El ejercicio se recomienda de manera habitual, ya que se asocia a una reducción teórica en la mortalidad de todas las causas, sobre todo cardiovasculares. Sin embargo, la aparición en los medios de comunicación de recientes fallecimientos o muerte súbita de deportistas de élite ha generado un importante interés científico y social sobre los potenciales peligros de la práctica deportiva.
Con el propósito de aportar algo de luz sobre dicho tema, los autores de la presente revisión repasan de manera cuidadosa los datos disponibles a día de hoy.
La muerte súbita (cardiaca) es con frecuencia la primera manifestación de una cardiopatía subyacente y se presenta, con cierta frecuencia, en atletas previamente asintomáticos. La cociente riesgo-beneficio de la práctica deportiva difiere entre atletas de élite jóvenes y por ejemplo, deportistas de mediana edad, que hacen deporte en su tiempo libre de modo recreacional. Se sabe que los deportes de competición se pueden asociar con un incremento en la muerte de causas cardiovasculares (muerte súbita) en adolescentes y jóvenes susceptibles con cardiopatía predisponente.
En personas de edad avanzada (o mediana), la actividad física se podría considerar como una espada de doble filo: el ejercicio vigoroso aumenta la incidencia de acontecimientos coronarios agudos en aquellos que no entrenan de manera regular, mientras que una práctica deportiva frecuente disminuye el riesgo global de infarto de miocardio y muerte súbita.
Existen datos que indican que aunque un chequeo previo a la práctica deportiva ofrece la potencial identificación de aquellos individuos con anomalías cardiacas que podrían amenazar la vida, antes del desarrollo de sintomatología, y por tanto, reducir el riesgo de muerte súbita, hay una importante controversia en foros médicos y cardiológicos sobre la utilidad de implementar esta medida, por su dudosa eficacia, impacto de los resultados falsos positivos y el coste-efectividad del screening de rutina.
La presente revisión nos presenta de manera estructurada los datos disponibles en la actualidad, así como las críticas posibles a los programas de screening deportivo encaminados a prevenir la muerte súbita, tanto en jóvenes atletas profesionales como en personas que realizan deporte en su tiempo de ocio. Aborda, en resumen:
- Riesgo de muerte súbita en el atleta, incidencia, etiologías...
- Screening previo a la práctica deportiva en atletas y como actividad de recreo.
Se discute y explica la importante discordancia entre los distintos documentos de práctica clínica. Se señala la aceptada utilidad del ECG, pero que la adicción de un ecocardiograma al protocolo no parece aportar mucho. Además se revisan los datos sobre el impacto en la mortalidad y la problemática de los falsos positivos (corazón de atleta). Y no se olvidan del apartado de los costes.
Por último, los autores dedican un breve apartado a las recomendaciones de la Sociedad Europea de Cardiología, de cara al deporte no profesional, basadas en la valoración del perfil de riesgo así como en la intensidad de ejercicio físico que se desea llevar a cabo.
Comentario
En esta revisión, Corrado et al, tratan un tema de candente actualidad que puede llegar a ser tremendamente escabroso. Dejando a un lado que todavía hay que demostrar la utilidad de una estrategia de screening global a toda la población (Ej. colegios) antes de hacer actividad deportiva de cualquier nivel, existe el problema de qué hacer con los profesionales del deporte sometidos a cargas físicas excepcionales, que podrían ser perjudiciales (sin entrar en abordar el dopaje) pero que están inmersos en un maremagnun de intereses económicos, en muchas ocasiones desorbitados.
Las etiologías principales en atletas (generalmente, por debajo de 35 años) vienen derivadas de problemas genéticos y o congénitos (hipertófica, canalopatías, displasia arritmogénica del ventrículo derecho, etc.) mientras que las de individuos mayores dependen, generalmente de la cardiopatía isquémica. Esto justifica dos aproximaciones diferentes, que se discuten, de manera separada en el texto, para dos poblaciones diferenciadas.
Posiblemente, sería deseable llegar a un acuerdo social, médico y político, preferiblemente internacional, en este tema, encaminado a facilitar un poco la tremendamente difícil labor de los profesionales que afrontan dicha problemática en su práctica diaria.
Por otro lado, existen otras profesiones, como por ejemplo el toreo, que se asocian con mayor mortalidad y parecen despertar menos alarma social. La razón –en parte-: el deporte está al alcance de todos (y se recomienda para casi todos). Probablemente, a la espera de nuevos estudios, la respuesta se encuentre en la moderación y el sentido común (o equilibrio riesgo-beneficio), ya que no tenemos que olvidar que el deporte seguro es una importante herramienta de salud.
Referencia
Risk of Sports: Do We Need a Pre-Participation Screening for Competitive and Leisure Athletes?
Domenico Corrado, Christian Schmied, Cristina Basso, Mats Borjesson, Maurizio Schiavon, Antonio Pelliccia, Luc Vanhees y Gaetano Thiene.
Eur Heart J (2011) 32 (8): 934-944.