Un simposio de actualización en insuficiencia tricúspide ha servido para efectuar una exhaustiva evaluación de las novedades y retos que se plantean en el abordaje de estos casos, haciendo un recorrido desde la clínica al tratamiento percutáneo.
En este encuentro se ha contado con la participación de la Dra. Mª Teresa González-Alujas, del Laboratorio de Ecocardiografía del Hospital Universitari Vall d'Hebron, que ha aportado algunas claves para efectuar una adecuada evaluación clínica y seguimiento de estos pacientes.
Tal y como ha recomendado, “el manejo de la insuficiencia tricúspide se debe decidir en base a cinco factores esenciales: 1) el grado de regurgitación tricuspídea (severa, masiva o torrencial); 2) el estado del ventrículo derecho; 3) los signos de insuficiencia cardiaca; 4) la presencia de hipertensión pulmonar y su tipificación; 5) y el riesgo quirúrgico (comorbilidades)”.
En lo que respecta al seguimiento que se debe realizar en estos casos, el principal consejo pasa por no excluir ninguna opción de tratamiento en cualquier momento de la evolución de la enfermedad. “La primera vez que vemos a un paciente con esta patología, no hay que descartar inicialmente ninguna posibilidad de tratamiento”, apunta esta experta; incluso, añade, “más adelante es aconsejable mantener los nuevos tratamientos como una opción, según la evolución del paciente, ya que se trata de una patología de lenta evolución”.
Lento progreso
Como se ha puesto de relieve en esta sesión, en general, se están obteniendo grandes avances en el tratamiento de todas las valvulopatías, sobre todo en cuanto al tratamiento percutáneo en pacientes con alto riesgo quirúrgico. En el caso de la insuficiencia tricuspídea, en palabras de la Dra. Mª Teresa González-Alujas, “los avances son discretos pero esperanzadores”.
Resultan especialmente prometedoras las novedades que se están incorporando en el tratamiento percutáneo. Todos los tratamientos aplicados sobre la válvula mitral se están empleando también sobre la válvula tricúspide, aunque con mayor dificultad por tratarse de una válvula trivalva y no bivalva (como la mitral). Como subraya esta experta, “los dispositivos que se adaptan a la válvula tricúspide ofrecen mayor rendimiento y mejores resultados, así que podemos decir que vamos por buen camino”.
Uno de los principales avances alcanzados es que se ha conseguido una amplia sensibilización en el seguimiento de los pacientes con insuficiencia tricúspide y en el planteamiento más precoz de técnicas quirúrgicas que modifiquen la mala evolución de los mismos. Sin embargo, aún quedan retos pendientes, como “definir mejor los criterios de cirugía para no llegar tarde y para no someter al paciente a un riesgo excesivo”, señala la especialista del Hospital Universitari Vall d'Hebron; junto a éste, “el otro reto es plantear soluciones no quirúrgicas en aquellos pacientes con riesgo elevado si entran en quirófano”.
En cualquier caso, como mensaje principal a transmitir, la Dra. González-Alujas recalca que “la persistencia en el tratamiento de esta valvulopatía es la que nos va a llevar a avances y mejoras que podremos aplicar en un futuro y que, en definitiva, van a mejorar la vida de muchos pacientes”.