Son múltiples y muy graves las consecuencias de la pandemia de COVID-19 entre los pacientes cardiovasculares, pero también entre los profesionales sanitarios que trabajan en el ámbito de la cardiología. Un factor común en todos los casos, que pasa algo desapercibido pero que es realmente importante y que está presente de forma mayoritaria y creciente, es el estrés.
Un seminario del e-Congreso SEC 2020 de la Salud Cardiovascular ha abordado de forma monográfica el impacto del estrés en cardiología. En este foro se ha profundizado sobre el impacto que ha tenido y está aún teniendo la pandemia de coronavirus sobre la actividad de los servicios de cardiología, así como su repercusión sobre la accesibilidad al sistema sanitario por parte de los pacientes crónicos y agudos, sobre las agendas de los profesionales de la cardiología y sobre su actividad clínica. La Dra. Regina Dalmau González-Gallarza, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz (Madrid), ha efectuado un análisis crítico de los planes de contingencia en la primera y la segunda ola de COVID y, sobre todo, ha descrito el impacto emocional que está causando esta enfermedad.
“Hemos soportado un estrés importante, en todos los ámbitos: personal, familiar y profesional”, asegura esta experta, quien confiesa que “la COVID nos ha sorprendido muchas veces y hemos conocido casos muy dramáticos, tanto en el entorno profesional como personal”.
Desprotegidos, cansados e incomprendidos
La situación, lejos de mejorar con el tiempo, tiende a empeorar. “La segunda ola ha tenido una repercusión aún mayor en los sanitarios, dado que muchos arrastran secuelas de un cierto grado de estrés postraumático”, asegura la Dra. Dalmau, que se queja también de que “hemos hecho frente a la epidemia con herramientas incompletas y, a veces, con mucho miedo”. Y es que, según sentencia, “en esta epidemia hay una constante sensación de impotencia y mucha incertidumbre. Hay gente que ha tenido cuadros clínicos leves, pero que arrastran ciertas secuelas físicas y psicológicas; otros han tenido cuadros graves invalidantes o han visto enfermar o morir a seres queridos. Tenemos la sensación de que nunca nos quitamos de encima ‘al bicho’, es como vivir ‘el día de la marmota’ pero en pesadilla...”.
Continuando con la exposición de sensaciones, emociones y reivindicaciones, la cardióloga del Hospital Universitario La Paz reconoce que “los sanitarios estamos descorazonados por tener que volver a la misma trinchera y enfrentarnos al mismo enemigo invisible pero tremendamente virulento. Estamos cansados y tenemos miedo, un miedo razonable por haber visto en primera línea las peores consecuencias de la pandemia, por estar inevitablemente expuestos, por haber visto enfermar a muchos compañeros, algunos han fallecido...Hemos percibido poca empatía por parte de los dirigentes políticos y, a veces, de la sociedad en general”.
Repercusiones en el paciente cardiovascular
La primera ola de la pandemia se asoció con un drástico descenso en los ingresos por infarto y otras patologías cardiacas agudas, algo que ocurrió en diferentes entornos asistenciales. Sin embargo, la evidencia ha demostrado que muchas personas se murieron en su casa, por miedo a acudir a hospitales colapsados. ”Cuando bajó la presión asistencial por COVID nos dimos cuenta de que muchos de nuestros pacientes crónicos se habían deteriorado mucho durante el confinamiento. Nos vimos obligados a reducir las visitas al hospital, pero hay cosas que obviamente no se arreglan por teléfono”, indica Regina Dalmau.
Entre las lecciones que deja esta triste situación, “hemos aprendido después de la primera ola que no podemos desatender a nuestros pacientes, los planes de contingencia deben pasar por seleccionar lo prioritario y dar asistencia rápida a los pacientes agudos cardiológicos, al margen del resultado de su PCR”, aconseja la Dra. Dalmau. La experiencia demuestra, por lo tanto, que la infección por SARS-Cov-2 puede tener consecuencias muy serias a nivel cardiovascular, “por lo que tenemos que ser capaces de diagnosticarlas y tratarlas; nuestra especialidad tiene un gran papel en esta pandemia, y además tenemos la obligación ética de investigar y generar nuevas evidencias”, sostiene esta cardióloga.
