Han transcurrido ya casi 75 años desde la fundación de la Sociedad Española de Cardiología, en noviembre de 1944. La trayectoria de la SEC en estas décadas bien puede definirse como una “historia de éxito”, con sus lógicos altibajos, pero con un notable predominio de luces sobre sombras.
Gracias al trabajo de los sucesivos Comités Ejecutivos y de sus presidentes, pero, sobre todo, a la colaboración siempre desinteresada de todos sus socios y al esfuerzo e ilusión que todos y cada uno de ellos han puesto a diario en el progreso y actividades de la Sociedad, podemos decir, sin pecar de orgullo, que la SEC es en la actualidad un referente entre las sociedades científicas del país, y un modelo a seguir por ellas.
Manteniendo los mismos objetivos promulgados desde su creación, que pueden resumirse en la mejora de la salud cardiovascular de la población española a través de la utilización eficaz y racional de todos los recursos disponibles (en asistencia, formación, investigación y gestión sanitaria), la SEC ha dado en los últimos años un salto hacia delante, adaptándose a los cambios tecnológicos, a las nuevas formas de comunicación y difusión de la formación y de la información, y a los nuevos modelos de gestión que priman la eficiencia y la calidad.
Ejemplos concretos de ello son la apuesta por las nuevas tecnologías de la comunicación y la información para conseguir una mayor difusión de nuestras actividades (cursos de formación online con formato audiovisual, webinars y directos, etc.), el desarrollo de un ambicioso programa de Masters y Postgrados universitarios, y el proyecto SEC-Calidad, que tiene el objetivo de impulsar una mejora de la calidad y excelencia de los servicios y unidades de cardiología en su trabajo diario en los procesos y procedimientos asistenciales más trascendentes y prevalentes.
Es evidente que la Medicina y, en especial, la cardiología han experimentado en las últimas décadas un desarrollo y un impulso extraordinario que han contribuido a la mejora de las expectativas y calidad de vida de la población y a una mejor atención a las enfermedades cardiovasculares. Sería pretencioso por nuestra parte pensar que todo esto se debe solo al papel jugado por la SEC. Los vertiginosos avances en los medios diagnósticos y terapéuticos conseguidos en los últimos años han contribuido a ello, al igual que el desarrollo de nuevos modelos de gestión sanitaria y los cambios socioculturales experimentados por la sociedad y por sus gestores. Sin embargo, pensamos que la SEC ha sido uno de los agentes fundamentales en este proceso de mejora continua de la atención cardiológica.
Sus programas de formación, que llegan a miles de profesionales, tanto en España como en otros países, contribuyen a la actualización continua del conocimiento y de la práctica cardiológica, facilitando el uso racional y eficiente de los medios diagnósticos y terapéuticos disponibles.
La SEC dedica cada año entre 800.000 y un millón de euros a Proyectos y Becas de Investigación, y desarrolla estudios epidemiológicos, registros de práctica clínica real y ensayos clínicos a través de su Agencia de Investigación. La Fundación Española del Corazón realiza actividades de prevención y educación cardiovascular que llegan a toda la población.
El Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares y la Revista Española de Cardiología (con su elevado factor de impacto) exponen los trabajos de investigación original de los mejores grupos españoles. El proyecto SEC-Calidad (con sus apartados de SEC-RECALCAR, SEC-Primaria y SEC-Excelente) ha desarrollado estándares de calidad para los procesos y procedimientos más relevantes y prevalentes en patología cardiovascular, que permiten acreditar la excelencia y calidad del desempeño asistencial de los servicios de cardiología en toda España. La proyección institucional de la SEC, su influencia y sus relaciones con otras sociedades científicas nacionales e internacionales también han aumentado en los últimos años.
Esta “historia de éxito” de la que hablaba al principio, real y sobradamente demostrada, no debe suponer solamente algo de lo que estar orgullosos. No podemos caer en la autocomplacencia, sino que estos logros de la SEC, conseguidos con el esfuerzo y trabajo de todos sus socios, deben servirnos de acicate y estímulo para seguir avanzando y mejorando. Si algo ha caracterizado a la SEC a lo largo de su historia es su capacidad para estar siempre en cabeza de la innovación y de adelantarnos al futuro. Y este es el reto al que nos enfrentamos en estos próximos años.
Los cambios sociales, culturales, económicos y sanitarios cada vez se producen a mayor velocidad. Lo que hoy es adecuado, mañana se ha quedado obsoleto y anticuado. Por ello, uno de los objetivos fundamentales del Ejecutivo que en este congreso toma las riendas de la SEC es precisamente el de reflexionar sobre cómo serán los cardiólogos y la cardiología del futuro, no como mero acto intelectual, sino como un proyecto de actuación.
Ya hace una década, otro Ejecutivo, presidido por el Dr. Luis Alonso-Pulpón, realizó un estudio sobre el futuro de la cardiología. Algunas de sus previsiones se han cumplido. Otras, como resulta lógico, han quedado obsoletas. Es momento de volver a reflexionar sobre ello y partiendo de un análisis de la situación actual en sus distintos niveles (demográfico, laboral, tecnológico y formativo), realizar propuestas y establecer programas de actuación ante los retos que se nos plantean.
Las competencias de la cardiología, las relaciones con otras sociedades científicas y otros especialistas en enfermedades que nos son comunes, el cambio de modelo de atención sanitaria que debe pasar hacia una sistema centrado en el paciente y en el manejo de patologías crónicas, la renovación de los equipos de alta tecnología, la recertificación periódica de nuestras habilidades y competencias, los programas de formación de nuestros residentes (con el nuevo desafío de la troncalidad), la oficialización de la formación “post-training” (subespecialidades cardiológicas), la situación laboral y jurídica de los becarios, las relaciones laborales en la sanidad privada, la gestión en calidad, equidad y eficiencia son nuevos desafíos a los que debemos dar respuesta y proponer soluciones.