Leer los periódicos por las mañanas es una costumbre saludable. Además ahora puede hacerse internet antes de ir al quiosco a comprarlos. De vez en cuando traen alguna noticia relevante. Pocas veces son estimulantes en las secciones de política, economía o deporte; casi nunca en las demás. Pero de vez en cuando hay informaciones de interés sobre personas que uno aprecia.
Hace unos días (13.01.2014), por ejemplo, hubo una. Se ha honrado a un colega,
Miguel Ángel García Fernández, con una distinción llamada algo así como "leyenda viva" de la cardiología. Y hace algunos días recibió también una distinción importante
Lina Badimón en el campo de la investigación científica. Eso me lleva a algunas reflexiones sobre la Sociedad Española de Cardiología (SEC) a la que pertenecemos. Seguramente son tan irrelevantes como las de la prensa, pero aquí van.
En primer lugar, enhorabuena de todo corazón, admirados Lina y Miguel Ángel. Os lo habéis merecido (conociéndoos no hay riesgo de que os ensoberbezcáis, pero de todos modos recordad el Qohélet: "Mαταιότης ματαιοτήτων, καὶ πάντα ματαιότης; en griego es más íntimo). Seguro que estaréis ambos de acuerdo en que esta enhorabuena nominal, atinadísima en vuestro caso, habría que ampliarla a los tantos y tantos colegas que han triunfado y triunfan en su profesión. Algunos públicamente; la mayoría privadamente en su trabajo de cada día. Esto es el triunfo, lo otro es el éxito, que es algo distinto. Hoy los representáis vosotros a todos ellos, porque no habría días en el año para nombrarlos uno a uno.
La segunda reflexión es personal: el privilegio y el orgullo de pertenecer a esta SEC. En la que uno tiene la posibilidad de contactar con toda facilidad, de comunicarse sin obstáculos y de aprender cada día de tantas personas tan sabias, cercanas y cabales. Gracias en nombre propio y de todos a todos cuantos lo hacéis posible cada día.
Y la tercera, lo difícil que es conseguir la unidad en la diversidad que se da en la SEC. Esta sociedad la formamos personas muy diversas: empleados de la sanidad pública y profesionales de la sanidad privada; superespecialistas en técnicas o consultores de a pie; españoles de diferentes comarcas y extranjeros; bisoños y veteranos; cardiólogos de grandes hospitales o de consultas de comarcas periféricas; investigadores prestigiosos y humildes clínicos, primeros espadas y subalternos. Las carreras profesionales de los miembros de la SEC son como el propio corazón: unos están en la protosístole, preparándose para empujar con ímpetu; otros en la meso- o la telesístole sacando lo mejor de sí mismos y difundiéndolo en su entorno, sea de la extensión que sea; y algunos ya en la mesotelediástole, acabando ya su ciclo pero aún ejerciendo un trabajo activo y decisivo. Todos valen. Todos aportan. Y todos conviviendo sin problemas y contribuyendo al esplendor común. Gracias a cada grano de arena que cada uno ponemos se ha formado una gran playa de cardiología de calidad en este país. Que no decaiga. Enhorabuena otra vez.
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