En la actualidad, se sabe que los pacientes con patología renal grave tienen peor pronóstico tras someterse a técnicas cardiológicas intervencionistas, pero en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC se han presentado nuevos datos que precisan el impacto real dependiendo del perfil del paciente y que identifican marcadores predictores de riesgo.
La combinación de fibrilación auricular y la diálisis en pacientes con enfermedad renal avanzada (ERA) que han sido sometidos a implante de válvula aórtica percutánea (TAVI) implica una mortalidad del 71% al primer año de seguimiento y de un 100% al segundo año, según los resultados de un registro en el que han participado 10 centros a nivel internacional, que ha incluido a 2075 pacientes consecutivos.
“Estos resultados ilustran que la fibrilación auricular y la diálisis en pacientes con enfermedad renal avanzada, (definida por un aclaramiento de creatinina por debajo de 30ml/min/1.73m2), son dos predictores que marcan una mortalidad excesivamente alta, por lo que debería replantearse la indicación de la TAVI en este subgrupo”, explica el Dr. Luis Nombela-Franco, cardiológo intervencionista del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y primer firmante del estudio.
Hasta el momento, existía la discusión sobre la eficacia y seguridad de la TAVI en los pacienes con ERA, pero en este estudio se ha comprobado que “los pacientes con ERA que no presentan FA ni diálisis, registran unas cifras de supervivencia y mejoría de la clase funcional similares a los que no sufren enfermedad renal”, aclara el experto. Por tanto, la ERA en sí misma no excluye la opción del intervencionismo percutáneo valvular.
Además, se pensaba que los pacientes con ERA experimentaban un deterioro hemodinámico de la válvula más rápido que aquellos exentos de enfermedad renal, pero en este trabajo, tras una mediana de seguimiento de 15 meses, no se han observado diferencias en este sentido.
La insuficiencia renal aguda multiplica la mortalidad tras TAVI
Otro trabajo con 190 pacientes, que tiene como primer firmante al Dr. Diego López Otero, cardiólogo de la Unidad de Hemodinámica del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, demuestra que la aparición de insuficiencia renal aguda (IRA) tras implante de válvula aórtica percutánea “multiplica por cinco la mortalidad intrahospitalaria, y por tres la mortalidad al año de estos pacientes”.
En este escenario, urgen medidas que prevengan la incidencia de esta enfermedad renal tras recibir TAVI. “Para ello, se debe ajustar el esquema de tratamiento que recibe el paciente, evitando medicaciones que conduzcan a fracaso renal agudo, o apostar por técnicas como diuresis forzada, rehidratando al paciente con sueros”, explica el Dr. López.
Impacto en pacientes sometidos a angioplastia primaria
Los pacientes que se someten a angioplastia primaria debido a un infarto agudo de miocardio (IAM) también encuentran comprometida su supervivencia cuando tienen insuficiencia renal crónica o sufren empeoramiento de la función renal durante el ingreso tras el accidente cardiovascular.
De hecho, un estudio realizado en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, liderado por la Dra. Esther Cambronero, que actualmente se encuentra en el Hammersmith Hospital de Londres, determina que “la IRC es un factor independiente predictor de mayor mortalidad tanto durante el ingreso hospitalario como a lo largo del seguimiento del paciente”.
Así, el trabajo, con 412 pacientes, revela que los casos con nefropatía presentaron un 38% de eventos cardiovasculares durante la hospitalización, frente al 9% de los casos sin enfermedad renal. En cuanto a la mortalidad durante el seguimiento, fue del 9% y del 4% respectivamente.