Como recetas esenciales para tratar de minimizar el impacto negativo de la pandemia en los pacientes cardiovasculares, la Dra. Dalmau indica que los servicios de Cardiología deben establecer sus propios planes de contingencia que permitan seguir atendiendo a los pacientes, con o sin COVID; también se debe proteger a los pacientes y limitar las visitas presenciales a lo que sea estrictamente necesario, porque las personas con cardiopatía son especialmente vulnerables ante la infección por SARS COV2; y, además, es muy importante investigar y generar nuevas evidencias sobre el impacto del COVID a nivel cardiovascular.
Impacto sobre el tabaquismo
Como experta en tabaquismo, la Dra. Regina Dalmau también extrae algunas conclusiones sobre los efectos de la pandemia en este hábito. En colaboración con el Ministerio de Sanidad y el CNPT, se realizó una encuesta durante el estado de alarma que puso de manifiesto como un porcentaje no desdeñable de fumadores se había planteado el cese de este hábito durante el confinamiento, pero que el acceso a los programas de ayuda y consultas de tabaquismo estaba prácticamente bloqueado.
Pero, como denuncia esta experta, “la industria del tabaco ha intentado confundir a la opinión pública con mensajes sesgados sobre los efectos protectores del consumo de tabaco frente a la infección, e incluso ha aprovechado el momento para promocionar productos novedosos de tabaco”. Sin embargo, existe una evidencia contundente sobre la capacidad de contagio del virus a través de aerosoles, y se sabe que el fumador cuando se quita la mascarilla deja sus aerosoles en el ambiente. “Por eso, ha sido muy importante introducir una regulación que limite el consumo de tabaco cuando no se puede mantener la distancia de seguridad en espacios abiertos”, aclara Regina Dalmau, quien añade que “lo que tenemos claro es que, una vez contagiados, los fumadores tienen un curso más grave de la neumonía y mayor probabilidad de requerir intubación y ventilación mecánica: ese mensaje nos debe servir de herramienta para promocionar el cese en tiempos de pandemia”.
Lecturas ‘positivas’
Y es que, para no caer en victimismos ni mensajes excesivamente pesimistas, también se pueden extraer lecciones “positivas” para la Cardiología de esta situación extraordinaria. A juicio de la cardióloga del Hospital Universitario La Paz, “hemos aprendido a colaborar más estrechamente con otras especialidades y hemos revalorizado el trabajo en equipos multidisciplinares; también hemos agilizado el desarrollo de las consultas e interconsultas virtuales, que nos han acercado a nuestros compañeros de Atención Primaria y de otras especialidades”. Igualmente, añade, “se han adquirido conocimientos nuevos, los hemos compartido y hemos reforzado nuestras redes de contacto. Valoro muy especialmente la colaboración con enfermería durante la pandemia: nos han demostrado que, a pesar de la adversidad y el aislamiento de los pacientes, siempre se podía hacer un esfuerzo por humanizar la crisis”.
Como reflexión final, la Dra. Regina Dalmau espera que la pandemia sirva para hacer un análisis crítico, objetivo e independiente de las fortalezas y debilidades del sistema nacional de salud. “Lo que está claro es que ni teníamos el mejor sistema sanitario del mundo, ni el más eficiente, y que vivir en la autocomplacencia es muy peligroso. Es importante que las autoridades sanitarias acepten esa necesidad de analizar esta emergencia sanitaria y sus estragos, al margen de ideologías y postureos. No me queda ninguna duda de que después de esto, sanitarios y no sanitarios querrán reforzar y mejorar el sistema frágil que teníamos, con los recursos humanos y materiales necesarios. Y, en este sentido, las sociedades científicas tienen un enorme papel para impulsar y hacer efectivos esos cambios”, concluye.