La enfermera de cardiología precisa de una capacitación especial y de una formación adecuada, necesaria para hacer frente a los crecientes retos y desafíos que plantea su trabajo. Ofrecer una atención de calidad a los pacientes requiere una enfermería especializada.
La evolución que la enfermería ha experimentado en los últimos años ha sido notable, ampliándose la formación para poder tratar al paciente de un modo integral, aumentándose la práctica e incorporando nuevas formaciones, como otorgar una base científica, necesaria hoy en día. Todo ello ha dado lugar a que tengamos una formación de grado. Sin embargo, la especialización de la medicina, necesaria para dar una atención de calidad a los pacientes, requiere de una enfermería especializada, que pueda abarcar, no sólo holísticamente al paciente, sino también de manera específica a su patología o al procedimiento que vaya a realizarse. Es por ello, que la enfermera no sólo debe estar bien formada, sino que también debe estar capacitada para individualizar el manejo de cada paciente y otorgarle aquellos cuidados que requiera. En cardiología tenemos muchos ejemplos de ello, y las guías de práctica clínica, cada vez más, incorporan la necesidad de equipos multidisciplinares, en los que se incluye a la enfermera especializada en cada área.
Una de las áreas de la cardiología donde es más evidente que la enfermera debe tener una capacitación especial es la insuficiencia cardiaca. Para poder educar y empoderar a los pacientes, evitando así descompensaciones e ingresos que aumentarían su mortalidad, la enfermera de insuficiencia cardiaca debe estar capacitada y formada específicamente.
Otro ejemplo son las enfermeras que trabajan en unidades de cuidados críticos agudos cardiovasculares, que históricamente eran unas unidades coronarias con personal altamente formado en detección de arritmias y patología cardiovascular, y posteriormente, con la tecnificación de las unidades de cuidados críticos cardiovasculares y los dispositivos de asistencias ventriculares, ha requerido que su personal enfermero tenga un alto conocimiento y manejo de todos estos dispositivos, necesario para atender a estos pacientes críticos.
Este año, a consecuencia de la pandemia por la COVID-19, el incremento de las necesidades de camas de UCI ha puesto de manifiesto la necesidad de enfermeras bien formadas en cuidados críticos. Ha sido imprescindible tener enfermeras especializadas en este campo, con habilidad en el manejo de dispositivos y de cuidado al paciente crítico, sin poner más en riesgo su salud. En muchos centros fue necesario contar con enfermeras noveles en este ámbito, poniendo en riesgo su salud tanto física como mental, ya que la situación requería un nivel de exigencia muy elevado. Durante este periodo, las enfermeras de cuidados críticos cardiovasculares hemos jugado con ventaja, por decirlo de algún modo, ya que la experiencia con dispositivos de asistencia ventricular ha sido de gran utilidad ante la incorporación de los dispositivos de oxigenación por membrana extracorpórea para pacientes muy críticos, con deterioro respiratorio o cardiorespiratorio refractario a otros tratamientos.
Otras áreas como hemodinámica y electrofisiología, dada la elevada tecnificación de estos servicios y los avances en nuevas técnicas, precisan de enfermeras con unas competencias específicas. Estas enfermeras necesitan, por un lado, un tiempo de aprendizaje in situ, a la vez que una formación especializada. Desde la AEEC, a través del Grupo de Trabajo de Hemodinámica, se ofrece esa formación con el Máster de Hemodinámica que, junto con la experiencia, permite acceder a la acreditación. Sin embargo, la enfermera de electrofisiología, de insuficiencia cardíaca, de prevención y rehabilitación, de imagen, etc. aunque no dispongan aún de acreditación, si deben adquirir una formación específica que le permita desarrollar las competencias necesarias para el puesto de trabajo específico.
No sólo se hace necesario en estos servicios; incluso, en las salas de cardiología es imprescindible que la enfermera observe y detecte posibles complicaciones, y sepa actuar frente a un dolor torácico e interpretar el electrocardiograma o la monitorización continua.
