La disfunción cognitiva multiplica por tres el riesgo de muerte en pacientes con fibrilación auricular (FA). Esta ha sido la conclusión principal de una investigación llevada a cabo conjuntamente por el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, el CIBERCV de Santiago de Compostela, el Hospital Universitario San Juan de Alicante y el Instituto de Investigación Sanitaria Santiago de Compostela (IDIS).
La FA resulta la arritmia más frecuente en la población general. En España, los últimos datos (OFRECE) indican que en mayores de 40 años la prevalencia de FA puede ser mayor al 4%, afectando a más de un millón de personas. Por su parte, la incidencia de la demencia, o deterioro cognitivo, según el análisis “Prevalencia de deterioro cognitivo en España. Estudio Gómez de Caso en redes centinelas sanitarias” publicado en la revista ‘Neurología’, es del 18,5% en mayores de 65 y del 45,3% por encima de los 85 años.
“Con el progresivo envejecimiento de la población, no es extraño encontrar pacientes que combinen ambas patologías: fibrilación auricular y deterioro cognitivo en mayor o menor medida”, apunta el Dr. Moisés Rodríguez-Mañero uno de los firmantes del estudio. “Concretamente en nuestro estudio, un 3,6% de pacientes con esta arritmia tenía diagnóstico previo de demencia”, apunta.
El estudio ha analizado con Big Data a 383.000 sujetos de un área concreta de referencia (Santiago de Compostela), detectando que 7.990 pacientes sufrían FA. Cruzando los datos se ha tratado de averiguar, con un seguimiento medio de dos años, cuántos de ellos padecían además demencia y qué consecuencias podía tener este factor en su riesgo de muerte.
El objetivo del análisis era añadir este nuevo factor a la escala que se utiliza de forma habitual para evaluar el perfil de riesgo de los pacientes con FA. La escala CHA2DS2- VASc valora en este orden los factores clásicos: insuficiencia cardiaca, hipertensión, edad, diabetes mellitus, ictus o enfermedad vascular previas y género. La adición de demencia a dicha escala reclasifica a un pequeño porcentaje de pacientes en riesgo de sufrir ictus o muerte de cualquier causa.
“Quisimos evaluar si existían diferencias significativas para todas las causas de mortalidad y un perfil de riesgo más adverso en este subgrupo de pacientes. Apreciamos que la demencia resulta ser el factor más potente para predecir la muerte, por delante incluso de la insuficiencia cardiaca”, explica el Dr. Rafael Vidal Pérez, otro de los firmantes del estudio.
Anticoagulación como seguro de vida
La valoración del Dr. Vidal Pérez para aquellos pacientes con fibrilación auricular que además tengan demencia es que “deberían recibir anticoagulación, si no lo están haciendo ya, como protección ante el riesgo aumentado de eventos tromboembólicos”.
En la población estudiada, los expertos observaron que a estos pacientes se les prescribía con menor frecuencia anticoagulantes orales a pesar de que en el análisis multivariado supuso un importante factor protector, sin incrementar su riesgo de eventos hemorrágicos.
Aunque no existen datos clínicos al respecto en este subgrupo de pacientes, “los anticoagulantes orales de acción directa parecen una opción atractiva en este escenario, no solo en base al alto riesgo que presentan, sino por la incomodidad que supone el realizar los controles pertinentes en pacientes que muy frecuentemente suelen ser dependientes y necesitan de la ayuda de cuidadores para realizar dichos controles y lograr una adecuada adherencia”, considera el Dr. Rodríguez-Mañero.