La cardiopatía isquémica tiene un pronóstico variable, según la forma de debut de la enfermedad, la extensión de la misma y el control de los factores de riesgo cardiovascular; entre ellos, la dislipemia juega un papel relevante.
“La muerte súbita es el evento clínico inicial en un 15% de los pacientes con cardiopatía isquémica; en la cardiopatía isquémica crónica estable, la mortalidad anual varía del 1,2 al 2,4%”, apunta la Dra. Antonia Delgado Montero, ponente de una de las sesiones del Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2018, en la que se ha abordado cuál debería ser el tratamiento hipolipemiante de elección en el paciente con cardiopatía isquémica.
Los pacientes con cualquier forma de cardiopatía isquémica se engloban en un grupo de alto riesgo para sufrir nuevos eventos cardiovasculares; en estos casos, el tratamiento hipolipemiante ha demostrado reducir la mortalidad y la recurrencia de eventos cardiovasculares (angina, infarto o ictus). Este tratamiento ha cambiado en los últimos años, “con la aparición de anticuerpos monoclonales contra la proproteína convertasa subtilisina/kexina tipo 9” -iPCSK9-, “así como con otros nuevos tratamientos biológicos que están en desarrollo”.
Las guías de referencia recogen ese elevado riesgo cardiovascular que tienen los pacientes con cardiopatía isquémica crónica e indican que deben ser tratados con las terapias adecuadas, con el objetivo de reducir el colesterol LDL a menos de 70 mg/dl o, al menos, rebajar en un 50% la cifra de colesterol LDL basal. Estas terapias incluyen una modificación del estilo de vida, con una dieta variada y equilibrada y la práctica de ejercicio físico de intensidad moderada de forma regular, el uso de estatinas, ezetimibe o inhibidores de la proteína PCSK9, los iPCSK9.
Los últimos estudios hacen referencia al uso de los iPCSK9 y sus beneficios en cuanto a morbimortalidad, tanto con evolocumab -en el estudio FOURIER- como con alirocumab -en el estudio ODYSSEY Outcomes-. “Aún más interesante es que se han ido publicando subestudios, poniendo de manifiesto los subgrupos de pacientes que más se benefician de esta nueva terapia, como aquellos con infarto agudo de miocardio más reciente, enfermedad multivaso, existencia de enfermedad arterial periférica o niveles basales de LDL más elevados”, comenta la experta.
En cuanto a los principales retos en relación al tratamiento hipolipemiante en pacientes con cardiopatía isquémica, la Dra. Delgado considera que, “aunque existan nuevas terapias eficaces y seguras para el tratamiento hipolipemiante, las cifras de adherencia al tratamiento crónico o de consecución del objetivo de LDL siguen siendo subóptimas”. Por eso, defiende la importancia de transmitir a los pacientes los beneficios de un buen control lipídico.
“Asimismo, en cuanto a las nuevas terapias biológicas, parece fundamental seleccionar de forma adecuada el subgrupo de pacientes que puede obtener más beneficio”, concluye la doctora.