El shock cardiogénico (SC) es una condición por la que el corazón no puede bombear la sangre suficiente para satisfacer las necesidades del organismo. En pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMSEST) sigue siendo la principal causa de muerte hospitalaria.
Un estudio presentado en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2019 demuestra ahora que “tratar a los pacientes con shock cardiogénico relacionado con IAMSEST en centros de alta complejidad disminuye la mortalidad”. Así lo explica el Dr. Albert Ariza Solé, uno de los autores de la investigación, que se llevó a cabo en más de 200 hospitales españoles entre 2003 y 2015.
Durante estos años aumentó el número de pacientes con SC relacionado con IAMSEST tratados en centros de alta complejidad. “El incremento de procedimientos de revascularización y el acceso a las unidades de cuidados intensivos cardiológicos se asoció a un mejor pronóstico”, manifiesta el cardiólogo.
“Aunque las guías de práctica clínica recomiendan centralizar el cuidado de los pacientes con shock cardiogénico en centros de alto volumen, lo cierto es que existe poca evidencia en relación a la estructura del centro tratante, la ubicación de los pacientes y su evolución clínica”, indica el Dr. Ariza.
El estudio evaluó episodios con diagnóstico al alta de IAMSEST asociado a shock cardiogénico del Minimum Basic Data Set (CMBD) del Sistema Nacional de Salud. Por otro lado, “clasificamos los centros de acuerdo a la disponibilidad de servicio de cardiología, laboratorio de hemodinámica, servicio de cirugía cardiaca y unidad de cuidados intensivos cardiológicos”.
Principales hallazgos
Durante la investigación se identificó un total de 19.963 episodios de IAMSEST con shock cardiogénico. La proporción de pacientes tratados en hospitales tipo 3 y 4 aumentó del 38,4% en 2005 al 52,9% en 2015. “La mortalidad cruda se redujo en el periodo de estudio del 82% al 67,1% y la mortalidad ajustada, del 82,7% al 66,8%”, detalla el experto.
La revascularización coronaria, percutánea o quirúrgica se asoció de forma independiente a una menor mortalidad y la disponibilidad de unidades de cuidados intensivos cardiológicos se asoció también a menor mortalidad.
“Parece claro que hay que optimizar el flujo de estos pacientes en el sistema sanitario, fortaleciendo la estructura de centros de alta complejidad potencialmente receptores, así como una mayor dotación de recursos a los sistemas de transporte medicalizado, pues el número de traslados interhospitalarios probablemente aumentará”, valora el Dr. Ariza. Lógicamente, continúa, “estos cambios deberían ir acompañados de un sistema de registro continuo para poder auditar los resultados y poder así actuar en consecuencia, de forma similar a lo que ocurre con el código infarto en muchas comunidades autónomas”.