La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 80% de los habitantes de ciudades respira aire con niveles de polución excesivos, a pesar del importante riesgo que esto representa para la salud en general y, de modo especial, para la salud cardiovascular y respiratoria. Precisamente para hablar de la relación entre polución medioambiental de las ciudades y las enfermedades cardio-respiratorias se ha celebrado, durante el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2017, un simposio moderado por el Dr. Carlos Macaya, presidente de la Fundación Española del Corazón (FEC), y en el que también ha participado el vicepresidente de la FEC, el Dr. José Luis Palma.
“Según la OMS, mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire, los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de cánceres de pulmón, neumopatías crónicas y agudas y accidentes cerebrovasculares”, explica el Dr. Macaya, quien añade que “cuanto más bajos sean los niveles de contaminación del aire, mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población, tanto a largo como a corto plazo”.
La mayoría de actividades que desarrollan las sociedades contemporáneas generan productos contaminantes que vician el aire haciéndolo insalubre y peligroso. Los de mayor impacto medioambiental son las partículas de la materia, el ozono, el monóxido de carbono (CO), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2) y los compuestos orgánicos volátiles (COV).
“El aire viciado de estas sustancias tóxicas promueve la aparición de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, arritmias graves que pueden generar en parada cardiocirculatoria, ictus, tromboembolismo pulmonar y sistémico, trombosis venosa profunda y arterioesclerosis acelerada”, indica el Dr. Palma. El vicepresidente de la FEC recuerda que, dentro de estos graves procesos, “la enfermedad coronaria y el ictus representan el 80% de todas las muertes debidas a la contaminación ambiental”.
La importancia de la prevención
La contaminación del aire causa la muerte prematura a más de 400.000 personas al año en Europa, según el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Para atajar este problema, la Comisión Europea inició en el año 2011 una revisión de la legislación vigente que ha culminado con medidas dirigidas a que los Estados cumplan una serie de objetivos para el año 2020, entre ellos el control de las emisiones de los vehículos diesel.
“Algunos datos esperanzadores indican que las medidas que ya se están tomando a escala europea han posibilitado una reducción del 12% en la mortalidad prematura, lo que señala a las claras que el camino emprendido no sólo es el mejor, sino casi el único del que depende nuestra vida y la del planeta Tierra”, dice el Dr. Palma.
La FEC lleva tiempo alertando sobre este problema de salud pública y “aunque en los últimos años se han hecho algunos progresos en la prevención y limpieza del aire contaminado, aún quedan muchas acciones por desarrollar”, concluye el Dr. Macaya.