La provisión del material adecuado de protección es una de las causas que más estrés ha generado entre estos profesionales, ya que el 62,4% considera “insuficientes” los equipos de protección individuales recibidos. Son datos de una encuesta realizada por la Asociación Española de Enfermería en Cardiología (AEEC).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 2020 como el año de la enfermera y la matrona con el objetivo de rendir homenaje a este colectivo profesional que tanto contribuye a la salud en todo el mundo, no solo desde el punto de vista asistencial sino también desde otros frentes como la investigación, la docencia o la educación para la salud. En numerosas ocasiones, la OMS ha elogiado al personal de enfermería por su resiliencia y también lo ha hecho ahora por su importante labor durante la pandemia de la COVID-19. Y es que los profesionales de enfermería, incluidos los que se dedican a la cardiología, han sufrido las consecuencias de la emergencia sanitaria por el SARS-CoV-2 tanto a nivel emocional como desde el punto de vista de la actividad asistencial que, en la mayoría de los casos, se ha visto alterada.
A nivel emocional, un 77,7% del personal de enfermería en cardiología en España afirma haber consumido más tranquilizantes, alcohol o sustancias ilegales durante la pandemia, según una encuesta realizada a través de la Asociación Española de Enfermería en Cardiología (AEEC). Un dato que Silvia Pérez Ortega, presidenta de la AEEC y una de las autoras del trabajo, califica como “muy preocupante”.
Pérez Ortega ha presentado los datos de esta encuesta en el marco del e-Congreso SEC 2020 de la Salud Cardiovascular, en el que ha explicado que “el 72,8% de los encuestados refiere haber sufrido incertidumbre, un 60,1% tristeza y el 55,5% miedo”. Estas emociones han llevado a un 59% a presentar insomnio y a un 58% a tener problemas de concentración. Por esto, la presidenta de la AEEC defiende “la necesidad de monitorizar el estrés, si es preciso, a través de un profesional experto que permita el control adecuado del mismo”.
Falta de material
La encuesta refleja que la provisión del material adecuado de protección es una de las causas más relevantes del estrés. El 73,1% del personal de enfermería en cardiología afirma que le han facilitado el equipo de protección adecuado siempre o frecuentemente (75% de las veces) y la mascarilla FPP2 o FPP3 se ha suministrado siempre o frecuentemente en un 75,5% de los casos. Sin embargo, el 62,4% de los encuestados lo considera insuficiente.
Pérez Ortega ha destacado que las enfermeras más nóveles son las que más han estado en contacto con pacientes COVID-19, “por lo que es nuestro deber protegerlas y, entre todos, conseguir detectar aquellos casos que necesiten atención médica especializada”. Los datos de este trabajo muestran que un 65,3% de los profesionales de enfermería en cardiología que han atendido a pacientes COVID-19 cuentan con menos de cinco años de experiencia profesional.
Pero no todo es malo en este sentido, ya que la mayoría de los encuestados ha realizado algún tipo de ejercicio físico durante el confinamiento, lo que ha podido ayudar a reducir sus niveles de estrés y ansiedad.
Impacto en la actividad asistencial
Los resultados de este estudio reflejan también el impacto que ha tenido la pandemia a nivel asistencial. Así, solo un 17,7% de las unidades continuaron prestando los mismos servicios. Un 31,2% de los servicios vieron reducida su actividad y parte del personal fue reasignado a unidades con pacientes COVID-19. De hecho, el 43,9% del personal de enfermería en cardiología encuestado ha estado tratando a pacientes infectados por el SARS-CoV-2. Esto ha provocado que el 15,2% haya resultado infectado por coronavirus y que el 27,3% haya presentado síntomas de la infección.
Los servicios (como centros de diagnóstico, hospitales de día o prevención y rehabilitación cardiaca) se han visto especialmente afectados. “Esto ha sido así bien por el cese de la actividad programada o por la necesidad de confinamiento y distanciamiento que no ha hecho posible que los pacientes acudieran a sus proveedores de salud”, reflexiona la presidenta de la AEEC.
Pérez Ortega valora esta situación como “especialmente preocupante, ya que numerosos estudios internacionales realizados en estos últimos dos meses evidencian que la COVID-19 afecta de manera más grave a sujetos con patología cardiovascular, con repercusión directa o indirecta en el corazón y con una tasa de mortalidad de 2 a 3 veces mayor que en la población general”.