “cada 20-30 minutos se produce una PCR en nuestro país, un problema sanitario vigente dado que, a pesar de ser un cuadro potencialmente reversible, las probabilidades de recuperación hoy en día siguen siendo escasas”.
El trabajo demuestra que la incidencia anual de paradas cardiorrespiratorias extrahospitalarias en el País Vasco podría estimarse en 39 eventos por cada 100.000 habitantes. Si extrapolamos estos datos al conjunto del estado, la cifra anual de paradas cardiacas en España se aproximaría a los 18.000 casos, lo que representa un índice nueve veces superior al total de muertes por accidente de tráfico que se produjeron durante el 2011 (2.060 víctimas), según datos de la DGT.
En este sentido, Ballesteros destaca que, “dadas las peculiaridades sociodemográficas de cada comunidad, es preciso tomarse este dato con cautela, pues la cifra real podría variar de forma considerable. Además, cabe señalar que para el cómputo total solo se han tenido en cuenta aquellas paradas cardiacas en las que se han iniciado maniobras de reanimación, por lo que la cifra real podría ser muy superior”.
Actualmente se desconoce con certeza cuál es la incidencia real de este problema debido a la inexistencia de un sistema centralizado de registro específico del número de PCR y, aunque mediante la creación de los Sistemas de Emergencias Médicas (SEM) se ha logrado aumentar la supervivencia de estos eventos, son muchas las variables que influyen en el pronóstico final tras las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) ya que, además de las características organizativas del servicio de emergencias, las características del paciente también influyen directamente en el proceso de reanimación.
Durante los 18 meses estudiados, se registraron un total de 1.272 eventos por PCR tributarias de reanimación, en los cuales en un 82,5% de los casos intervino un recurso de soporte vital básico. De estos, se consiguió revertir, in situ, a sólo el 15,7% de los pacientes afectados. La mediana de edad de estos pacientes fue de 65 años y el tiempo medio transcurrido hasta la llegada del primer recurso sanitario fue de 9,1 minutos, intervalo significativamente inferior que el de los que fallecieron en el lugar de asistencia (un 84,3%) que fue de 11,2 minutos.
“Este trabajo confirma que el tiempo es el mayor enemigo para lograr sobrevivir tras un evento de esta índole ya que las posibilidades de recuperación tras una parada cardiaca disminuyen en un 7-10% por cada minuto que pasa sin aplicar medidas de soporte vital. Cuanto antes se inicien las maniobras de reanimación cardiopulmonar, mayores serán las probabilidades de supervivencia, ya que una intervención rápida y eficaz durante los primeros minutos podría aumentar en un 70% las posibilidades de éxito”, señala Ballesteros.
En referencia a la causa de la PCR, los resultados revelan que el 55,3% de las paradas fueron debidas presumiblemente a una causa cardiológica y que el 71,4% ocurrieron en el hogar.
Un dato alarmante es que, a pesar de que en un 76% de las ocasiones la parada cardiorrespiratoria fue presenciada por un tercero, tan sólo se realizó algún tipo de reanimación antes de la llegada de los servicios médicos en un 22% de los casos. En este sentido, Ballesteros añade que “si en vez de “algún tipo de reanimación” tomásemos en consideración las reanimaciones cardiopulmonares protocolarias (es decir, la técnica organizada y combinada de compresiones torácicas y respiración artificial) realizadas hasta la llegada del primer recurso, la cifra descendería hasta por debajo del 5%. Aún así, según datos de la Fundación Española del Corazón (FEC), solo el 10% de la población sabría cómo actuar correctamente ante una parada cardiorrespiratoria”.
Los resultados del trabajo constatan que la mortalidad de las paradas cardiacas extrahospitalarias en el País Vasco es muy elevada y que las características o factores asociados a una mayor supervivencia tras sufrir una PCR son:
- La presencia de un ritmo cardiaco desfibrilable (fibrilación o taquicardia ventricular). En estos casos, la aplicación de un desfibrilador es fundamental y decisiva ya que es la única técnica capaz de revertir este tipo de arritmias cardiacas.
- Tener menos de 65 años. La edad se asocia a una mayor prevalencia de enfermedades crónicas y cuadros pluripatológicos, lo que dificulta la capacidad de recuperación.
- El inicio precoz de maniobras de soporte vital (<8min). Cuanto antes se inicien las maniobras de reanimación, mayores serán las posibilidades de sobrevivir. Transcurridos los primeros diez minutos, las esperanzas son mínimas.
- Que el evento haya sucedido fuera del domicilio del enfermo ya que esta situación se ha asociado a un menor tiempo de respuesta de los equipos de emergencia y ha sido más probable que el evento haya sido presenciado por un tercero.
Ante estos hallazgos, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) quiere subrayar la necesidad de incrementar los esfuerzos en la creación de estrategias que logren reducir el tiempo de respuesta hasta el inicio de las maniobras de soporte vital y aplicación de un desfibrilador y la falta de instrucción a la población general en materia de reanimación básica, lo que hace imprescindible el impulso de los programas de formación en materia de RCP.
Las conclusiones a las que llega Ballesteros son que, “desde mi punto de vista, la solución no pasa por aumentar el número de ambulancias, sino por implicar y sensibilizar a la población. Es preciso aumentar los conocimientos de la población sobre cómo identificar precozmente y cuál es la mejor manera de actuar ante una parada cardiorrespiratoria.” Y añade que, “esta misma medida también podría ser adaptada por otros servicios de emergencia que no necesariamente tienen por qué ser del ámbito sanitario. La formación en reanimación y dotación de desfibriladores automáticos a cuerpos como las fuerzas de seguridad o los bomberos podría reducir el tiempo hasta la aplicación de un desfibrilador, especialmente en aquellos lugares en los que el recurso sanitario más cercano se encuentra ubicado demasiado lejos como para llegar a una parada cardiaca en menos de ocho minutos.”
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