Los pacientes con cáncer tienen un mayor riesgo cardiovascular cuando se comparan con los pacientes sin enfermedad neoplásica. La cardio-oncología ha surgido como una nueva subespecialidad que se ocupa de las complicaciones cardiovasculares que aparecen en los pacientes con cáncer, como la insuficiencia cardiaca, isquemia miocárdica, valvulopatías, enfermedades del pericardio y las arritmias.
La tomografía computarizada (TC) cardiaca ayuda a identificar la enfermedad coronaria aterosclerótica clínica y subclínica en los pacientes con cáncer activo y en los supervivientes. Especialmente útil puede ser la valoración de la calcificación coronaria en los estudios con TC de tórax que se hacen estos pacientes, en relación con el estadiaje o reevaluación de su neoplasia. La coronariografía no invasiva con TC es útil cuando se realiza previamente al inicio del tratamiento antineoplásico (con fármacos proisquémicos o protrombóticos en pacientes de especial riesgo isquémico), durante el tratamiento (descartar cardiotoxicidad por fármacos como: 5-fluorouracilo, inhibidores de la tirosina quinasa, inhibidores del proteasoma o inmunoterapia) o tras finalizar el tratamiento (evaluar la causa de disfunción ventricular tras tratamiento con antraciclinas o antiHer2).
La TC cardiaca también es útil en la evaluación de los tumores cardiacos, especialmente para estudiar su relación y potencial afectación de estructuras vecinas al corazón, sobre todo en pacientes que no toleran o que tienen contraindicación para la realización de una resonancia cardiaca. Igualmente es una técnica ideal para estudiar la afectación del pericardio, permite caracterizar el líquido pericárdico, así como su posible inflamación aguda y su calcificación. Por lo que respecta a la afectación valvular, la TC cardiaca ofrece información esencial tanto del corazón como de otros órganos para planificar un posible tratamiento percutáneo o quirúrgico de la valvulopatía siempre que tenga indicación clínica. Por último, referir la utilidad de la TC cardiaca para detectar de una forma no invasiva y con gran fiabilidad complicaciones de una posible endocarditis infecciosa que puedan sufrir estos pacientes neoplásicos, como pseudoaneurismas y abscesos o lesiones perivalvulares.
Comentario
Se trata de una completa revisión de la utilidad de la TC para estudiar el corazón con una técnica de imagen muy usada en el paciente onco-hematológico. Dicha utilidad se puede resumir en tres grandes grupos: como ayuda en la estratificación del riesgo de enfermedad aterosclerótica, identificación de toxicidad cardiovascular en relación con el tratamiento del cáncer (especialmente en cuanto a la detección de lesiones coronarias de forma no invasiva) y en el estudio de los tumores y masas a nivel cardiaco.
Se revisan las diferentes indicaciones de la TC cardiaca a lo largo de todo el espectro en el tratamiento del cáncer (antes, durante y tras completarlo), tanto farmacológico como con radioterapia. Se hace referencia a la utilidad que, en los pacientes neoplásicos con buen pronóstico o largos supervivientes, tiene el estudio del calcio coronario para ayudar a estratificar su riesgo cardiovascular y decidir sobre iniciar tratamientos específicos preventivos, al igual que se hace en la población general. En muchos casos se puede aprovechar para este fin una exploración con TC torácica que se haya indicado para seguimiento de su neoplasia. Ello es de particular interés en los pacientes que han seguido tratamientos con altas dosis de radioterapia torácica en la región del corazón.
A lo largo del artículo se incluyen figuras con varios casos clínicos que ejemplifican la utilidad de la TC en estos pacientes neoplásicos haciendo referencia a las nuevas técnicas que están ya accesibles en la clínica, como el cálculo de la reserva fraccional de flujo con TC o el estudio de la perfusión miocárdica dinámica.
Referencia
Cardiac computed tomography in cardio-oncology: JACC: CardioOncology Primer
- Juan C López-Mattei, Eric H Yang, Maros Ferencik, Lauren A Baldassarre, Susan Dent, Matthew J Budoff.
- JACC Cardiooncology 2021; 3 (5): 635-649.