No creo que a nadie le quepa duda que cada enfermera está especializada en un ámbito, y que, para optimizar y aprovechar los conocimientos, capacidades y aptitudes, se deberían potenciar las enfermeras especializadas. Así, el tratamiento que ofrecemos a los pacientes sería de mayor calidad y seguridad.
En todos los campos de la cardiología y de otras áreas, la enfermera necesita una formación específica para adquirir las competencias necesarias que le permitan hacer eficaz y eficientemente su trabajo. Sin embargo, ¿porque resulta tan complicado que se desarrollen las diferentes especialidades? ¿Quizás influye el hecho que en España la ratio de enfermera es de 6 por cada 1000 pacientes, bastante más bajo que la media europea? Seguramente se deban aumentar las ratios de enfermeras pero, mientras tanto, si queremos mejores resultados en salud, debemos dar una atención de calidad, que incluya enfermeras especialistas, reconocidas y remuneradas. Ello podría contribuir a mejorar la motivación y a disminuir la fuga de profesionales a otros países.
Diferentes estudios avalan el hecho de que la falta de enfermeras provoca mayor mortalidad, pero, ¿qué hacer en un país donde la ratio de enfermería es de las más bajas de Europa? Y durante la pandemia este problema se ha hecho más latente.
En este punto, las direcciones de enfermería tienen un gran papel, ya que, aun siendo conscientes que la enfermera formada ofrece mejores cuidados de salud, insisten en que nos formemos en esa área o incluso ellos mismos nos proporcionan formación, pero no son eficientes con esta enfermera que, posteriormente, se traslada a otro campo de enfermería. Quizás la elección propia del lugar de trabajo ayudaría a mantener el compromiso y motivación.
¿Qué podemos hacer? ¿Insistir o demostrar? Las dos cosas son necesarias. Los cambios producidos en la profesión enfermera nunca han sido ágiles, y nos ha obligado a demostrar la necesidad de realizar modificaciones. Ahora nos toca luchar por la especialización para mejorar la calidad de los cuidados.
La especialización en los cuidados de enfermería no solo es necesaria, sino también imprescindible si queremos realizar unos cuidados de calidad, porque la calidad no se consigue solo con vocación o con la formación universitaria de grado. Esta formación de grado ejerce de base para poder trabajar de enfermera, pero somos conscientes que la experiencia y la formación especializada es la que otorga a la enfermera esas competencias necesarias para detectar precozmente complicaciones que puedan tener los pacientes, y más importante aún, prevenirlas y estar alerta para que no ocurran.
La promoción de la salud es uno de nuestros mayores objetivos, y para ello, educar, empoderar y seguir al paciente se ha convertido en una herramienta, tanto nuestra como de los sistemas de salud. Como sabemos, la baja adherencia de los pacientes a los tratamientos farmacológicos e higiénico-dietéticos produce aumento de descompensaciones, ingresos y mortalidad. La enfermera de práctica avanzada ha hecho posible cubrir parte de esta demanda realizando un seguimiento cercano de los pacientes y empoderarlos en su enfermedad. Estas enfermeras con formación mínima de máster, amplia experiencia y capacitadas para tomar algunas decisiones, se han desarrollado en diferentes campos de la cardiología: la insuficiencia cardiaca, hemodinámica, electrofisiología... Y son el primer paso para una atención enfermera de calidad. Su implementación surgió de la necesidad de tener unos profesionales enfermeros con mayores competencias para tomar algunas decisiones dentro del equipo multidisciplinar.
Diversos estudios avalan el hecho que la enfermera de práctica avanzada es coste-efectiva. Sin embargo, esta figura de la enfermera de práctica avanzada no resuelve la necesidad de una enfermera especializada en las diferentes áreas de cardiología. Lo que se pretende con la especialización es que la enfermera de hemodinámica, electrofisiología, insuficiencia cardiaca, pruebas no invasivas, rehabilitación, cuidados críticos… pueda formarse y capacitarse para realizar su rol con la mayor seguridad y calidad para los pacientes. Pero, está claro que, para poder avanzar, será necesario demostrar con mayor evidencia los resultados de la atención enfermera especialista.
Silvia Pérez-Ortega
Presidenta Asociación Española de Enfermería en cardiología (AEEC)