En el marco del Congreso SEC21 de la Salud Cardiovascular se ha celebrado el curso ‘¿Qué hay de nuevo en los factores de riesgo cardiovascular?’, en el que la Dra. Marisol Bravo Amaro ha revisado desde un punto de vista crítico y práctico la evidencia científica reciente sobre hipertensión arterial.
Como es de sobra conocido, el control de los factores de riesgo cardiovascular, entre los que se encuentra la hipertensión arterial, es deficitario en todo mundo. El registro Euroaspire V demostró que hasta un 42% de los pacientes tenían cifras de tensión arterial superiores a 140/90 mmHg y hasta un 12% presentaban cifras de tensión arterial superiores a 160/100 mmHg en Europa. “Es muy llamativo que, a pesar de que hasta un 95% de los pacientes hipertensos tomaban fármacos para reducir la tensión arterial, los objetivos terapéuticos apenas se alcanzaban en la mitad de los casos”, subraya la cardióloga.
La hipertensión arterial debe manejarse con un estilo de vida cardiosaludable; es decir, fundamentalmente dieta mediterránea pobre en sal y ejercicio aeróbico regular, así como con fármacos y estrategias que aumenten la adherencia terapéutica.
“El verdadero reto al que nos enfrentamos los cardiólogos y las cardiólogas es precisamente alcanzar un buen control de las cifras tensionales para poder reducir el riesgo cardiovascular”, señala la Dra. Bravo Amaro. Y es que la evidencia es clara: una reducción en la tensión arterial sistólica de tan solo 10 mmHg o una disminución de 5 mmHg en la tensión arterial diastólica conlleva una reducción significativa del 20% en los eventos cardiovasculares mayores, de un 10-15% en la mortalidad por cualquier causa, de un 35% en la ocurrencia de ictus, de un 20% en los eventos coronarios y de hasta un 40% en la aparición de insuficiencia cardiaca en estos pacientes. “Los médicos en general, pero los cardiólogos en especial, debemos ser sensibles a este cambio y tener en cuenta que, incluso en ancianos, tras individualizar el caso, podemos obtener grandes beneficios si tenemos la hipertensión controlada, a la luz de los nuevos hallazgos”, añade.
Principales dificultades a superar
Cada vez está más claro que la combinación de fármacos en una sola píldora facilita la adherencia al tratamiento y, por tanto, el mejor control de la hipertensión arterial y de otros factores de riesgo cardiovascular. En esta línea, la especialista en cardiología recuerda que la hipertensión arterial no es el único factor de riesgo cardiovascular mal controlado. “También la dislipemia merece una mención especial, ya que se muestra reiteradamente que los médicos prescribimos fármacos para hacer frente a este trastorno, pero probablemente no a la potencia requerida para poder controlarlo, como sucede también con la hipertensión”.
Además, resalta que la inercia terapéutica no es la única causa de alcanzar objetivos subóptimos. Y es que, la falta de adherencia al estilo de vida y a los fármacos influye en el mal control de los factores de riesgo cardiovascular. Los cambios de conducta y en el estilo de vida son muy difíciles de implementar en los adultos, pese a su demostrado beneficio; por eso, conseguir modificaciones de conducta por parte del paciente es otro de los grandes retos a perseguir por los médicos. En este sentido, también ha habido en este último año evidencia nueva al respecto.
En palabras de la Dra. Bravo Amaro, “tenemos múltiples herramientas terapéuticas farmacológicas a las que ahora se podría sumar la denervación renal para casos resistentes, pero aún no hemos hecho agotamiento terapéutico”. Desde su punto de vista, al igual que ocurre con otros factores de riesgo cardiovascular, los médicos inician los tratamientos, pero suelen quedarse cortos, bien en dosis del fármaco o en su combinación; según subraya, “tanto en la hipertensión arterial como en la dislipemia, si iniciamos tratamiento pero no lo titulamos de forma oportuna hasta conseguir los objetivos adecuados, nos estaremos quedando cortos y sin alcanzar el propósito que buscamos, que es mejorar el pronóstico y calidad de vida de nuestros pacientes”.
La especialista en cardiología considera que también hace falta una mejor estrategia para seguir optimizando el tratamiento y para facilitar la continuidad asistencial y la monitorización del paciente.