En la mayoría de los hospitales de tercer nivel, las enfermeras tienen un papel destacado en el diagnóstico, activación, traslado y tratamiento del IAMCEST. Por ello, el Congreso SEC21 de la Salud Cardiovascular ha contado con Gemma Berga Congost, enfermera del Hospital Sant Pau de Barcelona, que la influencia de la edad y el género en el diagnóstico y tratamiento de esta entidad.
Durante su charla, Berga ha subrayado que el IAMCEST es más común en hombres que en mujeres y que la edad media de los pacientes que ingresan por infarto en España está en torno a los 65 años. “En cambio, la edad media de las mujeres es 10 años superior a la de los varones, probablemente debido al efecto protector de los estrógenos”, puntualiza.
La enfermera ha presentado los datos de un estudio llevado a cabo en su hospital, cuyos resultados confirman que mujeres y ancianos presentan retrasos prolongados en el diagnóstico del IAMCEST. “Esto puede ser atribuible a la clínica atípica que con mayor frecuencia presentan estos grupos. Por tanto, además de los síntomas típicos, se deben contemplar otras manifestaciones identificadas en nuestro registro con el fin de establecer un diagnóstico precoz”.
Tampoco hay que olvidar que tanto mujeres como ancianos tienen una menor percepción de riesgo, razón por la cual se demora la solicitud de asistencia médica (con el consiguiente retraso diagnóstico y de tratamiento).
El estudio del Hospital de Sant Pau de Barcelona también ha identificado que la edad superior a 65 años es un factor predictor de retraso en el diagnóstico, y aporta nuevos datos frente a la brecha de edad y género. Como señala Berga, “no hay asociación positiva entre el género y la edad en pacientes menores de 65 años. Sin embargo, si la edad es superior a los 65 se observa que las mujeres presentan un tiempo urgencias-activación más prolongado que los hombres”.
Repercusiones terapéuticas
En lo que respecta al tratamiento, registros previos ya habían confirmado que las mujeres y los ancianos están infratratados. “Respecto al género, aunque ambos tienen las mismas indicaciones, se aplica menor tratamiento de reperfusión a las mujeres y de manera más tardía”, detalla esta experta, quien recuerda que “los tratamientos antitrombóticos, antiisquémicos, los de prevención secundaria e incluso la rehabilitación cardiaca se infrautilizan en las mujeres”.
Del mismo modo, Berga explica que los ancianos también reciben menor tratamiento de reperfusión; de hecho, registros previos confirman cómo la edad del paciente influye en la toma de decisión clínica respecto al tratamiento mediante angioplastia primaria, por la relación coste-eficacia que representa, sobre todo en pacientes octogenarios. “Los ancianos presentan mayor comorbilidad, lo que puede condicionar el tratamiento, optando por terapias más conservadoras. Asimismo, el uso de betabloqueantes, IECAs, ARA II y estatinas está infrautilizado en ancianos tras el IAMCEST”, añade la enfermera.
El retraso en el diagnóstico y tratamiento conlleva que este grupo de pacientes tenga un peor pronóstico y una mayor morbimortalidad. “Nuestro estudio confirma que la edad superior a 65 años se asocia a mayor mortalidad y estancia hospitalaria. Y aunque el género no se ha asociado a mayor mortalidad en este análisis, distintos estudios previos sí muestran que la mortalidad es superior en mujeres jóvenes debido a los retrasos en el diagnóstico y el tratamiento”.
El papel de enfermería en el IAMCEST
Berga resalta que, en la mayoría de los hospitales de tercer nivel, el triaje de urgencias está liderado por enfermeras expertas que son el primer profesional que evalúa al paciente, analiza su sintomatología, determina la importancia de realizar un electrocardiograma, incluir derivadas posteriores y priorizar la atención médica urgente.
Además, en muchos hospitales las enfermeras participan activamente en el registro, análisis y evaluación de los indicadores de calidad del IAMCEST, con el objetivo de eliminar el retraso del sistema y mejorar los resultados clínicos y la calidad de la atención.
“En el Hospital de Sant Pau de Barcelona, se creó un grupo de trabajo de Código Infarto en el que las enfermeras participamos activamente, organizando cursos de formación dirigidos a otras compañeras y médicos de urgencias, y sesiones formativas a hospitales de referencia. También participamos en la elaboración de estrategias de mejora para favorecer los circuitos asistenciales del IAMCEST y la evaluación de los resultados obtenidos”, concluye Berga.