El AliveCor KardiaBand (KB) es un reloj inteligente con monitor de ritmo cardiaco, aprobado por la Food and Drug Administration (FDA), con un electrodo incorporado que genera un electrocardiograma inteligente (iECG). A pesar del atractivo de estos dispositivos, los datos que evalúan la precisión de los mismos en la detección de fibrilación auricular (FA) son escasos. Los autores evalúan si estos dispositivos son una herramienta precisa para diagnosticar la FA, en comparación con un ECG de 12 derivaciones.
Se trata de un estudio prospectivo, multicéntrico realizado en ámbito hospitalario. Se incluyeron pacientes consecutivos con edad ≥ 18 años ingresados (en planta de hospitalización o unidad de cuidados intensivos). La correa del KB se conectó a un Apple Watch y se vinculó a un teléfono inteligente (iPhone 6) utilizando la aplicación AliveCor Kardia V.5.0.2. El dispositivo obtiene una grabación continua de 30 segundos que se puede ver en tiempo real en el iPhone y se transmite de forma remota a un servidor para su almacenamiento y posterior análisis clínico. El KB realizó una detección automática de FA o ritmo sinusal (RS) y esto se comparó con un ECG de 12 derivaciones, realizado inmediatamente después del rastreo del dispositivo. Cuando se recogió algún trazado no clasificado o sin análisis, se obtuvo un segundo registro electrocardiográfico que fue el utilizado finalmente para la interpretación.
Se registraron un total de 439 ECG (iECG [n = 239] y ECG de 12 derivaciones [n = 200] en 200 pacientes (FA: n = 38; RS: n = 162) de tres hospitales terciarios en un periodo de 6 meses. Se obtuvieron 161 diagnósticos de FA y RS a partir del iECG inicial (80,5% del total); 25 registros (12,5%) correspondieron a lecturas no clasificadas y 14 (7%) a registros sin análisis. La sensibilidad y especificidad con KB fue del 94,4% y del 81,9% respectivamente, con un valor predictivo positivo del 54,8% y un valor predictivo negativo del 98,4%. La concordancia entre el ECG de 12 derivaciones analizado por un cardiólogo y el diagnóstico por KB fue moderada cuando se incluyeron los trazados sin clasificar (κ = 0,60; intervalo de confianza del 95% (IC 95%): 0,47-0,72). La combinación del diagnóstico automatizado del dispositivo con la interpretación por dos electrofisiólogos (EF) cegados de aquellos trazados sin clasificar mejoró la concordancia (EF1: κ = 0,76, IC 95%: 0,65-0,87; EF2: κ = 0,74, IC 95%: 0,63-0,86).
El KB demostró una precisión diagnóstica moderada en comparación con un ECG de 12 derivaciones. La combinación del diagnóstico automatizado del dispositivo con la interpretación médica de trazados no clasificados produjo un aumento de esta precisión.
Comentario
Los dispositivos portátiles de detección de arritmia se están volviendo cada vez más populares, y se estima que su venta aumentará los próximos años. La detección temprana y precisa de FA conduce a nada menos que la prevención del ictus y el interés por estas nuevas tecnologías aumenta cada vez más, de ahí la necesidad de estudios exhaustivos de validación para confirmar su precisión antes de que puedan establecerse claras recomendaciones de su uso en la población.
El estudio hace varios aportaciones. La más importante, es la demostración de una precisión diagnóstica moderada del dispositivo KB, cuando se incluyeron en el análisis aquellos trazados sin clasificar, y que esta precisión mejora cuando dichos ECG no clasificados fueron interpretados por un cardiólogo. Otro aporte es la realización del estudio a pacientes hospitalizados. Desde la aprobación por la FDA y el lanzamiento de los relojes inteligentes con iECG, dos trabajos previos han informado sobre la precisión de estos dispositivos, con altas tasas de abandono en los participantes y las consecuentes limitaciones en el seguimiento; además en uno había una cohorte de pacientes preseleccionados que fueron sometidos a cardioversión, una muestra que no es extrapolable a la población general.
El algoritmo del KB tiene una alta sensibilidad en la detección de FA, no obstante hubo una proporción significativa de lecturas no clasificadas y de falsos positivos, siendo esencial la interpretación médica para mejorar los resultados. Con la previsión de que se masificará del uso de estos aparatos en el futuro, imaginemos la repercusión que puede tener un “sobre-diagnóstico” en las indicaciones de técnicas y tratamientos, y con esto en el gasto sanitario, además de lo abrumados que podrían estar los clínicos por el volumen de datos que se generarán y que requerirán supervisión. La estandarización de la precisión será necesaria y para esto harán falta muchos más estudios de validación que hagan más factible, por qué no, plantear el uso de estos aparatos para screening en el futuro.
Con el continuo avance tecnológico, seguramente con el tiempo se perfeccionarán los algoritmos automatizados de estos dispositivos y conocer la precisión permitirá simplificar y rentabilizar las interpretaciones que tenga que hacer el clínico. A todo esto, hay un mensaje fundamental: con lo que están evolucionando estas tecnologías, no parece que por sí mismas llegarán a guiar de forma exclusiva la toma de decisiones clínicas; la participación del médico probablemente continuará siendo un componente esencial al explorar la utilidad de estos dispositivos para la detección de arritmias.
Referencia
- Kevin Rajakariar, Anoop N Koshy, Jithin K Sajeev, Sachin Nair, Louise Roberts, Andrew W Teh.
- Heart 2020;106:665-670.